La economía está en boca de toda
la gente. La cuestión no es centralizarse en lo económico,
sino en una hacienda con criterios éticos. Habría que antes
concentrar los esfuerzos en la persona, en la pobreza de
muchas almas, y ver que la dificultad no es meramente
monetaria, sino de aprender a vivir de manera más solidaria,
superando afanes y desvelos depredadores de interactuar unos
con otros y con la naturaleza. Cuando se pierde el respeto
por toda vida humana y por el entorno natural en el que
vivimos, difícilmente podemos levantar cabeza. De poco sirve
que unos poderes se acusen a otros o que se implanten
medidas de estímulo económico, si la inmoralidad campea a
sus anchas por el planeta. Asimismo, por doquier lugar se
habla de la recuperación financiera, ¿pero de qué rescate
estamos hablando, de aquél que está al servicio de los
ricos? Es más de lo mismo de siempre. Hay personas en el
mundo que jamás han conocido otra situación que la
marginalidad y la miseria.
Junto al respeto a toda vida, sea rentable o no
económicamente, la acción de las instituciones públicas y de
los ciudadanos debe centrarse en la búsqueda del bien común.
La economía no puede dictar modos de vida y dominar a su
antojo. Tampoco los poderes del capital, por muy poder que
sean, pueden considerarse como único punto de referencia.
Hoy más que nunca vivimos en continua relación personas de
diversas culturas y mundos, y es fundamental la escucha, la
consideración hacia todos. También considero vital que la
persona no se deje atar por economías basadas en el lucro a
toda costa; sistema que nos esclaviza, desordena y machaca
el medio ambiente, a más no poder. La apuesta económica debe
tener otros objetivos más prioritarios centrados en la
persona: alimentos básicos, vivienda, educación, salud y
oportunidades para desarrollar una vida decente. Lo
indecente es que los mercados sigan siendo injustos, no se
propicie la igualdad en los intercambios, y la justicia
distributiva brille por su ausencia como hasta ahora. En la
agenda económica mundial debiera figurar este problema como
primer deber resolutorio. A mi juicio, sobra todo lo demás.
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