Primero quiero aclarar que la
primera palabra del título de este artículo, sin contar la
conjunción (ignoro quién inventó lo de copulativa, aunque
debía ser un tío muy cachondo), se refiere a una especie de
cebolleta que sólo se da en las tierras del Alt Camp
tarragonés, al menos en la forma y sabor, y que literalmente
no sabría cómo traducirla al castellano ya que en catalán la
cebolla es “ceba” y la cebolleta es “ceballot”.
Por tanto acostumbrémonos a denominar ese producto hortícola
como calçots (pronúnciese calsotes).
Espero que los maestros no me acusen de usurpador de
funciones.
Bueno, el fin de semana lo he pasado comiendo esos calçots
rehogados en una salsa formidable hecha a base de almendras
y que tiene la denominación de romesco, típica de las
tierras que cito arriba y acompañados por enormes cantidades
de costillas de cordero (costelles de xai) y butifarras. El
peleón vino del Penedés regó muy bien el condumio.
En realidad fue solamente el sábado el día en que me dí el
atracón de calçots (me comí unos 60 más o menos) y aunque el
domingo también estaba invitado a comer calçots, la lluvia
impidió todo. Los calçots suelen salir primorosos cuando se
queman en fuego de leña.
En fin, la vida no siempre va sobre un colchón de rositas y
algo desagradable tenía que surgir… y ¡vaya si surgió!
Mataró tiene en su municipio bastante terreno, algo del que
suele carecer Ceuta, para que las empresas se instalen
cómodamente.
Tan cómodamente que un empresario quiso instalar un
prostíbulo, ¡¿qué digo?!... un macroprostíbulo de miles de
metros cuadrados.
Tan convincente resultó ese empresario, de apellido Colomer,
que solicitó dos licencias para otros tantos
macroprostíbulos.
No se que estaba pensando el alcalde José Antonio Barón,
pero lo cierto es que concedió una licencia, denegando la
otra.
¿En tan mala consideración tiene a los ciudadanos de su
ciudad? ¿Son tan folladores los mataronenses como para
mantener dos macroprostíbulos?
La licencia, de obra y de apertura, se la concedía nada más
y nada menos para que levantara el macroprostíbulo en las
cercanías del campus universitario y del Parque Tecnológico…
una Facultad de la cosa esa de joder, ni más ni menos.
Menos mal que la polémica levantada por el tema alcanzó
altas cotas de clamor y el Ayuntamiento no tuvo más remedio
que suspender la licencia. Suspendida por un año,
prorrogable hasta dos, mientras se estudia completar el plan
urbanístico.
Todos los que vamos a la Costa Brava, en verano, a escasos
kilómetros de la ciudad, estamos hartos de ver a chicas
extranjeras con solo las bragas en los arcenes de la
carretera N-II ofreciendo su mercancía. Más de uno se ha ido
a la cuneta, menos mal que solo eso, por no prestar atención
al volante y prestarla demasiado en los traseros. El
problema está en que los niños que viajan en la parte
trasera no pierden ojo de las escenas eróticas que ven como
parte del paisaje.
Si eso pasa en la carretera… ¿qué no pasará en los aledaños
de las facultades universitarias?
Ya podía, el empresario, levantar empresas serias y dar
trabajo a los cientos de parados residentes en la ciudad y
así ayudar un poco al Gobierno. Con las prostitutas juega
siempre sucio. No inscribe a todas en la Seguridad Social ni
hacen la declaración de la renta. Como siempre dicen que
están de paso por el local y que sólo les alquila la
habitación…
No se cómo no escarmienta el, digamos, gremio de proxenetas.
La Justicia ya cerró dos macroprostíbulos en Castelldefels.
Se nota que esa práctica genera millones de euros a quién no
practica la prostitución pero la dirige. Y encima folla
gratis so pena de dejar sin trabajo a quién no se abra de
piernas.
Como siga adelante el empresario con sus recursos… la droga
no tardará en aparecer. Siempre anda liada con esa clase de
establecimientos.
Mal asunto en perspectiva.
En fin, volvamos a los calçots que no perjudican ni un
ápice. Ni produce enfermedades venéreas,
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