Nunca he tenido apetencias
políticas ni nada que se le parezca, por la sencilla razón
de que tengo el pleno convencimiento de que iba a durar en
mi escaño menos que una pompa de jabón. La razón es muy
sencilla, sigo sin entender que haya que votar las
propuestas de mí partido, aunque ellas estén equivocadas. La
disciplina de voto no iría conmigo. Siempre votaría lo que
fuese bueno para todos.
Como fácilmente se puede comprobar, con esta forma de ser y
decidir según mi particular conocimiento, ningún partido
aceptaría llevarme en sus listas. Cosa, esta, que jamás me
ha preocupado lo más mínimo.
Aclarada esta particular situación he de añadir que, al
principio de la democracia, algunos quisieron que me
convirtiera en su líder. Basta con echar una ojeada a la
hemeroteca del periódico donde me inicie como periodista.
Claro que tengo que decir, que aquellos que me proponían
como líder de su formación, se equivocaron al creer conocer
mis pensamientos o mis sentimientos. Y otra oportunidad que
se me quiso dar, pero que jamás diré mientras viva. Se
quedará en mis memorias, si algún siglo de estos decido
escribirlas y más de uno se llevará una sorpresa enorme.
Esto, por supuesto, no quiere decir que cuando escribo sobre
asuntos políticos lo haga sin el menor conocimiento del tema
a tratar. Y como estamos en carnaval, con el permiso de
todos ustedes me voy a cantar el estribillo de la chirigota
que me da para apuntarme diez en la libreta de aciertos: “No
tirarme bocadillos de jamón, que me voy a mosquear”.
No hace muchos días y hablando de lo que me dio por llamar
“La rebelión de los charnegos”, decía que le quedaba menos
vida que a un pompa de jabón, pues CIU iba a ganar las
próximas elecciones autonómicas de calle.
Me basaba en el conocimiento que me dio el pueblo catalán,
en el tiempo que estuve trabajando en Barcelona. Y como
siempre me pasa, rápidamente han salido a darme la razón. Lo
ha expresado en público uno de los consejeros socialistas
del Gobierno, Ernesto Maragall, que ha dicho “Hoy por hoy,
Cataluña está fatigada del tripartito y no apoyará elementos
ni artefactos inestables”
El tripartito catalán está dando sus últimos coletazos. Lo
dicen las encuestas. Todos los sondeos dan por hecho que CIU
ganará las elecciones autonómicas de calle, aunque puede que
no alcance la mayoría absoluta pero, a pesar de ello, lo
tendrá fácil para gobernar.
Estaba claro que el tripartito es un pacto antinatura y,
sobre todo, que los catalanes de Cataluña no permitirían,
durante mucho tiempo que los charnegos gobernasen Cataluña.
Pues, Cataluña guste o deje de gustar, siempre será
gobernada por catalanes de verdad, no aquellos que llegaron
y que quieren ser y sentirse más catalanes que los propios
catalanes. ¡Pobres ilusos!
Como les decía no ha tardado mucho tiempo en que, un miembro
del Gobierno catalán, haya salido a darme la razón de todo
cuanto he escrito sobre la situación en Cataluña. Gracias,
Maragall.
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