Hace muy pocos días, todavía
joven, fallecía en nuestra ciudad el primer líder musulmán
que entró, por derecho propio, al Ayuntamiento, Mustafa
Mizzian Amar.
No habían transcurrido muchas horas del fallecimiento de
Mizzian, cuando algún grupo político, todo hay que
aprovecharlo, tenía la buena idea de argumentar que el
recién fallecido Mizzian debía recibir la Medalla de Oro de
la Ciudad.
Esta proposición, no sé si ha llegado a hacerse formal ya,
que creo que tenía inicialmente un sentido positivo, no ha
sido bien recibida por el PDSC que considera, y sus razones
poderosas tendrá para ello, que se ha planteado con
oportunismo político, para beneficio de algunos.
Y es que el PDSC se niega a aceptar, no quiere que otras
agrupaciones políticas se aprovechen de lo que ellos
consideran “la triste coyuntura” que está viviendo, estos
días, el partido, para aprovecharse con la petición de una
Medalla de Oro de la Ciudad para el líder de este grupo.
Si en la clase política no viéramos, a cada instante, como
se busca acrecentar los votos y las influencias a costa de
lo que sea, hubiéramos dicho que no habría razón en el PDSC
para criticar esta iniciativa que ha partido de otros
grupos.
Pero, claro, viendo lo que vemos a cada instante, es más que
posible que en el PDSC tengan toda la razón, especialmente,
si quienes promueven esa petición no estuvieron en la misma
línea que Mizzian, mientras este vivió.
Partiendo de aquí y con un claro sentido de lo que les
pertenece, por ser los que más cercanos han estado al
recientemente fallecido, líder del PDSC, se asegura que son
los únicos legítimamente aptos para pedir algo como es ese
galardón.
Y muestran esta opinión, porque en el seno del PDSC se cree
que el homenaje debe venir desde el grupo político, desde
dentro de su partido, desde donde se preparará, por tanto,
una propuesta a la Ciudad, para que desde ahí se le dé ese
tributo como merecedor de él por haber sido el primer líder
de un partido musulmán en Ceuta.
Por eso, dicen, precisamente, se merece tal galardón, porque
fue él y no otros el que un día decidió formar un partido
político, de ámbito musulmán, se presentó a unas elecciones,
logró un escaño y en las siguientes consiguió dos.
Mizzian marcó un camino que han seguido otros, con más
fuerza o con más medios, pero que no han sido los primeros
en “saltar a la arena” en Ceuta.
Y si hay sentido y solidaridad para con su líder, ya
fallecido, en el PDSC, concretamente en su ejecutiva vemos
la cordura de querer cumplir con el “expreso deseo de
Mustafa Mizzian” de que el partido, aunque tenga
dificultades, tiene que seguir adelante, afirmando que el
espíritu continúa latente y por consiguiente su ánimo
seguirá en el futuro.
No debemos olvidar que este es un partido que se ha dejado
ver, ha marcado su propia personalidad, con sus medios
limitados, en los últimos doce años y que va a seguir con la
misma línea, en busca de nuevos militantes, para seguir una
fuerza política, que trate de superarse cada día.
Ahora mismo, y venga de la iniciativa que venga, cuando
hemos visto que personas que nada hicieron por Ceuta fueron
galardonadas absurdamente, esa distinción debe llegar y
cuanto antes al recuerdo de Mizzian, pero sin hacer política
con los fallecidos.
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