El Secretario General del PSOE ceutí, el arrinconado
Carracao, ha lanzado una propuesta de encuentro a su
homónimo ceutí del PP, para reiniciar los contactos
relativos a la reforma del Estatuto de Autonomía.
Sobre este mismo asunto, algo ha anticipado ya, aunque sea
de forma muy tímida, uno de los varones del PP nacional, Pío
García Escudero, de inminente visita a Ceuta. Y lo que nos
ha anticipado apunta hacia el apoyo del PP en las Cortes
Generales a una reforma de nuestro Estatuto que incremente
el autogobierno local. Sobre la posición de la dirección
nacional socialista, la nebulosa es un poco mayor, aunque es
de suponer que Carracao, antes de pedir la reunión a los
populares ceutíes, habrá consensuado con sus jefes la
posición final del PSOE.
El PSOE es siempre una incógnita en esta materia, por cuanto
no tiene una noción clara de los límites que desea para la
norma básica del autogobierno ceutí. Pero, claro, tampoco en
esto es una novedad, por cuanto nos tiene a todos en un
suspiro respecto de reformas de mucho mayor calado y de
alcance nacional, sobre las que no termina de definir su
posición más allá del enunciado de ideas generales. Es
decir: el PSOE tiene clara su filosofía, pero se tambalea
cuando se trata de aplicar medidas concretas, porque sus
líderes se sienten más cómodos en la disertación que en la
acción. Y es que, tal vez, serían buenos teóricos
universitarios, pero como gobernantes dejan mucho que
desear.
El PP de Rajoy, corre el riesgo de contagiarse en esa
nebulosa socialista que dice sin decir y se compromete sobre
vaguedades, de tal modo que se habla de reformas pero sin
concretar lo que se quiere reformar y se habla de mayor
autogobierno en el asunto de Ceuta, pero sin fijar el
alcance del mismo.
No sería deseable para nadie, que se impulsase a la
ciudadanía a ese callejón del enfrentamiento por ver quien
es el más patriota, a sabiendas de que unos y otros no
levantarán la valla que impide a los ceutíes pisar ese
césped que ellos mismos les animan a pisar.
Y es que cuando alguien se entretiene en colocar en la
primera línea de debate, una o varias cuestiones de esas que
se denominan de alta política, da la sensación de que está
huyendo de los asuntos más acuciantes, provocando otros
estados de opinión naturalmente más afines a sus intereses.
En Ceuta, al igual que en el resto de España, pero aquí más,
hay un problema de colosales dimensiones: el desempleo.Y
tengo la sensación de que hay que hacer algo más que
reformar el Estatuto para conseguir poner coto a esa
insoportable sangría.
Lleva la Asamblea de Ceuta casi cuatro años, intentado
consensuar un documento que lleve a las Cortes ciertas
garantías para su aprobación por las mismas. Y no digo yo
que sea tiempo o esfuerzos perdidos, pero los asuntos que
pueden determinar un desarrollo económico sostenible parece
que están en un vía con menos tráfico.
Que si las competencias en materia de urbanismo están aquí o
allí, permítanme que lo considere un asunto menor. Que si el
Presiente de la Asamblea debe ser distinto a quien presida
el Gobierno Autónomo, también o si hacemos dos leyes en un
legislatura o promovemos su promulgación a través de los
mecanismos actualmente previstos. Naturalmente, de educación
o asistencia sanitaria, mejor ni hablar, no vaya a ser que
al final acaben denunciando a nuestros comerciantes por
poner sus carteles anunciadores en castellano o terminemos
enseñando a nuestros alumnos que los Reyes Católicos eran en
realidad nacionalistas radicales. Y todo esto sin contar con
el consiguiente incremento del gasto público en más cargos “autogobernantes”.
Pero, ¿por qué no nos centramos en los asuntos que de verdad
afectan a los ciudadanos?. ¿No sería esta la auténtica
reforma que necesitamos?. Esta si que es una reforma
pendiente y digo esto no sólo para Ceuta, sino para el resto
de España, de esa España cargada de cargos que nos
“autogobiernan”, nos “autolegislan”, nos “imponen” la lengua
y la educación y hasta nos financian más o menos sanidad en
función de la comunidad en la que votemos.
En Ceuta, es urgente modular nuestro tráfico marítimo con la
península, deshaciendo para siempre esa insidia de peaje que
nadie paga en el mundo, sólo los ceutíes, por recorrer
veinte kilómetros en un transporte público de pasajeros. Y,
al tiempo, es esencial, que las mercancías puedan entrar y
salir de Ceuta a precios de transporte estandarizados, salvo
que queramos quedarnos a la cola de la competitividad de
Europa.
Es esencial estar preparados para atender a nuestros mejores
clientes, que son en su mayoría de Rabat, Casablanca y zonas
adyacentes y, para ello, debemos especializar a nuestros
jóvenes a través de adecuados instrumentos formativos y no
mediante los débiles intentos que actualmente están en
marcha.
El apoyo a la iniciativa privada debe ser decidido, pero sin
intermediarios ni patronazgos, sino sobre la base de
impulsar las muchas energías que se frustran por el camino
tortuoso de las ayudas.
Es vital concretar las reformas fiscales pendientes, la
situación aduanera, la posición jurídico-financiera ante
Europa, derivada de nuestra ubicación geopolítica.
Hay que aprovechar todos los recursos disponibles y
susceptibles de mejora, como el Puerto y sus múltiples
actividades y posibilidades y mejorar la red de ofertas de
ocio que sigue siendo muy escasa.
Y no hay que olvidarse que la base de un futuro próspero
pasa por impedir que varias generaciones de ceutíes se sigan
incorporando a ese club infame del fracaso escolar.
Hay materia suficiente para hablar y debatir más allá de
cuantas competencias más o menos debe tener la Ciudad
Autónoma. Así pues ¿qué reforma es la urgente?. Tal vez la
de nuestros políticos, empezando por Carracao.
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