Me hubiera gustado escribirles
aquello de “visto para sentencia”, pero su señoría la jueza,
con tino y buen criterio dadas las circunstancias
concurrentes, decidió posponer la vista para el 17 de junio:
con tantos tiras y aflojas entre los abogados de ambas
partes para intentar llegar a un acuerdo, al final el
traductor oficial de Yussef El Jauhari, el fotógrafo
tetuaní, debió de perderse y, por otro lado, faltaba también
un certificado pericial que atestiguase el estado del
teleobjetivo de la cámara de Yussef tras la agresión de
Abselimo, popularmente conocido como “el risitas”, el
“tablighi” al frente del cementerio musulmán el pasado día 2
durante el entierro de Zadredín Abelkader.
Al final el asunto se verá como un “juicio de faltas” aunque
ya la fiscal, en esta vista previa, tuvo los buenos reflejos
de inquerir sobre el carácter de funcionarios de los
demandados por nuestra parte, preguntando también por cual
era su función específica cuando el lío, porque esta es
otra: si el abogado de Abselimo, mi viejo amigo Abselam
Abderrahmán, parece que va a plantear el carácter de
funcionario de la criatura y que, en función del mismo y
dada al parecer la legislación al respecto “seguida en la
provincia de Cádiz y vinculante en Ceuta” no podría en
principio fotografiársele en el ejercicio de su trabajo,
resulta que cuando los autos Abselimo “el tablighi” no se
encontraba ejerciendo labor alguna, al contrario, estaba
sentadito y tomando el aire, digo. ¿En cuanto a los testigos
que trajo...?. Veamos: allí solo ví al hombre mayor de barba
blanca, algún otro desde luego no estaba presente cuando el
follón y, ¡atención!, ¿pretenderá esta secta islamista traer
algún testigo falso?. De todo son capaces esta gente que no
respeta y especula, pardiez, hasta con sus muertos.
También el Ilustre Ayuntamiento de Ceuta, siempre ciudad
querida, algo tendría que decir: de entrada me parece un
atrevimiento que, en presencia de su virtual jefe, el
alcalde Vivas, un trabajador se atreva a levantar un “pollo”
de este calibre. ¡”Chuma, chuma”!, Abselimo. Bien hará el
ayuntamiento ceutí en levantar al interfecto cuando menos un
apercibimiento informativo sin perjuicio de las
responsabilidades a que hubiere lugar pues, en caso
contrario, su autoridad -sobre todo en el vecino país al
otro lado de El Tarajal, donde el “affaire” ya ha sido
publicado en ocho periódicos- quedará en entredicho. Y si
algo hay que no se respete, ni en la cultura musulmana en
general ni en Marruecos en particular, es la debilidad. Mal
rollo ese.
Anteayer, por cierto, circunstancias familiares de última
hora impidieron que pudiera acercarme al entierro de Mustafa
Mizzian, con quien sin entrar en detalles siempre tuve una
relación correcta y cordial, intercambiando de cuando en vez
algún que otro diálogo ameno y constructivo. No sé, pero
quizás a instancia municipal Mizzian fue enterrado en el
cementerio de Sidi Embarek no en las laderas, sino en lo
alto, como extendiendo aun en su muerte un ala protectora
sobre los suyos.
Abselimo, “El tablighi”, paseó su figura raudo y veloz,
sinuoso, subrepticiamente, estando la oscura secta de la
Yamaâ al Tabligh oficiosamente representada por el
escayolista El Mardi. Quien no apareció ni en el entierro de
“Salem” ni en el de Mizzian es el “gurú” tablighi Laarbi
Maateis, conde de Mollina y emir de Kandahar... ¡Ah jai,
chof!, ¿donde te metes, estás de viaje o te encuentra otra
vez de baja...? Porque esa es otra: bien haría la Inspección
de Trabajo, que ya está haciendo una buena “limpieza” en
esta Ciudad, siempre querida, en echar un vistazo al
reconocido absentismo laboral de “sidi” Maateis. De entrada.
Porque de salida hay más. Mucho más, ya verán. Visto.
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