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OPINIÓN - MARTES, 23 DE FEBRERO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Ernesto Sáenz de Navarrete Romero
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mabel Deu, la consejera de Educación, Cultura y presidenta de la Fundación del Premio Convivencia de Ceuta, ha sido una mujer que ha contado casi siempre con un buen tratamiento por parte de quien escribe. Podría decir, y creo que hasta me quedaría corto, que mi comportamiento con ella ha sido más que excelente. Lo cual me ha costado ser criticado acerbamente, muchas veces, por quienes la desestiman. Que son más de los que ella piensa.

Mi aprecio por Mabel Deu se forja al conocer ciertos problemas que la acuciaban. Y comienzo a sentir hacia ella y su familia cierta simpatía y empatía. A las que voy dando rienda suelta en mis escritos. Y lo hago sin ánimo de recibir nada a cambio. Porque nada necesito. Ahora bien, como yo no tengo madera de mártir, gracias a Dios, al percatarme de que la señora Deu empieza a mirarme por encima del hombro, corto de raíz el escribir de ella. Y es cuando aparece en escena un tipo que trabaja a su lado en lo que llaman Premio Convivencia.

El tipo se llama Ernesto Sáenz de Navarrete Romero. Que llegó a Ceuta en visita familiar y luego destacó una enormidad como empleado de un pub del sobrino. La primera, o una de las primeras, si mi memoria no me falla, que se abrió en Ceuta. Ernesto se nos mostró ya entonces como juerguista, alegre y dicharachero. Y a mí, créanme, me cayó bien. Al primer golpe de vista parecía un muchachote simple; pero yo lo calé muy pronto. Y no dudé en calificarlo como alguien capacitado para convertirse en persona importante (!) en la ciudad.

Mi predicción no fue difícil; decir lo contrario serían ganas de darme pote. Porque estaba cantado, por su forma de actuar, que Ernesto reunía condiciones más que suficientes para la figuración y el medraje. Y a los hechos me remito: nuestro hombre cumple un papel principalísimo (?) en el Premio Convivencia.

Me explico: Ernesto es la persona designada para recibir y acompañar a los personajes premiados, debido a su vasta cultura y por está en posesión de un talento natural que causa admiración entre propios y extraños. De él cuentan, quienes están al tanto de su magnífico proceder diario, que es un valor indiscutible en la consejería que dirige Mabel Deu. Y que muy pronto su destacado proceder será premiado con creces en marco adecuado y con asistencia de destacadas personalidades políticas, civiles y militares. Un homenaje que ha sabido ganarse a pulso.

Todo lo dicho, acerca de Ernesto Sáenz de Navarrete Romero, es lo menos que merece éste por haber firmado un manifiesto contra mí en el cual se me conminaba a cambiar mi actitud. Más o menos a que dejara de escribir como lo vengo haciendo.

Pues bien, hoy lunes, cuando escribo a las cinco de la tarde, les contaré que esta mañana, Ernesto llegó al Tryp acompañando al director del Instituto Cervantes de Tetuán, Luis Moratinos, y se le ocurrió acercarse a mí, que estaba sentado a una mesa leyendo, para hacerse el gracioso con alevosía. Y no tuve el menor inconveniente en decirle todas las guasas que se me fueron ocurriendo. Con el permiso de un Moratinos que ponía los ojos a cuadros. Bien haría, pues, Mabel Deu, en decirle a Ernesto que dirigirse a mí está prohibido. No vaya a ser que a mí me dé por pensar que es un enviado suyo. Por lo de piensas mal y...

(Víctor Ramírez Martín merece distinción por su potencial (!) intelectivo.)
 

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