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OPINIÓN - MARTES, 16 DE FEBRERO DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El calentamiento del ambiente
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es el miedo que nos vienen metiendo en el cuerpo los últimos años, aduciendo, además, que los desiertos se acercan a marchas forzadas hacia el norte.

Y hay quien cree que eso es cierto, especialmente cuando en época estival hay zonas que, por su mal acondicionamiento de los servicios y su mala distribución de las aguas, se tienen que abastecer, en algunos momentos, por medios artificiales y por unos servicios transportados desde otros lugares.

Ahora bien, épocas de lluvias a las que han seguido épocas de sequías duraderas, nos las venimos encontrando, a lo largo de la historia en todas partes, pero sólo ha sido eso, que se sepa en los últimos treinta siglos, sin que hayamos tenido noticias de que el centro de Alemania, por ejemplo, en el mes de diciembre haya tenido mucho calor, o que en Estocolmo, en invierno o en verano, hayan pasado algún día de 35º, por poner otro ejemplo.

Los cambios, transformaciones y diversas alteraciones, si pueden haberse dado, pero no de hoy para mañana, con lo que mi generación, ni las cuatro anteriores, han visto un cambio climático en los polos, ni los verán, tampoco, las otras cuatro generaciones que nos sigan.

Y estos días, más que nunca, nos llevan a lo que acabo de decir, cuando desde hace más de dos meses no ha habido un solo día en el que, en nuestra geografía, desde Almería a La Coruña o desde Gerona a Huelva, no dejan de aparecer noticias de alerta amarilla, por agua, nieve o mal tiempo.

Y es que las alteraciones se van dando a lo largo de este crudo, largo y lluvioso invierno, hasta tal punto que ya no es extraño ver en cualquier medio de comunicación algo así: “las nevadas registradas hoy en el sureste peninsular, darán paso mañana a una borrasca que provocará precipitaciones generalizadas en gran parte del país”.

Es un simple ejemplo que se viene repitiendo casi a diario, desde comienzos del mes de diciembre. Pues bien, nada de eso, creo yo, es la marca de ese miedo que se nos está metiendo en el cuerpo, en torno al cambio climático o al calentamiento de la tierra, como un mal inminente que se nos presenta a la vuelta de la esquina.

Y si un lugar podría irse calentando más que otros, por ejemplo, por su constante circulación, sería en España, Madrid o en Alemania, Hamburgo.

Pues bien, hace treinta años los inviernos en Hamburgo eran fríos de verdad, con hielos, con nieve y todo lo que se le parece. Este año, todavía, no tengo noticias de que en lo que llevamos de año el termómetro allí haya superado los 15º en ningún momento.

Y en cuanto a Madrid, tal vez sea por el “calentamiento ese”, hacía años que en la ciudad no se cuajaba el suelo y este invierno, mira por donde, ha habido días en los que los chiquillos, muchos de ellos, por la nieve no pudieron ir al colegio. Es lo que ha habido.

Y como no quiero quedarme en sitios en los que con frecuencia nieva en los inviernos, me acerco a zonas más cálidas de nuestra propia geografía y tomo dos o tres notas de avisos de agencias:

“ En Murcia, al Dirección General de Emergencias recomendó ayer evitar los desplazamientos por carretera a las zonas nevadas de la comarca del Noroeste de la Región”. No se trata de una zona donde nieva mucho todos los años, así como tampoco en Valencia o Alicante donde también se han dado preemergencias por nevadas. Son cosas del día a día.
 

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