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sociedad - LUNES, 15 DE FEBRERO DE 2010


La profesora de Cruz Roja. reduan.

Servicio de Atención Domiciliaria Educativa
 

Las clases, sin espacio concreto

El Servicio de Atención Domiciliaria
Educativa (SADE) de Cruz Roja
atiende, en los dos primeros meses
del año, a 25 menores ceutíes frente a
la cifra de 31 que cerró el pasado ejercicio
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El objetivo es que todos los niños y niñas de la ciudad autónoma sigan el transcurso escolar pese a que algunos, por factores externos como pueden ser accidentes, o internos, alguna enfermedad específica, deban abandonas las aulas y recibir las lecciones en otro espacio sin definir, bien sea en casa o incluso en el hospital.

Este Servicio de Atención Domiciliaria Educativa (SADE) cumple quince años en Ceuta, gracias a la subvención aportada por el Ministerio de Educación (MEC) y la labor desarrollada por los profesionales de Cruz Roja, durante este ejercicio por la profesora y voluntaria Maribel Hernández. “Cuando los niños van a estar en casa por enfermedad por un periodo superior a los quince días, los trabajadores sociales del colegio se ponen en contacto con nosotros”, explicaba la responsable de este servicio.

El protocolo a seguir en estos casos comienza con la visita al centro, el encuentro con los tutores del menor, la recogida del parte médico que justifica la convalecencia y ya se inician las clases a domicilio, donde es fundamental la entrevista con los progenitores para conocer las circunstancias específicas del usuario. Luego, “todas las semanas me acerco al colegio del alumno para recoger los ejercicios de los chicos y se entrega el material trabajado en la casa. Así hasta que el menor se incorpora; hay niños convalecientes todo el año y otros, si son roturas o postoperatorios, regresan a las aulas al mes o mes y medio. Depende de la patología diagnosticada”, concretaba la técnica Maribel Hernández.

Durante 2009, el SADE atendió a un total de 31 niños ceutíes de Educación Primaria y Secundaria; hasta la fecha actual, parece que la cifra se ha incrementado ya que en apenas dos meses, ya suman los 25 usuarios. “Todo depende de la demanda; ojalá fueran menos pero, visto y lo visto, todavía queda un trimestre y medio. En su mayoría suelen ser casos leves aunque, en menor grado, tenemos niños con cáncer, con fobia escolar u otro diagnóstico que trasciende lo físico”, lamentaba.

Pese a todos los intentos y con dos horas semanales, el SADE no puede abarcar la totalidad de las asignaturas que se imparten en los centros; por ello, los conocimientos se suelen centrar en las matemáticas, la lengua o el idioma extranjero, “para que, cuando el niño se incorpore, tampoco pierda el hilo. El alumnos es el que de manera particular estudia aquellas materis que requieren de codos, por así decirlo”, añadía. Situaciones concretas pero también cursos enteros puede atender el SADE dependiendo de las características del alumno, por lo que las actuaciones, varían. “Se programa la actividad de otra manera ya que se toman adaptaciones curriculares en el colegio, nos centramos en asignaturas concretas y lo más probable, es que el menos tenga que repetir el ciclo porque nuestra ayuda no es suficiente para superar el curso entero. Se intenta que el retraso con respecto al resto de compañeros sea lo menor posible. Por enfermedad, tienen derecho a examinarse en junio y en septiembre e incluso si el inspector de Educación lo requiere, yo hago los exámenes en casa, por lo que, necesariamente, no tienen que repetir curso. Todo depende del esfuerzo del alumno”, valoraba la profesional de Cruz Roja.

Los momentos más complicados se producen cuando los niños con algún diagnóstico más grave padecen recaídas de su enfermedad, por lo que el protocolo se vuelve a reactivar. “No es más difícil el trato ni la comunicación pero el entorno puede ser más complicado; ellos son totalmente conscientes de lo que tienen y sabiendo que están muy enfermos, lo que menos les apetece es dar clases. En ocasiones, prefieres charlar con él y les ayudas más con el ocio que con la educación. Una simple conversación, les ayuda a paliar el dolor”, confesaba Maribel Hernández, responsable del SADE desde hace dos años.
 


“A mi sobrino le pegaron en el colegio y mi hija se siente insegura”

La hija menor de Belen García Castañeda abandonó las aulas a inicios de este año al presentar un cuadro de ansiedad que tuvo su origen en la agresión que sufrió su propio primo. “El director y el jefe de estudios no tomaron medidas y mi hija se negaba a volver a las clases porque se sentía insegura. A raíz del problema que tuvo mi sobrino, se negaba a salir a calle y no quería coger el teléfono. Entonces, la trabajadora social del centro escolar me informó de este servicio y gracias a Maribel, todo va mucho mejor”, revelaba la ceutí.
 

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