Tres años de cárcel, 360 euros de multa y 300 euros de
indemnización fueron las penas solicitadas por la Fiscalía
para el presunto agresor del trabajador de Punta Blanca, el
cual declaró no haber golpeado al monitor educativo, “que me
agarró de la camiseta”, mientras que los testigos aseguraron
haber visto el puñetazo.
“Discutimos, forcejeamos, nos agarramos de la camiseta
mutuamente pero no le di ningún puñetazo; y allí había
celadores y monitores que lo vieron aunque ahora digan que
sí le agredí”. Estas fueron las declaraciones realizadas por
el ex interno del centro de reforma Punta Blanca sentado
ayer en el banquillo de los acusados por la presunta
agresión a uno de sus monitores educativos.
Por tales hechos, el representante del Ministerio Fiscal en
la ciudad pidió tres años de prisión para el imputado, por
el supuesto delito de atentado, 360 euros de multa, por la
presunta falta de lesiones, y 300 euros más, en concepto de
indemnización a la víctima por los daños causados. Por su
parte, el letrado de la defensa reclamó la absolución de su
cliente especificando que las declaraciones de los testigos
eran contradictorias y las vertidas por el procesado se
habían mantenido desde el principio.
Tanto acusado como denunciante mantuvieron en todo momento
que la presunta agresión de ese 21 de enero estuvo motivada
por una disputa entre ambos ya que el que fuera interno
abrió la ventanilla de una celda en la que se encontraba un
menor sancionado y que, por normativa del centro, quedaba
totalmente prohibida la comunicación con el exterior y entre
los mismos menores. Aunque los términos de la explicación
fueron dispares.
Relato de los hechos
“Dentro de la habitación estaba un menor y otro monitor, que
me dijo que la abriese. Este monitor venía alterado por
otros problemas de otro módulo y ya nos agarramos”, explicó
el acusado.
Por su parte, el denunciante defendió que había reprendido
al interno por haber mantenido contacto con el menor
sancionado en dicha celda, “y al reñirle, se encaró conmigo.
Yo llevaba un parchís en la mano y cuando me di la vuelta
para soltarlo, me dio el puñetazo. En ningún momento lo
agarré y lo cierto es que siempre incita a oros menores a
enfrentarse conmigo, aunque ese no fue el motivo de que le
llamase la atención”, puntualizó.
Testigos del conflicto
En calidad de testigos, asistieron al juicio otro monitor
educativo, dos celadores, un vigilante de seguridad y otro
interno. Todos coincidieron en haber escuchado la discusión
pero en diferentes términos. “Estaba en ese módulo para ver
al menor sancionado ya que era de mi competencia; y el
procesado abrió la ventanilla de la habitación, por lo que
mi compañero le reprendió mientras él se ponía la ropa de
deporte en otro habitáculo. Entonces escuché insultos y
amenazas en árabe y luego decir que le había agredido. Salí
y los separé”, aclaró el monitor educativo. Por su parte,
uno de los celadores celador corroboró la existencia de
insultos y amenazas y aseguró que los hechos se produjeron
en el pasillo del módulo aunque “sólo vi lanzar el brazo
porque yo estaba de espaldas”.
El vigilante de seguridad de aquel turno, que se encontraba
en la puerta de acceso de la fase, escuchó las gritos y
reconoció haber viso al menor girarse y pegarle al
trabajador. Luego, “forcejearon para separarse”. Otro de los
internos del centro admitió haber escuchado la discusión
pero no vio nada ya que se encontraba en su habitación
mientras que los hechos se produjeron en el pasillo. Tras
las declaraciones de todos los citados, el titular del
Juzgado de lo Penal número 2 dejó el juicio visto para
sentencia.
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