PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales

 

 

cultura - DOMINGO, 14 DE FEBRERO DE 2010


Detalle del acta del acuerdo. archivo.

ceuta ayer
 

Adoratrices en Ceuta: setenta y cinco años de presencia (I)

El Ayuntamiento les concedió una subvención de seis mil pesetas anuales para cubrir
sus gastos iniciales de implantación en la ciudad
 

CEUTA
Antonio Martín

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Aunque el Instituto de las Religiosas Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento sobrepasa el siglo y medio de vida, los inicios de la congregación de las hermanas Adoratrices en Ceuta se remontan al año 1935, por lo que pronto cumplirá 75 años de historia. Superado con creces el ecuador de la segunda República Española, la situación política de Ceuta era relativamente tranquila. José Victori Goñalons, quien había sido nombrado alcalde de la ciudad apenas dos años antes (17 de septiembre de 1933), se erigió en uno de los principales artífices de la implantación de las Adoratrices en Ceuta.

Ante las necesidades y escasez de recursos que sufría la casa de Tánger, ciudad donde la congregación venía desarrollando su labor desde 1933, dos hijas de casa, Paulina de Jesús y María Covadonga de la Cruz, decidieron el 1 de abril trasladarse a Ceuta en busca de ayuda. Una vez llegaron a la ciudad, se hospedaron en el asilo Misericordia.

Durante los primeros días de su estancia en Ceuta, las dos hijas de casa solicitaron ayuda en diferentes viviendas, pero la fortuna nos les acompañó.

La suerte cambió el 4 de abril cuando por casualidad se detuvieron ante un gran edificio. Desconocían el lugar donde se encontraban, por lo que a un joven que estaba en la puerta (creyendo que se trataba de un miembro del personal de servicio de un domicilio particular) preguntaron si podían ver a los “señores”. De forma muy amable les contestó que se encontraban en el ayuntamiento, pero que si deseaban hablar con el alcalde volvieran el día siguiente que seguro les recibiría.

Con la ilusión de poder entablar conversación con el alcalde de la ciudad, las hijas de casa Paulina de Jesús y Mª Covadonga regresaron un día más tarde al ayuntamiento. La fortuna volvió a sonreírles porque José Victori Goñalons les recibió en su despacho, interesándose por la labor que desempeñaba la congregación de las Adoratrices. Tal fue su entusiasmo que invitó a las hermanas a participar en la sesión plenaria prevista para ese mismo día.

En el transcurso del pleno, y ante la presencia de todos los concejales, las hermanas volvieron a exponer el trabajo que realizaban en pro de las jóvenes necesitadas, consiguiendo la aprobación por parte de los ediles para la implantación en Ceuta de la congregación.

La ayuda no se hizo esperar porque ese mismo día el ayuntamiento les ofreció una vivienda ubicada en la zona de Hadú. Incluso se comprometió a pagarles las 500 pesetas que costaba el alquiler mensual. El primer paso se había dado, aunque restaba aún lo más difícil: la creación de la nueva casa en Ceuta. Al día siguiente, y satisfechas por lo conseguido hasta el momento, regresaron a Tánger.

Subvención

Dos días más tarde se desplazó a Ceuta la madre superiora de la casa de Tánger, Pilar de la Muela acompañada de la Hija de casa Mª Covadonga. El primer destino fue el santuario de Nuestra Señora de África donde se encomendaron, tras subir al camarín, a la patrona de la ciudad. Posteriormente se dirigieron al Ayuntamiento con la intención de formalizar el compromiso adquirido anteriormente. En el consistorio les recomendaron que formularan una instancia para, en caso de ser aprobada, poder recibir la subvención con la que pudieran fundar la casa en Ceuta.

El 12 de abril recibieron la contestación favorable, confirmándose una ayuda mensual de 6.000 de las antiguas pesetas. Desde Ceuta se comunicó a la madre superiora general la noticia de la aprobación de la subvención, dando la madre Diosdada Andía del Corazón de Jesús luz verde a la creación de la casa:

“Parece cosa de Dios la apertura de esta casa. Sigan adelante, siempre que ello no suponga una carga para el Instituto, que no puede afrontar ningún gasto extraordinario debido a los muchos que ha tenido con motivo de la República”. (Crónicas Adoratrices Ceuta. Año 1936)

Primera madre superiora

Para el nuevo hogar de las Adoratrices en Ceuta, la madre superiora general designó a Mª Inés de la Cruz como madre superiora. Junto a ella fueron destinadas la madre Pilar de la Muela, las hermanas Adelaida García Oña e Isabel Berasategui, y las hijas de casa, Mª Covadonga y Paulina de Jesús.

En principio se había elegido para instalarse una casa ubicada en la barriada de San José (Hadú), pero esta opción quedó posteriormente descartada al considerar que podía suponer un inconveniente el que se encontrara en la periferia de la ciudad, barajando alquilar una vivienda en la calle Mina, posibilidad que finalmente también fue desechada.

El 19 de julio, Mª Inés de la Cruz y Pilar Muela junto a las hijas de casa emprendieron el viaje desde Tánger con destino a Ceuta para materializar la fundación. Tras visitar el templo de Nuestra Señora de África se dirigieron al Asilo Misericordia, donde permanecieron las dos hermanas hasta la creación del nuevo hogar. Las Hijas de Casa fueron acogidas por la familia Lagarde –primos de una Adoratriz- que se brindó a ofrecerles su vivienda ante la imposibilidad de pernoctar en el asilo. Las religiosas continuaron buscando una ubicación para la casa hasta que el 22 de julio tuvieron conocimiento que era alquilada una vivienda en el centro de la ciudad. Casualmente ya la habían visitado anteriormente pero consideraron que económicamente no era viable. La casa que estaba situada en la calle Mártires, en las inmediaciones del Puente Almina –actualmente Plaza de la Constitución- pertenecía a África González Palacios. Su yerno, Antonio Sancho, manifestó a las Adoratrices que pese a que hasta cincos personas habían mostrado su interés por convertirse en inquilinos de la vivienda, prefería que ésta fuera destinada a la creación de la casa-colegio, por lo que rebajó el precio del alquiler mensual a 250 pesetas y ofreció además una vivienda anexa con varias habitaciones y un dormitorio con capacidad para quince camas. Ante tantas facilidades, las Adoratrices no lo dudaron.

A principios del mes de agosto rubricaron el contrato de arrendamiento con la familia Sancho y recibieron las llaves, comenzando inmediatamente el equipamiento del nuevo hogar. Fueron numerosos los objetos -camas, utensilios de cocina, vajilla, muebles, etcétera…- y ornamentos religiosos –Vía Crucis, altar de estilo gótico, reclinatorios…- que recibieron tanto por parte del Ayuntamiento como de los diferentes párrocos de la ciudad. El 9 de agosto el Vicario Capitular, Emilio F. García procedió a la bendición de la casa. La sociedad ceutí se volcó con las Adoratrices, y prueba de ello es que no faltaron las aportaciones: 250 kilos de carbón, maderas para la construcción de lo bancos de la capilla, carne y pescado a diario, rebaja en el precio de la luz eléctrica, entre otras muchas donaciones que hicieron mucho más fácil su implantación en Ceuta.

No faltó la visita del alcalde de la ciudad, José Victori Goñalons que tras recorrer las instalaciones se comprometió, además de seguir prestando su colaboración, a solicitar al gerente de las Oficinas del Acueducto que concedieran agua gratis, aprobándose posteriormente la petición hecha por el primer edil de la ciudad.

“El día más grande y feliz”. Así calificaron las Adoratrices en las crónicas, el 12 de septiembre, fecha en la que se celebró la primera misa en la nueva casa. La misma fue oficiada por Emilio García Fernández, secretario del vicario capitular.

Primera colegiala

El 11 de septiembre se registró la entrada de la primera colegiala interna en la historia de las Adoratrices en Ceuta. Sin romper la discreción y confidencialidad con la que las religiosas velan por la intimidad de las chicas acogidas, la primera colegiala se llamaba María. Era costumbre una vez ingresaban ponerle un sobrenombre, por lo que pasó a llamarse Natividad. Nació en Casares (Málaga), tenía 6 años y era huérfana de padre y madre. Las necesidades económicas provocaron que recalara como sirvienta en una casa. Fue precisamente la familia de la vivienda donde trabajaba quien recomendó su ingreso en las Adoratrices al sufrir una leve enfermedad mental, que con el paso del tiempo se vio agravada. Permaneció varios años como colegiala hasta que en 1942 fue trasladada a un centro de salud mental en Cádiz.

Paralelamente al internado o casa de acogida, las Adoratrices pusieron en marcha la academia nocturna. La madre María Teresa Llerena y la Hermana Valentina Aguado –ambas procedentes de Tánger- se incorporaron a la casa de Ceuta al objeto de organizar la academia que ya contaba con 191 chicas inscritas. El 7 de octubre dio inicio la labor docente de las Adoratrices en Ceuta.

Poco tiempo después, comenzaron las clases de corte y bordado impartidas por las propias religiosas a un reducido grupo de chicas.

La casa de Ceuta, pese al poco tiempo que llevaba implantada en la ciudad consiguió ganarse el respeto y cariño de los ceutíes, y prueba de ello es que durante las fiestas navideñas enviaron numerosos obsequios.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto