Es pasarse tres pueblos a la vez,
o es la desvergüenza y la falta de respeto a unas
instituciones y a unos emblemas de nuestro país.
Y no es la primera vez que pasa, además de que mucho me temo
que, tampoco, va a ser la última.
Y de esto habrá que buscar responsabilidades, porque no es
normal que siempre, y los de siempre, actúen de una forma
similar.
Concederle a un lugar determinado una final de una
competición como la Copa del Rey, de Baloncesto en este
caso, o de Fútbol cuando llegue la ocasión, es darle un
premio publicitario y una recompensa especial a todo lo que
indica o tiene que ver con el turismo, en ese lugar.
No quiero pensar lo que significaría para Cáceres, Badajoz,
Córdoba, Albacete, Málaga o Sevilla, por no seguir con un
rosario más largo, el poder tener en sus instalaciones un
tipo de acontecimiento deportivo como este. En cualquiera de
estos lugares sabrían saborearlo y sabrían darle el brillo
que merece.
Sin embargo, aquellos a los que se les ha concedido no saben
aprovechar el tirón, o tienen alrededor unos desalmados que
emborronan con sus “berridos” lo que en otra parte sería la
fiesta del año, si es que no la del siglo.
La afrenta y el desprecio que en la finadle la Copa del Rey
se ha hecho, tanto al Jefe del Estado Español, como al Himno
de España, debe servir, como punto de arranque para que, en
el futuro, en ese lugar no se vuelva a disputar un
acontecimiento deportivo de este tipo.
Y es que ese desprecio y esa afrenta se hizo, también, el
pasado año en la final de la Copa del Rey de Fútbol, cuando
la disputaban el Barcelona y el Atlético de Bilbao, los dos
equipos que más copas del Rey, o del Generalísimo en su
tiempo, tienen.
Si los de hace tres días no quieren que se juegue allí esta
competición o que no la jueguen sus correspondientes
equipos, lo tienen muy fácil, que no la vuelvan a solicitar
o que sus correspondientes equipos no participen en ellas.
Pero si entran y llegan a la final y la ganan, por méritos
propios, que no embadurnen con sus actuaciones lo que debe
ser una fiesta del deporte.
Y lo del himno es la vergüenza hacia esos territorios que,
quieran o no, pertenecen al Estado Español, de hecho y de
derecho, y no hay razón para actuar de una forma tan
reaccionaria, como si quisieran volver al siglo XIX o más
atrás.
España, toda ella, tiene un himno que es común y a todos los
españoles, a los de Gerona, a los de San Sebastián, a los de
La Coruña o a los de Almería.
Himno y bandera son las enseñas comunes a todos los que
pertenecemos a este país y no debemos tolerar que unas
minorías separatistas quieran romper lo que nos pertenece a
todos.
Ahora la final de la Copa del Rey de Fútbol queda cercana,
por suerte, los dos finalistas no aparecen en el seno de lo
más profundo del separatismo, que se quieran distinguir sólo
por eso. Tanto Sevilla como Atlético de Madrid lucirán
gustosos la Enseña Nacional, aplaudirán el Himno de España,
que es el suyo y el encuentro, en Madrid, en Sevilla, acaso
en Valencia, tendrá todo el aire de una final de la Copa de
España.
No soy colchonero, ni sevillista, pero celebro que sean
estos quienes jueguen la final, porque podrá haber otros
problemas, pero con el Himno y la Bandera, seguro que no.
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