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sociedad - DOMINGO, 28 DE FEBRERO DE 2010


Centro de Reforma de Punta Blanca. e.p.

el repaso / ‘CASO PUNTA BLANCA’
 

Aróstegui o el vértigo ante el ridículo

El testigo primigenio, la espoleta de la
denuncia de Comisiones por las “torturas”
de Punta Blanca, confesó al Juez que
Moreda del Valle Inclán le dio al caso
una “dimensión” que él no había dado
 

CEUTA
Antonio Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Ha transcurrido poco más de un año desde que Juan Luis Aróstegui lanzara a los cuatro vientos la denuncia pública sobre las torturas y los malos tratos institucionalizados en el Centro de Reforma de Punta Blanca. Su nombre figura ya en las publicaciones del Comité Contra la Tortura o de la Coordinadora para la Prevención de la Tortura. En el informe del 2009 titulado “descalificación, obstrucción y criminalización de las actividades de organismos sociales y profesionales que denuncian torturas en el estado español”, se recoge que a partir de la denuncia “se desencadena una campaña de criminalización contra el denunciante y la organización sindical de la que forma parte, por parte del Gobierno de la ciudad autónoma, de los propios trabajadores de Punta Blanca afiliados en CCOO y de los otros sindicatos que tienen representación en el Centro.”

Jamás soñó tanta presencia y propaganda. Él, que ha escrito que “el fiscal, ha revelado su absoluta incompetencia, dejando el sistema de protección de los derechos civiles fatalmente mutilado. Es difícil determinar si por pura desidia, por alineamiento con el poder o por simple comodidad; pero el nulo compromiso con la verdad exhibido por el fiscal lo inhabilita para ejerce correctamente su función”. Él, que ha sentenciado que “la gestión del centro de menores de Punta Blanca es un perfecto desastre”; que el Ejecutivo de Vivas “manipula y chantajea a los medios locales para tapar la denuncia sindical”; que ha denunciado a Jueces, y que sobre todo ha atacado por prácticas delictivas sistemáticas y habituales a los trabajadores, pero que reconoce que el objeto de su acusación está expresamente dirigida al equipo político de menores, se presenta ante el planeta como víctima de una campaña de criminalización injusta.

Recapitulación

El tiempo transcurrido, junto al levantamiento del secreto del sumario, permite a estas alturas hacer una revisión pausada de los acontecimientos e ir decantando algunas actuaciones.

A principios de 2009 un trabajador del Centro de Punta Blanca recorre la Gran Via furioso. Es uno de los trabajadores mas veteranos del área y no sólo le van a hacer trabajar todo el fin de semana -en realidad un acuerdo alcanzado entre los trabajadores del Centro-, sino que la promesa que él cree firme de ser ascendido a Jefe de Seguridad del Centro, se ha desvanecido en el aire. Tras plantear ante la Dirección del Centro su desacuerdo por el servicio, se dirige a las dependencias de su sindicato en el Ayuntamiento donde recibe la misma respuesta que en Punta Blanca. Si es un acuerdo ha de cumplirse.

Está indignado, humillado y furioso, y en la central del Sindicato se encuentra con su amigo Ramón y le cuenta, se desahoga, y habla. Y Ramón Moreda del Valle Inclán oye lo que quiere oir, y su más que acreditada fantasía de apariciones marianas y lugares que transmiten malas vibraciones de donde emanan alaridos espeluznantes procedentes de su interior, forja toda una historia de niños cruelmente torturados en sótanos lúgubres y obscuros. El asunto de menores, objetos de cualquier tipo de maltrato, real o imaginario, suyos o ajenos, es sensible, muy sensible para él. Además él forma parte del grupo de hombres y mujeres de bien que luchan por la justicia y la igualdad desde la organización más noble y democrática del mundo y ¡qué demonios!, la política es la política.

Se redacta apresuradamente un comunicado que, inmediatamente, llevan ante el Jefe para que lo firme. -”Lo tenemos Juan Luis, lo tenemos. Tenemos las pruebas que harán que caigan el Cura y Vivas”- dicen que comentó, agitando el escrito que acababa de redactar.

El Jefe tardó pocos instantes en decidirse. Este tipo de historias son de poca reflexión. Si es contra el Poder, se convierte en un acto reflejo. Además Juan Luis se encuentra fraguando su ultima alianza, su último gran proyecto político, tiene invitados a los que atender y está preparando el Congreso del Sindicato. Así que adelante.

Pero Ramón está exultante y habla más de la cuenta y donde no debe, hasta que un periodista capta la onda y lo lanza al día siguiente. Los acontecimientos se precipitan un poco, pero nada irremediable. Juan Luis presenta al día siguiente el famoso escrito ante la Fiscalía que daría inicio a la tormenta judicial, política y mediática que ahora se recrudece.

Se denuncia por “presuntas prácticas delictivas” que, según sus informaciones, podrían estar produciéndose en el centro de reforma de menores de Punta Blanca, donde “se atan de forma sistemática” a los internos a sus camas durante horas, “desde hace años” . Secuencias sólo comparables con “las imágenes que todos hemos visto de Guantánamo o Abu Ghraib”.

Es la defensa que evitará que, en adelante, “un chico de 13 años pueda estar ocho horas atado a una cama”: El sindicato(Juan Luis) no va a dar nunca “ni un paso atrás”.

En esos momentos Juan Luis no tiene más que al famoso T-1 (testigo protegido) pero, como después se demostrará, no es mucho y no estará dispuesto a ratificar lo que Ramón interpreta. Además el Fiscal, ‘ese incompetente’, que lleva meses boicoteando todas las iniciativas que él intenta, ha derivado su iniciativa al Juzgado de guardia, “tirando a la papelera su denuncia”

Pero el líder actúa. CCOO se convierte en una unidad de la Policía Judicial, busca testigos, se entrevista con familiares de menores que quieran avalar la denuncia. Son unas semanas frenéticas especialmente para Ramón, que incluso llega al enfrentamiento con la Policía Local cuando “coincide” con unos menores que juegan a apedrear -inocentemente- las instalaciones de Punta Blanca. Redactan denuncias, prometen ayuda, lo que haga falta. Hasta Juan Luis, sacando tiempo al tiempo como director de instituto ‘arría la carná’.

Aparecen dos ex vigilantes del Centro de Reforma. Uno se marchó del reformatorio por “problemas con dos menores” (Algún día se hará publico el tipo de “problemas” que tuvo). Otro pasó de coordinador a vigilante de obras, por culpa de la directora y los demás compañeros que votaron su relevo. Dos buenos testigos capaces de ofrecer una versión alejada de cualquier carga de resentimiento.

Las diligencias parapoliciales de la ‘unidad judicial de CCOO’ empiezan a dar sus frutos, y se consigue aquí y allá algunos testimonios de menores..”. Denuncias tomadas -papel y boli en mano- por uno de los mejores pretorianos de la Judicial de Aróstegui.

¿Qué importa lo que digan? El líder está salvado. Además, bien dirigidos y con el eficaz “argumentario”, esto da para mucho. Y sobre todo, debe contarse con que el T-1 ha guardado durante seis años unas anotaciones, unas fechas... Noches de revisar papeles y libros, y conserva una perla escondida.

Tras la investigación de seis años de intervenciones, de miles de folios, se halla una irregularidad en una actuación, en el 2004. Una anotación que permite sustentar una imputación y tras ésta Arostegui, el criminalizado injustamente, está seguro que poco a poco llegará hasta “los responsables políticos”.

Lo que de verdad ocurre es que Juan Luis, con su fino instinto, sabe que de pronto se juega su inhabilitación, que esta partida se juega fuerte, y que él ha apostado demasiado sin asegurarse la retaguardia. Necesitan estar presentes en el procedimiento por el escándalo que se podría montar a nivel internacional si la Audiencia rechazara su personación. Da igual que ellos ya estén denunciados, por los “injustos” trabajadores que no entienden que él sólo quiere la justicia y el bien. Él, que no los ha acusado de nada, que sólo pretendía “una catarsis colectiva y reflexión” en la que él, sumo sacerdote de la verdad suprema universal y única, haría de catalizador.

Es poco la estigma de llamarlos “torturadores”, es poco que los menores sin futuro quieran ir a Punta Blanca, porque así se aumenta su prestigio en la calle ¿Qué mas dá un motín que no se producía desde hace siete años, poner en riesgo real a trabajadores, o causar destrozos cuando haga falta?.

En definitiva el vértigo al ridículo daña las entrañas, produce náuseas y ese mal de alturas sólo se trata con la huida hacia delante o con la dimisión, pero no parece que lo segundo esté en el diccionario de Él.
 

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