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OPINIÓN - DOMINGO, 21 DE FEBRERO DE 2010

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

El improvisado maestro
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

No es frecuente que alguien, inesperadamente, se acerque a otra persona haciéndole la siguiente pregunta: ¿existe el verbo ser? Le respondí, lógicamente, que sí, quedándome sorprendido sobre la intencionalidad de la pregunta. De inmediato le pregunté que por qué me hacia la pregunta. Me contestó que, tanto su grupo de “alumnos” como él, el verbo ser no lo conocían.

Mi respetado consultor, metido a maestro, es un vendedor de lotería que tiene su campo de acción en la entrada de una importante gran superficie de nuestra ciudad. Me sorprendió su pregunta, pero no el hecho de que su alumnado no conociera la existencia del verbo ser, ya que se trataba de un grupo de inmigrantes que se buscan el sustento, lo mismo que el lotero, en la entrada de la gran superficie, ofreciéndose para “echar una mano” a un cliente sobrecargado de artículos.

Cualquiera que se aproxime al lugar podrá observar que, en un rincón de la entrada, se encuentra la “escuela” y por consiguiente, los alumnos de este “maestro” cuyo interés radica en que ellos vayan dominando poco a poco nuestro idioma, el español.

Me invitó a que le elaborara un sencillo documento sobre los verbos. Yo, ante su insistencia, lo hice, presentándole tres ejemplos clásicos de conjugación, es decir, amar, temer y partir, verbos regulares de la 1ª, 2ª y 3ª conjugación y, de forma resumida, los tiempos presente, pretérito o pasado y futuro.

Quedé sorprendido de nuevo cuando, al hacerle la entrega del documento, de inmediato se lo entregó a uno de sus alumnos, pues para ellos no les diría absolutamente nada, ya que, según el “maestro”, todavía estaban en proceso de iniciación a la lectura.

Su estrategia parecía la lógica, teniendo en cuenta la importancia del verbo en la construcción del lenguaje y la labor emprendida por este “improvisado maestro”, entendí el por qué interesarse en primer lugar por los verbos.

Pero, ¿qué autoridad pedagógica tiene este improvisado maestro? Me cuenta que su escolarización fue muy escasa, porque ya desde pequeño tuvo que ayudar en casa, con lo que sólo saber hacer: vender lotería; pero ya, de mayor, sí que asistió a clases de adultos, donde la materia de mayor dificultad fue las Matemáticas.

Su función, en esta voluntaria labor de mejorar la comunicación lingüística de estos inmigrantes hindúes, va más allá de la misma, ya que con frecuencia interviene en aclaraciones entre ellos y sus clientes, con lo cual sale beneficiado de las pequeñas aportaciones de sus alumnos, en cuanto a su idioma, con lo que se realiza el productivo intercambio lingüístico entre él y sus alumnos.

Insistiendo, una vez más, en la importancia del verbo, recurro al académico García Yebra, “que considera que el verbo, además de afirmar algo, sitúa la afirmación en el tiempo”. Fue Aristóteles el primero en señalar esta propiedad esencial de verbo. “El verbo –dice en su Poética contraponiéndolo al hombre- es una voz significativa con idea de tiempo”. Quiere decir que el verbo refiere su significación al pasado, al presente o al futuro, incluso a las diversas formas o variedades de esos tres tiempos verbales que se consignan en las gramáticas.

El verbo es, en efecto, en las lenguas indoeuropeas, entre las cuales estaban la de Aristóteles y está la nuestra, la parte de la oración más rica en formas, muchas de las cuales sirven para expresar y matizar lo que llamamos “tiempos”. Por ejemplo, en el modo indicativo, el español dispone de diez…. El verbo expresa no sólo las tres posibilidades temporales (presente, pasado y futuro), sino que también indica si la acción está acabada o no. La oración gramatical necesita la existencia de un verbo, expreso o tácito, lo cual demuestra el papel fundamental que desempeña esta parte del discurso….”

Volviendo con nuestro improvisado maestro, me preguntó por la existencia del verbo ser, que se encuentra ente los llamados verbos auxiliares –los que sirven para la formación de los tiempos compuestos y de la voz pasiva-. Estos verbos son haber, estar y el propio ser, que son los más usados. Es también un verbo irregular, es decir que en su conjugación aparecen alteraciones en la terminación, en la raíz o en ambas a la vez. Así, la primera persona del singular del presente de dicho verbo es “soy”; el pretérito imperfecto es “era”…

Me aclara que, mientras él atiende a al venta de sus cupones –con su “ya voy”-, realiza sus ejercicios de lenguaje con frases improvisadas como “Hoy llueve mucho”, “el sol no ha salido”, “el viento sopla con violencia”, “la venta de cupones está mal”…

Siempre procura que en sus ejercicios orales estén los verbos, cuya función principal él conoce, ya que sin ellos la oración no existiría. Muchas veces tienen que interrumpir sus “sesiones”, debido a su trabajo, cuando alguien lo requiere para la compra de un cupón, o bien, cuando sus alumnos son solicitados para prestar esos sencillos trabajos de transportar las compras de sus “clientes” hasta el lugar que les indiquen ellos. De esta forma la función del “maestro” se ve paralizada, pese a lo cual, él piensa que sus alumnos progresan adecuadamente.

Pero lo más sorprendente es que sin experiencia en esta materia, de forma instintiva, utiliza de las partes de la oración, la palabra por excelencia, el verbo, la que sirve para afirmar algo, y a través de ella, construir sus propios ejercicios para la enseñanza de nuestro idioma, ¿habrá alguien que con tan poco dé tanto?
 

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