En el espacio de pocos días Ceuta asiste impotente a la
muerte de otro conocido dirigente musulmán, Mustafa Mizzian,
con el que finalmente pudo una rápida e implacable
enfermedad, siendo enterrado ayer con la asistencia también
de las máximas autoridades políticas de la Ciudad Autónoma
que, de este modo, quisieron manifestar su reconocimiento al
veterano político cofundador del PDSC que, hace tres años,
supo irse en silencio y con dignidad del escenario. Quizás
convenga recordar que, en su momento, Mizzian y su grupo
político de tres diputados contuvieron, al apoyar al Partido
Popular, la avalancha oportunista del GIL, llevando por
primera vez a la Asamblea la voz de la ciudadanía musulmana
de Ceuta alcanzando con ello un histórico hito. Mustafá
Mizzian falleció recibiendo toda la atención médica posible,
al igual que el también líder musulmán y presidente de FEERI
en la ciudad, Zadredín Abdelkader, “Salem” para sus amigos.
Esta vez, sin embargo, cierta prensa del vecino país no ha
aprovechado la dolorosa enfermedad de un ser humano para
cargar, injusta y demagógicamente, contra España y los
españoles de Ceuta al margen de su etnia, cultura y
religión. Todavía siento vergüenza ajena al repasar lo
publicado, en enero pasado, en un conocido semanario de la
vecina ciudad de Tetuán, en el que se “denunciaba” lo
siguiente: “Un rápido vistazo a Zadredín en la habitación
308 del Hospital de la Cruz Roja, acostado sobre una de las
tres camas de una habitación no superior a los siete metros
de longitud por cuatro de ancho, da la impresión de que
estuviera detenido en un centro penitenciario como castigo
por sus heroicidades en la defensa de Amir Al Moumenín
(Emirato de los Creyentes, en referencia a Mohamed VI), en
contra abiertamente de los partidarios del colonialismo en
la ciudad ocupada”. Ya le vale escribir esto a un presunto
periodista, arrojando por la borda los mínimos principios
deontológicos de la profesión. Este demagogo e intoxicador,
torpemente azuzado no hace falta que les diga por quienes,
olvida la mínima objetividad obviando que cualquier
ciudadano, usted o yo mismo amigo lector, habría sido
hospitalizado en semejantes condiciones. Flaco favor le hace
con ello al joven soberano Mohamed VI. Además, ¡qué
“racismo” ni qué leches!.
Viene todo esto a colación sobre la atención sanitaria en
Ceuta que, con la reciente inauguración del Hospital
Universitario, ha dado un salto de gigante no solo en la
calidad asistencial para los ciudadanos de esta ciudad, sino
también en realidad para una numerosa comunidad marroquí que
atraviesa el Tarajal para recibir, en la española Ceuta, la
atención que se les niega en su propio país. En este
contexto son más que oportunas las palabras del diputado
nacional del Partido Popular, Francisco Antonio González, en
una excelente entrevista publicada en la revista de esta
casa, “Ceuta Siglo XXI”, en su número 29 de septiembre del
año pasado. Extracto solo un párrafo que habla por sí solo,
poniendo las cosas en su sitio: “Los ciudadanos del Norte de
Marruecos colapsan nuestro servicio sanitario”. Cuando
quieras, Andalusí, te paso la entrevista entera para que la
comentes y traduzcas en el consejo de redacción de “Tamuda”,
semanario tetuaní del que eres director, amigo.
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