El mal tiempo reinante es propicio
para buscar cobijo donde tomar el aperitivo. Somos varios
sentados a una mesa donde nos cunde la conversación. Se
empieza hablando del partido celebrado el domingo pasado en
el Murube. Y cada uno, como no podía ser de otra manera,
emite su opinión.
Todos los contertulios, excepto yo, vieron el partido entre
la Asociación Deportiva Ceuta y el Polideportivo Ejido. Por
lo que me limité a escuchar atentamente lo que decían sobre
un encuentro que ganó ampliamente el club almeriense. Y,
aunque parezca raro, todos los hablantes coincidían en que
el nuevo entrenador, José Diego Pastelero, optó por
cambiar la posición de varios jugadores, quedando el equipo
a merced de un rival que, a pesar de las bajas, fue tan
superior como lo prueba el resultado.
Mi silencio duró el tiempo justo en que los reunidos me
pidieron que dijera algo al respecto. Y a mí, basándome
únicamente en el conocimiento que tengo del equipo, por los
partidos que le veo jugar a través de la televisión, se me
ocurrió decirles que me gusta mucho el plantel de jugadores
con que cuenta la ADC.
-Explícate, me dijeron...
-El que a mí me guste la plantilla no quiere decir que ésta
sea un dechado de perfección. Ya que todas carecen de algo.
Pero vistos los demás equipos del grupo IV no tengo el menor
empacho en proclamar que la plantilla del Ceuta está a la
misma altura, si no más, que la de los tres primeros
clasificados hasta el momento.
De entre los reunidos salió la voz de quien tiene más
conocimientos de fútbol. Con el único fin de tirarme de la
lengua. “Entonces, Manolo, ¿por qué se está fallando
de manera tan estrepitosa?”.
-Por falta de personalidad de la directiva y, por supuesto,
del primer entrenador que tuvo el equipo. Un hombre apocado,
cuya forma de conducir la plantilla no era la más idónea. Ya
que ni siquiera supo ganarse la voluntad de los futbolistas
recomendados por él. Y es que en el fútbol, como en todos
los órdenes de la vida, hay que tener el valor suficiente
para afrontar los problemas. Y, sobre todo, saber alternar
con temple lo de en una mano el palo y en la otra la
zanahoria.
En lo tocante a la directiva, me gustaría recordar que hace
ya bastantes meses les anticipé a sus componentes que mala
mezcla era esa de contar con Carlos Orúe como
entrenador y Fernando Abad cual secretario técnico. Y
los hechos me han dado la razón. Y a punto estuve de acertar
también con el entrenador que terminaría sustituyendo al
técnico jerezano; porque ha estado en un tris que viniera
Pedro Pablo Braojos en vez de Pastelero.
Interviene otro contertulio. “Veamos, Manolo: ¿viendo sólo
al equipo jugar lejos del Murube y por medio de la
televisión, que no es la mejor manera para conocer a los
jugadores, te atreverías a decir que tienes en mente una
alineación ideal?”.
-No sé si será la alineación ideal; pero sí la mejor para
que el equipo rindiera de manera que no tuviese el menor
problema para clasificarse entre los cuatro primeros.
Incluso sabiendo que la falta de personalidad del primer
entrenador ha dejado secuelas negativas entre los
componentes de la plantilla. Mas eso es ya harina de otro
costal.
(Disculpas pido al intelectual (¡) Ernesto Sáenz de
Navarrete Romero por una falta de concordancia habida en
un párrafo perteneciente a la columna que le dediqué ayer.)
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