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ACTUALIDAD - LUNES, 22 DE FEBRERO DE 2010


exterior del edificio. PAREDES-PEDROSA.

proyecto
 

La Biblioteca del Estado busca ser “un foco de cultura para la ciudad”

Esta es la intención de los autores del proyecto, que han diseñado un edificio “compacto y preciso, pero ligero” con una superficie útil de 5.000 metros cuadrados
 

CEUTA
Tamara Crespo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Con más de 5.000 metros cuadrados de superficie útil dedicada a la cultura, la nueva -y primera-, Biblioteca Pública del Estado en Ceuta busca convertirse en un “foco” cultural para la ciudad a través de un edificio “representativo”. Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa han diseñado un inmueble que “dibuja los límites de la ciudad y se encaja en altura en un volumen deliberadamente compacto y preciso, pero ligero en cuanto al cerramiento-celosía que lo envuelve”. La biblioteca, con siete niveles, se ajusta a la acusada pendiente del terreno, en el Recinto Sur, e integra los restos medievales de Huerta Rufino, del s.XIV.

Crear un “foco de cultura para la ciudad” a través de un edificio “representativo”. Esta es la idea sobre la cual trabajaron los arquitectos responsables del diseño de la nueva, y primera, Biblioteca Pública del Estado en Ceuta, Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa. Tal como consta en la Memoria del proyecto de ejecución, el emplazamiento “rotundamente urbano” de la nueva Biblioteca Pública de la ciudad de Ceuta, en un solar encajado en la trama urbana, les sugirió un proyecto que “consolidara la ciudad en ese punto” y utilizara este condicionante para construir “un edificio público representativo que sea un foco de cultura para la ciudad”.

El punto de partida es un terreno con un desnivel muy acusado, 8,5 metros de caída desde el extremo sur hacia el norte, lo que tal como señalan los arquitectos supone una pendiente de más del 18,5%. El solar está ubicado en el Recinto Sur, justo al lado del nuevo Polideportivo ‘Guillermo Molina’ -pendiente de inauguración-, en la calle Manuel Olivencia Amor, entre Duarte y Juan Díaz Fernández, y cedido por la Ciudad Autónoma al Ministerio de Cultura. El acuerdo para esta cesión incluyó el compromiso del Estado de integrar en el edificio el yacimiento arqueológico de Huerta Rufino, formado por restos de calles y viviendas del siglo XIV. Para los autores esta es una condición “que se utiliza a favor de la propuesta”, ya que los vestigios de época meriní se incorporan en la planta de acceso del edificio, que “se convierte así en un centro de interpretación arqueológica”. De esta forma, a los 905,5 m2 de la parcela original se añadieron otros 310,80 ocupados por el yacimiento, resultando una superficie total de 1.216,30 m2. La superficie útil del inmueble, con siete niveles es de 5.070 m2.

El fuerte desnivel entre las calles Juan Díaz Fernández al sureste y Manuel Olivencia al noroeste, donde se sitúa la entrada principal de la biblioteca, se utiliza para “organizar el edificio interiomente articulado con el terreno” y con dos accesos diferenciados a ambas cotas. El volumen resultante “se encaja en el desnivel y mira hacia la ciudad desde los huecos recortados en el doble cerramiento”.

La planta baja se plantea como “un recorrido en torno a los restos murarios”, donde se ubican las partes más públicas del programa y a la que se asoma el área infantil desde una entreplanta elevada. La propuesta “dibuja los límites de la ciudad y se encaja en altura en un volumen deliberadamente compacto y preciso pero ligero en cuanto al cerramiento-celosía que envuelve la biblioteca”. En este sentido, el planteamiento arquitectónico confiere una gran importancia a la compacidad de la edificación, puesto que ésta conlleva “las virtudes de sencillez y de economía de ejecución, por su mínima repercusión de la cimentación, cubiertas y cerramientos”. Asimismo los costes energéticos de mantenimiento se reducen, “al limitarse los recorridos de las instalaciones entendiendo que éstas no son un elemento superpuesto al edificio sino integrantes del proyecto”.

La “compacidad” del edificio permite, según señalan, una “claridad y sencillez de uso de los espacios interiores”, organizados en “bandejas” en torno a dos núcleos verticales que vertebran el interior. Las plantas baja y primera se organizan en doble altura en torno al yacimiento arqueológico que se integra con “naturalidad”, manteniendo su forma escalonada, en la nueva arquitectura.

Desde este espacio el visitante “comprende fácilmente el funcionamiento del edificio”, que se vincula con el espacio exterior e incorpora el punto de información, la sala polivalente y las áreas de exposiciones. “Asomándose” al centro de interpretación arqueológica, el área de publicaciones periódicas en planta primera y el área infantil en planta segunda funcionan abiertas a este espacio. El área infantil tiene acceso independiente desde el exterior.

El planta tercera el fondo general y préstamo ocupa toda la planta.

El segundo gran espacio de doble altura de la biblioteca arranca en planta cuarta donde se sitúa la sala de información y consulta que ocupa el “corazón” del edificio, así como diversos espacios de apoyo: sala de estudios, sala de trabajo en grupo y área de música y cine. En planta quinta y abierta sobre el vacío de la cuarta se sitúan el fondo local, dirección, administración, área informática, proceso técnico y el club de lectura. Los fondos moderno y antiguo ocupan toda la sexta y última planta y sobre ésta la planta de instalaciones.

Este “poliedro” se reviste al exterior con una celosía metálica de chapa perforada de aluminio mate, como un segundo cerramiento, envolviendo el edificio y que actúa como filtro de luz, con posibilidad de incorporar colores tamizados, y protege el edificio del exceso de soleamiento.
 

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