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OPINIÓN - DOMINGO, 14 DE FEBRERO DE 2010

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Sobre la agresividad en la escuela
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Cuando en pleno debate sobre el modelo educativo en España y con la petición de todo el profesorado de que se les conceda la categoría de autoridad pública, la violencia contra este colectivo sigue siendo una asignatura pendiente del sistema educativo. Uno de los casos más recientes ha tenido lugar en un IES de Andalucía. Con la intervención de la Policía Nacional ha sido detenido un menor de catorce años por insultos y amenazas a una profesora, con “te voy a reventar la cabeza y rajar el cuello”, en presencia del resto de alumnos, los cuales también sufrían actitudes ofensivas por parte del mencionado menor.

Pero, para llegar a esta gravísima situación, nuestro “héroe” realizaba todo un completo repertorio como escupir en el suelo, abrir ventanas, arrojar mobiliario al suelo o destrozar efectos personales de otros compañeros y de la profesora.

Denunciado el caso de la amenaza, este fue denunciado por el centro educativo y la Policía inició las gestiones para localizar al joven agresivo hasta proceder a su detención, que tras tomarle declaración fue puesto en libertad y entregado a su familia, precisando la Policía Nacional que los hechos fueron denunciados a las Fiscalía de Menores.

Preocupa, a partir de este momento, la situación de la escolaridad de este alumno. Con sus catorce años da la impresión que se encuentra en 1º o 2º de la ESO, aunque dadas las circunstancias, se supone que su rendimiento escolar es muy deficiente, por lo que, con toda seguridad, su escolarización obligatoria no la terminará. Y, puesto a disposición de la Fiscalía, es posible que sea incluido en un programa para modificar su conducta, porque de no ser así, ya imaginamos lo que le espera a este conflictivo alumno. Claro, que si se considera el caso como “cosas de niños”, posiblemente en el centro, el Consejo Escolar, estime conveniente una expulsión temporal de varias semanas.

Es importante tener presente que en el llamado Pacto Educativo, uno de los puntos exigidos por Sindicatos, profesorado, sociedad en general, es la recuperación de la autoridad perdida por los enseñantes, por lo que es necesario establecer los cambios oportunos en las normativas de convivencia escolar que dispongan los medios legales necesarios para que se recupere el control de la disciplina en clase y se les devuelvan la autoridad. Es necesario que la administración educativa ofrezca amparo legal y asistencia jurídica a los sufridos profesores y maestros, pero no sólo en el caso de que el docente sea denunciado, sino también para responder a denuncias falsas y a situaciones de agresiones y acoso. Veamos en que queda todo.

La conducta agresiva de los alumnos es muy frecuente encontrarla en el aula, pasillos, recreos, salidas de clases… Destacan en comportamiento general por la agresividad que manifiestan hacia los demás en su relación cotidiana con ellos. Tal agresividad se presenta bajo conducta de peleas, insultos, empujones, amenazas… de las que son objeto sus propios compañeros y, como estamos viendo en la actualidad, sus profesores y maestros.

Una de las causas que origina el comportamiento agresivo del niño, se encuentra en el seno familiar, donde las propias relaciones padres/hijos pueden ser el germen del citado comportamiento, que se pone de manifiesto en el centro educativo. Además del modelo de imitación negativo de los padres, en el ámbito familiar, pueden existir otros personajes que se constituyen como modelo de imitación, ya que cualquier miembro familiar adulto, puede ser imitado.

Además del grupo de pertenencia del alumno, existen otros aspectos de carácter ambiental que también aportan su correspondiente peso específico a la génesis, mantenimiento y consolidación de la conducta agresiva. Nos referimos a aspectos tales como la televisión, cine, las personas adultas y otros sectores que manifiestan unos patrones comportamentales caracterizados por el exceso de agresión verbal, desmesurada asertividad, expresión intolerantes de actitudes, situaciones muy beligerantes… Y, en momentos actuales, el ordenador, mal utilizado, en particular, el acceso a Internet.

El niño, inmerso en tales contextos ambientales, va adquiriendo su repertorio conductual, caracterizado por una tendencia a resolver, de un modo agresivo, cuantos eventos problemáticos de interrelación con sus compañeros del colegio o de la misma calle le son planteados. Y es en su propio centro donde se pone de manifiesto las conductas agresivas que tan negativamente afecta al rendimiento escolar del niño y a su propia adaptación al colegio.

Pero, por otra parte, el ambiente que rodea al niño puede, y de hecho en la mayoría de los casos es así, constituirse en un modelo negativo de imitación inductor de conductas agresivas. El ambiente formado por otros compañeros, que manifiestan actitudes beligerantes y por otros comportamientos caracterizados por la agresión verbal o física, es un excelente caldo de cultivo para que el niño aprenda a desarrollar tales conductas imitativas. En lo que se refiere al control de la conducta agresiva del alumno, lo más conveniente es crear ambientes distendidos y relajantes que contribuyan a rebajarla y el entrenamiento de habilidades interpersonales, siendo el juego en común, controlado, un gran factor de convivencia.

La agresividad en los alumnos se pone de manifiesto en la última década, siendo profesores y maestros las víctimas propiciatorias. En las aulas siempre han existido conflictos entre chicos y, en menor medida, entre chicas, aunque sus diferencias las dirimían en los recreos y en la calle. Esperemos lo que nos trae el Pacto Educativo sobre este tema.
 

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