Me han preguntado, varios amigos,
cuál era mi opinión sobre el concurso de carnaval celebrado
el pasado sábado, en el Siete Colinas, y si estaba de
acuerdo con los premios otorgados por el jurado del
concurso.
Una de las preguntas, sobre todo la segunda que me ha hecho
sobre el jurado se la podían haber ahorrado, pues ya di mi
particular opinión sobre los miembros del jurado y el
veredicto que habían dado, en mi artículo del día de ayer.
Todos los miembros del jurado son carnavaleros o sea gente
del carnaval, con lo cual se sobreentiende que saben lo que
llevan entre manos a la hora de emitir sus votos y,
sinceramente, porque lo he vivido viendo las votaciones,
nadie se decanta por nadie por ser familiar o amigo. Ellos
emiten sus votos según su saber y entender, sin tener en
cuanta nada de nada.
Lo dije el otro día, y vuelvo a insistir en lo mismo, lo de
ser jurado no es plato de buen gusto porque, como dijo
aquel, nunca llueve a gusto de todos y menos en un concurso
de carnaval, donde todos tienen el pleno convencimiento que
han cantado mejor que nadie. Y ni te cuento, serrana del
alma mía, los familiares y seguidores de la comparsa o
chirigota. Todos ellos, piensan, a pie juntillas, que los
suyos son los mejores y que el jurado se ha “vendido” a
otros, que la “cosa” estaba hecha antes de empezar el
concurso.
Esos comentarios y algunos más que he escuchado, pero que he
olvidado por estar en horario infantil, durante los nueve
años que presente el carnaval, son y serán siempre los
mismos que se dice en cuanto el jurado da su veredicto.
Es más, voy a contar una anécdota que aún, hoy día al
recordarla y comentarla con los amigos cuando la
conversación tira por los derroteros de los carnavales, me
hace una gracia enorme. Pues aunque algunos no lo crean, a
mi persona como presentador de los mismos se me ha
criticado, de ejercer favoritismo a alguna que otra comparsa
o chirigota.
Les explico. El micrófono que yo utilizaba, en mis
presentaciones, era totalmente ajeno al resto de los
micrófonos que se colgaban del techo o se situaban en las
candilejas del escenario los cuales eran utilizados por las
comparsas, chirigotas o coros que tenían que actuar.
Pues bien, algunas comparsas, el nombre me lo reservo
porque, al fin de cuentas, son amigos, me acusaron de que
cuando ellos salían a cantar, yo movía los micrófonos
instalados para cantar y por eso ellos no habían tenido una
buena actuación.
Cansado de tener que escuchar aquella estupidez, le di el
micro al que llevaba la voz cantante, haciéndole mover el
mismo en varias direcciones, mientras le hacía contemplar
que los micros del escenario no realizaban movimiento
alguno, por muchas vueltas que él diera a mi micro
particular.
Pues con toda esa prueba seguían insistiendo que algo hacía
para fastidiarles. Imagínense, si esa era su postura
conmigo, cuál es la postura que van a tomar, siempre, con el
jurado de los carnavales.
Por cierto, no voy a opinar nada de las actuaciones de los
concursantes pues, todos ellos, me merecen el máximo respeto
por el valor de subir a un escenario.
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