El objetivo es que todos los niños y niñas de la ciudad
autónoma sigan el transcurso escolar pese a que algunos, por
factores externos como pueden ser accidentes, o internos,
alguna enfermedad específica, deban abandonas las aulas y
recibir las lecciones en otro espacio sin definir, bien sea
en casa o incluso en el hospital.
Este Servicio de Atención Domiciliaria Educativa (SADE)
cumple quince años en Ceuta, gracias a la subvención
aportada por el Ministerio de Educación (MEC) y la labor
desarrollada por los profesionales de Cruz Roja, durante
este ejercicio por la profesora y voluntaria Maribel
Hernández. “Cuando los niños van a estar en casa por
enfermedad por un periodo superior a los quince días, los
trabajadores sociales del colegio se ponen en contacto con
nosotros”, explicaba la responsable de este servicio.
El protocolo a seguir en estos casos comienza con la visita
al centro, el encuentro con los tutores del menor, la
recogida del parte médico que justifica la convalecencia y
ya se inician las clases a domicilio, donde es fundamental
la entrevista con los progenitores para conocer las
circunstancias específicas del usuario. Luego, “todas las
semanas me acerco al colegio del alumno para recoger los
ejercicios de los chicos y se entrega el material trabajado
en la casa. Así hasta que el menor se incorpora; hay niños
convalecientes todo el año y otros, si son roturas o
postoperatorios, regresan a las aulas al mes o mes y medio.
Depende de la patología diagnosticada”, concretaba la
técnica Maribel Hernández.
Durante 2009, el SADE atendió a un total de 31 niños ceutíes
de Educación Primaria y Secundaria; hasta la fecha actual,
parece que la cifra se ha incrementado ya que en apenas dos
meses, ya suman los 25 usuarios. “Todo depende de la
demanda; ojalá fueran menos pero, visto y lo visto, todavía
queda un trimestre y medio. En su mayoría suelen ser casos
leves aunque, en menor grado, tenemos niños con cáncer, con
fobia escolar u otro diagnóstico que trasciende lo físico”,
lamentaba.
Pese a todos los intentos y con dos horas semanales, el SADE
no puede abarcar la totalidad de las asignaturas que se
imparten en los centros; por ello, los conocimientos se
suelen centrar en las matemáticas, la lengua o el idioma
extranjero, “para que, cuando el niño se incorpore, tampoco
pierda el hilo. El alumnos es el que de manera particular
estudia aquellas materis que requieren de codos, por así
decirlo”, añadía. Situaciones concretas pero también cursos
enteros puede atender el SADE dependiendo de las
características del alumno, por lo que las actuaciones,
varían. “Se programa la actividad de otra manera ya que se
toman adaptaciones curriculares en el colegio, nos centramos
en asignaturas concretas y lo más probable, es que el menos
tenga que repetir el ciclo porque nuestra ayuda no es
suficiente para superar el curso entero. Se intenta que el
retraso con respecto al resto de compañeros sea lo menor
posible. Por enfermedad, tienen derecho a examinarse en
junio y en septiembre e incluso si el inspector de Educación
lo requiere, yo hago los exámenes en casa, por lo que,
necesariamente, no tienen que repetir curso. Todo depende
del esfuerzo del alumno”, valoraba la profesional de Cruz
Roja.
Los momentos más complicados se producen cuando los niños
con algún diagnóstico más grave padecen recaídas de su
enfermedad, por lo que el protocolo se vuelve a reactivar.
“No es más difícil el trato ni la comunicación pero el
entorno puede ser más complicado; ellos son totalmente
conscientes de lo que tienen y sabiendo que están muy
enfermos, lo que menos les apetece es dar clases. En
ocasiones, prefieres charlar con él y les ayudas más con el
ocio que con la educación. Una simple conversación, les
ayuda a paliar el dolor”, confesaba Maribel Hernández,
responsable del SADE desde hace dos años.
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