La familia es una institución antiquísima, muy anterior al
estado, que ha sabido adaptarse a lo largo de la historia, a
los cambios de la sociedad donde le ha tocado vivir. Ha
sabido ser, en todo momento, útil y realizar funciones
indispensables para la humanidad, hecho que, salvo en
algunas ideologías revolucionarias nacidas en el siglo XIX,
ha sido siempre reconocido sintiéndose así, la familia,
valorada y respetada y por tanto escuchada y apoyada.
No ocurre así en la actualidad, precisamente cuando la
democracia debería ser el ámbito donde más cómodamente
podría desenvolverse. Las decisiones del gobierno actual
vienen impuestas por las exigencias de los apoyos sociales y
políticos que ha elegido para su estabilidad que radicalizan
sus comportamientos, alejándolos de una posición más
razonable de centro.
Prueba de que esto es así, que la familia se siente
actualmente desprotegida, es la creación de asociaciones que
tratan, democráticamente, de hacer oir su voz hasta ahora no
considerada. Una de ellas es el Foro Español de la Familia,
confederación de asociaciones familiares, de carácter civil,
no confesional, que aglutina a más de 5.000 asociaciones,
representando a más de cuatro millones de familias en
España. O el recientemente constituido Pacto por los
Derechos y Libertades creado por más de 200 asociaciones, en
su mayoría católicas y por gran número de profesionales a
título personal, que piden, algo que parece tan lógico y
elemental, cómo ser escuchados, antes de proceder a cambios
legislativos que afecten a la propia familia, tales como el
matrimonio, la educación, la vivienda, la religión, etc.
etc.
Por el momento aún no han sido recibidos por un gobierno que
presume de dialogante y tan receptivo con las minorías como
la de artistas, homosexuales, etc.
Pese a todo, la familia seguirá existiendo, porque su fuerza
y su vigor no proceden de fuerzas convencionales. Piensen
que todavía es la institución más valorada en España por
jóvenes y mayores; pero debemos exigir que su
desenvolvimiento social se realice como las propias familias
deseen, para ser así más eficaces en el desarrollo de sus
imprescindibles funciones sociales.
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