Hace un par de semanas destriparon mi coche en un taller de
poniente, de cuyo nombre no quiero acordarme, y la
intervención sin anestesia costó 952 euros. Apenas dolió,
porque estaba en buenas manos, pensaba.
Busqué un taller de confianza, el más cercano, al que acude
la familia, y el trasplante múltiple de embrague y volante
de motor apenas duró unas horas y con éxito. Una vida
perfectamente normal....me dijeron.
Pagué renunciando a las rebajas, claro, pero con una sonrisa
y el soniquete agradable de uno de los encargados:”si tienes
algún problema me lo traes enseguida ¿vale?”. Qué
tranquilidad la de poder irme unos días de vacaciones con el
enfermo ya recuperado y la confianza de un trabajo bien
hecho y bien pagado, pensé.
No fue enseguida, pero una semana después lo llevé, cuando
volví a Ceuta después de mi particular odisea...
Autovía A-381, dirección Jerez, kilómetro 62, estruendo en
los bajos de mi coche a 120 kilómetros hora. Quizás sean los
puntos de la intervención, pensé, puede que no esperara la
suficiente convalecencia....joder! los puntos...Pieza de
grandes dimensiones golpeando la calzada
violentamente....Gracias Dios!! no hay turismos ni
motocicletas detrás...
Detengo el coche en un minúsculo arcén, los camiones a un
palmo de mí. Me apeo, ojeo los bajos...no sangra...ni
supura...creo que puedo continuar despacio. Llamo a la
Guardia Civil y emergencias 112...¡peligro! obstáculo en la
calzada.
Llego a Sevilla dos horas después de lo previsto y en un
taller me dicen que se ha desprendido el pasaruedas
delantero derecho. Allí mismo le aplican varios puntos de
sutura para ocultar los cables sueltos y respiro
tranquila...no es de gravedad, puedo volver a Ceuta mañana.
Regreso a mi taller de confianza para explicarles lo que me
pasó y que considero que lo sucedido está relacionado con la
reciente reparación; o bien lo han manipulado y dejado
suelto, o si no han tocado esa pieza, sí han debido observar
que estaba suelta durante la intervención y no la han
fijado, y eso para mi se llama falta de cuidado en el
trabajo. Vamos, que sólo quiero que me pongan un cacho de
plástico en la rueda!! Los gastos por estrés post-traumático
derivados del percance, ya les expliqué que corrían de mi
cuenta.
Me explican que no se hacen cargo porque no creen que haya
sido responsabilidad suya y me parece perfecto. Les pido que
me lo pongan por escrito con la idea de adjuntarlo a la
reclamación y regreso por la tarde para recogerlo.
¡Sorpresa! Les pido el libro de reclamaciones y NO TIENEN.
Les digo que están obligados a tenerlo a disposición del
consumidor en cualquier momento y entonces comienza el
nerviosismo, las malas palabras, los aspavientos
intimidatorios de uno de los encargados...Qué desagradable y
bochornosa sensación. Hasta que el mismo encargado, como
encargado que es a todos los efectos, decide poner punto y
final a la conversación, deja de hablarme, me da la espalda
y me manda a paseo, bueno a Consumo, con estas palabras.”Se
acabó, váyase a Consumo y aquí no hay más que hablar”.
Señores encargados del taller de poniente, los consumidores
tienen derechos y obligaciones, es así en el mundo
civilizado. Así de simple, sin acritud. El consumidor quiere
presentar una queja, pues se le facilita el libro de
reclamaciones como obligación suya que es, y tan amigos. Eso
es ser civilizado y saber atender al público debidamente, lo
mínimo que se despacha, vamos. Dios, quiero pensar que es
una piedra en el camino. No me resigno a creer que Ceuta, la
ciudad en la que nací, sea especial, también en eso.
Pero por favor, a los consumidores que reciban un trato
incorrecto tanto personal como de servicio, a los que
elogian la pereza y se refugian en “¿para qué voy a
reclamar, si no va a ninguna parte?. Háganlo, porque es la
única forma de castigar a los incivilizados, a los que
desconocen sus obligaciones y se niegan a conocerlas, en
definitiva a los que nos hacen a todos la vida más difícil.
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