El pasado domingo decidí ver la
gala de los Goya por dos motivos importantes. Primero la
presentación que estaba a cargo de Andreu Buenafuente que,
para mi, era de gran importancia el ver el cambio
experimentado entre este extraordinario showman y los
anteriores presentadores de la mencionada gala. El resultado
está a la vista, enorme el éxito alcanzado por el catalán,
que dio una lección de lo que es presentar un espectáculo de
esa categoría. Álex de la Iglesia acertó de pleno al contar
con él como presentador del evento.
El segundo de los puntos que tenía una gran atracción para
mí, era comprar si se seguía aquello de “No a la guerra” o
la señal de la ceja, por los mismos de siempre, politizando
el acto como siempre. Un acto que, precisamente, debe de
estar despolitizado porque en él lo único que se trata es de
premiar a películas y actores, piensen como piensen o tengan
las ideas políticas que tengan.
La llegada a la presidencia de la Academia de Álex de la
Iglesia ha supuesto el intento de un cine sin perjuicios que
sirva, solamente, de encuentro entre directores, actores y
público, tan necesario en los momentos que el cine español
estaba perdiendo millones de espectadores.
El posible espectador español, no acudía los cines a ver
películas españolas, cansados de ver siempre los mismos
argumentos, guerra civil, drogas, personas corriendo delante
de los grises o constantes escena de camas sin venir a
cuento.
El cine no es, precisamente, propaganda de uno u otro lado,
teniendo en cuenta la diversidad de pensamientos entre
aquellos que acuden a ver una película. El cine es cultura,
diversión y, sobre todo, que tenga un atractivo la película
para que usted se pase por taquilla, sin necesidad de tener
que tragarse ninguna película basada en la propaganda.
De la Iglesia, que ha entrado con aires nuevos y
renovadores, buscando el cine por el cine sin más
aditamentos propagandísticos, acertó de pleno al invitar a
un almuerzo al jefe de la oposición, Mariano Rajoy, cosa
poco menos que impensable no hace mucho tiempo, donde de
aparecer por la sala hubiese sido abucheado por los de
siempre.
Esos de siempre que presumen, constantemente, de ser más de
izquierdas que los de izquierda, pero que no tienen
inconveniente en irse a América la de los malos de los
americanos, y entregarse al capitalismo puro y duro para
hacer una película. Sí, no me lo digan, dirán que son
actores y que van a hacer una película, aunque se guardarán,
muy mucho, de ponerse el cartelito. ¡Poderoso caballero es
don dinero!.
Como hemos dicho antes el cine es cultura y como tal tenemos
que apoyar con subvenciones porque, de esa forma, estamos
apoyando la cultura, pero la cultura como tal si más
añadidos. Pues si tiene par dar esas subvenciones que
someterse a ciertas formas de hacer cine, estamos
subvencionado una propaganda, sea de quien sea. Eso me da
igual.
Álex se ha propuesto hacer un cine, donde el talento y el
mercado sean los que marquen las pautas.
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