Con más de 5.000 metros cuadrados de superficie útil
dedicada a la cultura, la nueva -y primera-, Biblioteca
Pública del Estado en Ceuta busca convertirse en un “foco”
cultural para la ciudad a través de un edificio
“representativo”. Ángela García de Paredes e Ignacio García
Pedrosa han diseñado un inmueble que “dibuja los límites de
la ciudad y se encaja en altura en un volumen
deliberadamente compacto y preciso, pero ligero en cuanto al
cerramiento-celosía que lo envuelve”. La biblioteca, con
siete niveles, se ajusta a la acusada pendiente del terreno,
en el Recinto Sur, e integra los restos medievales de Huerta
Rufino, del s.XIV.
Crear un “foco de cultura para la ciudad” a través de un
edificio “representativo”. Esta es la idea sobre la cual
trabajaron los arquitectos responsables del diseño de la
nueva, y primera, Biblioteca Pública del Estado en Ceuta,
Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa. Tal como
consta en la Memoria del proyecto de ejecución, el
emplazamiento “rotundamente urbano” de la nueva Biblioteca
Pública de la ciudad de Ceuta, en un solar encajado en la
trama urbana, les sugirió un proyecto que “consolidara la
ciudad en ese punto” y utilizara este condicionante para
construir “un edificio público representativo que sea un
foco de cultura para la ciudad”.
El punto de partida es un terreno con un desnivel muy
acusado, 8,5 metros de caída desde el extremo sur hacia el
norte, lo que tal como señalan los arquitectos supone una
pendiente de más del 18,5%. El solar está ubicado en el
Recinto Sur, justo al lado del nuevo Polideportivo
‘Guillermo Molina’ -pendiente de inauguración-, en la calle
Manuel Olivencia Amor, entre Duarte y Juan Díaz Fernández, y
cedido por la Ciudad Autónoma al Ministerio de Cultura. El
acuerdo para esta cesión incluyó el compromiso del Estado de
integrar en el edificio el yacimiento arqueológico de Huerta
Rufino, formado por restos de calles y viviendas del siglo
XIV. Para los autores esta es una condición “que se utiliza
a favor de la propuesta”, ya que los vestigios de época
meriní se incorporan en la planta de acceso del edificio,
que “se convierte así en un centro de interpretación
arqueológica”. De esta forma, a los 905,5 m2 de la parcela
original se añadieron otros 310,80 ocupados por el
yacimiento, resultando una superficie total de 1.216,30 m2.
La superficie útil del inmueble, con siete niveles es de
5.070 m2.
El fuerte desnivel entre las calles Juan Díaz Fernández al
sureste y Manuel Olivencia al noroeste, donde se sitúa la
entrada principal de la biblioteca, se utiliza para
“organizar el edificio interiomente articulado con el
terreno” y con dos accesos diferenciados a ambas cotas. El
volumen resultante “se encaja en el desnivel y mira hacia la
ciudad desde los huecos recortados en el doble cerramiento”.
La planta baja se plantea como “un recorrido en torno a los
restos murarios”, donde se ubican las partes más públicas
del programa y a la que se asoma el área infantil desde una
entreplanta elevada. La propuesta “dibuja los límites de la
ciudad y se encaja en altura en un volumen deliberadamente
compacto y preciso pero ligero en cuanto al
cerramiento-celosía que envuelve la biblioteca”. En este
sentido, el planteamiento arquitectónico confiere una gran
importancia a la compacidad de la edificación, puesto que
ésta conlleva “las virtudes de sencillez y de economía de
ejecución, por su mínima repercusión de la cimentación,
cubiertas y cerramientos”. Asimismo los costes energéticos
de mantenimiento se reducen, “al limitarse los recorridos de
las instalaciones entendiendo que éstas no son un elemento
superpuesto al edificio sino integrantes del proyecto”.
La “compacidad” del edificio permite, según señalan, una
“claridad y sencillez de uso de los espacios interiores”,
organizados en “bandejas” en torno a dos núcleos verticales
que vertebran el interior. Las plantas baja y primera se
organizan en doble altura en torno al yacimiento
arqueológico que se integra con “naturalidad”, manteniendo
su forma escalonada, en la nueva arquitectura.
Desde este espacio el visitante “comprende fácilmente el
funcionamiento del edificio”, que se vincula con el espacio
exterior e incorpora el punto de información, la sala
polivalente y las áreas de exposiciones. “Asomándose” al
centro de interpretación arqueológica, el área de
publicaciones periódicas en planta primera y el área
infantil en planta segunda funcionan abiertas a este
espacio. El área infantil tiene acceso independiente desde
el exterior.
El planta tercera el fondo general y préstamo ocupa toda la
planta.
El segundo gran espacio de doble altura de la biblioteca
arranca en planta cuarta donde se sitúa la sala de
información y consulta que ocupa el “corazón” del edificio,
así como diversos espacios de apoyo: sala de estudios, sala
de trabajo en grupo y área de música y cine. En planta
quinta y abierta sobre el vacío de la cuarta se sitúan el
fondo local, dirección, administración, área informática,
proceso técnico y el club de lectura. Los fondos moderno y
antiguo ocupan toda la sexta y última planta y sobre ésta la
planta de instalaciones.
Este “poliedro” se reviste al exterior con una celosía
metálica de chapa perforada de aluminio mate, como un
segundo cerramiento, envolviendo el edificio y que actúa
como filtro de luz, con posibilidad de incorporar colores
tamizados, y protege el edificio del exceso de soleamiento.
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