En un artículo de hace meses,
llamábamos “teloneros” a los participantes en el debate
previo a las elecciones nacionales llevado a cabo entre
Pedro Solbes “El Recaudador” y Manuel Pizarro “El
Telefónico”, haciendo la aclaración de que en el argot
boxístico se llama de esta forma a los púgiles que abren la
velada de boxeo y que suelen ser amateurs, o sea, que
comienzan su actividad deportiva, que no han llevado a cabo
con anterioridad ningún combate o que están en los
prolegómenos de su carrera como era el caso de Manuel
Pizarro, fichaje estrella entresacada de las huestes de
Mariano Rajoy, sin más apetencias que la de servir a una
causa y, como consecuencia de ello, a la nación que nos
acoge.
Hace días, en su despedida “por razones estrictamente
personales” según hemos podido leer en la prensa nacional,
ha expresado, como no podía ser de otra forma y dado el
prestigio y seriedad que le caracteriza, “que mantiene su
total compromiso con el proyecto político del Partido
Popular”, cosa que en estos tiempos en que tanta corrupción
se aprecia por doquier, no solo de carácter económico sino,
recordando lo acaecido recientemente en nuestra Asamblea de
participación en actos sexuales, sea de extrañar, por lo que
Mariano Rajoy, el promotor que lo hizo debutar en el ring
político, le ha agradecido “el trabajo y ha valorado las
renuncias personales que este compromiso político le habrá
supuesto”.
Modelo de desinterés (cualquier entidad bancaria, empresa
eléctrica o sociedad empresarial hubiera contratado sus
servicios con unos rendimientos económicos, cuando menos,
veinticinco veces superiores a sus ingresos por
participación en el congreso de los Diputados), Manuel
Pizarro ha dado muestras de generosidad con su entrega al
Partido Popular, no como esos advenedizos o gentiles que se
convirtieron al cristianismo por el interés, sin oficio ni
beneficio, que tanto pululan en las entidades políticas, a
los que no les importa haber pertenecido con anterioridad a
varios partidos pero aprovechándose del estatus actual y de
las prebendas económicas de toda índole que les proporciona
su condición de diputado.
La verdad sea dicha Manuel Amador Pizarro Moreno, nacido en
Teruel en 1951, Jurista, Economista, Académico de número de
la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación,
ex-presidente de ENDESA, ex-presidente de Ibercaja, ex
-presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro,
miembro del Consejo de Administración de Telefónica (puesto
que abandonó al incorporarse al partido Popular) entre otros
cargos y número dos en la lista de este Partido por Madrid
detrás de Mariano Rajoy, no se merecía que su figura se
fuera diluyendo poco a poco, como así ha venido sucediendo,
sin que se le haya promovido a ningún cargo de su partido.
Ha sido un “púgil” que al contrario que el estilista Cassius
Clay, “El Mas Grande” (puso fin a su carrera después de
llevar a cabo sesenta y un combates), también ha puesto fin
a su carrera política pero éste sin haber siquiera celebrado
un solo asalto, después de ser nombrado aspirante a un alto
cargo en su entidad política quizás porque era un “Hombre
que Sabía Demasiado”, (como aquella película de Alfred
Hitchock en la que tantas pistas falsas, malentendidos y
conspiraciones sufrió su protagonista James Stewart). Y es
que, señores, no se puede ser inteligente, de intachable
conducta y estar preparado, en un partido político ya que
esta clase de personajes pueden hacer sombra o molestar a
quienes no soportan a su alrededor mas que a aduladores
pródigos en alabanzas interesadas.
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