El lunes escribí la última columna
de Mustafa Mizzian, cuando aún vivía; hoy transcribo
literalmente la penúltima que le dediqué en el día que él
irradiaba felicidad porque estaba seguro de haber sido
nombrado asesor del Consejo de Administración de Emvicesa.
La columna fue publicada el viernes, 18 de abril de 2008.
“A Mohamed Alí le ha sentado como un tiro el que
Mustafa Mizzian haya sido nombrado asesor del Consejo de
Administración de Emvicesa. Y no ha dudado lo más mínimo en
largar contra esa decisión tomada por el Gobierno que
preside Juan Vivas. Alí estaba esperando con
verdaderos deseos que se produjera el hecho para denunciar
que el premio otorgado a Mizzian es debido al cumplimiento
de un pacto encubierto entre populares y el dirigente del
PDSC, por haber puesto éste todo su empeño, durante las
últimas elecciones autonómicas, en tratar de quitarle votos
a la UDCE.
A mí me parece muy bien que MA defienda a muerte los
territorios donde él tiene mayor número de votantes. Y hasta
comprendo que vea en Mizzian al adversario capaz de ir
ganando afines para la causa del PP en zonas donde priman
las simpatías por la coalición UDCE-IU. Ya que el hombre del
PDSC cuenta todavía con el favor de muchos funcionarios del
Ayuntamiento. Y es así, sin duda, porque cuando estaba en el
machito del poder nunca dejó con el trasero al aire a los
técnicos y supo darle a cada cual el sitio correspondiente.
De ahí que no sea infundado el temor de quien lidera la
oposición. Ya que el clientelismo, por muy fiel que sea,
acaba cambiándose de chaqueta, según las contraprestaciones
que reciba a cambio. Y ello es algo que Alí, tan listo como
un lepero, se sabe de memoria. Y a partir de ahora seguirá
tomándola con Mizzian a tiempo completo. No obstante, en
momentos donde Alí ha comenzado a zurrarle la badana a
Mizzian, es de justicia recordar que la prebenda que le ha
sido concedida a éste por el PP se la tenía ganada desde
hace muchísimo tiempo. De cuando el GIL ganó las elecciones
y los populares necesitaban para gobernar el beneplácito de
Chaib y Mizzian. Quienes, con un sentido enorme del deber y
de apego por la ciudad, dijeron no a los ‘gilistas’,
despreciando grandes sumas de dinero para ponerse a
disposición del PP.
Con aquella acción tan desinteresada –calcada a la
colaboración que viene manteniendo el propio Alí, desde hace
un tiempo con los socialistas y la Delegación del Gobierno-,
el PDSC consiguió frenar los ímpetus avasalladores de un GIL
que tenía todas las trazas de poder eternizarse en la
Asamblea de la Ciudad. Cierto es que el desprendimiento de
Mizzian y de Chaib les costó ser perseguidos, acusados y
condenados en su día. Como consecuencia de haberse excedido
ambos en la defensa de la ciudad, cuando la gente estaba
adormecida por la demagogia de un partido que, carente de
escrúpulos, se había hecho con los mandos para desvalijar
las arcas del municipio. Los políticos del PSDC pecaron de
inexperiencia. Se dejaron llevar por la vehemencia y sobre
todo por el deseo manifiesto de hacer patente su lealtad al
pacto que habían suscrito con los populares. Pues bien, de
aquella época, en la cual sólo este medio y tres o cuatro
personas se opusieron tenazmente al GIL, todavía ha de
prevalecer el recuerdo de quienes arriesgaron lo indecible,
cual políticos, con el único fin de que Sampietro
saliera de naja. Por consiguiente, a mí no me cabe nada más
que expresar mi satisfacción por el nombramiento de Mizzian
como asesor”.
(El nombramiento de Mustafa Mizzian, ante las críticas
acerbas de Mohamed Alí, nunca se hizo efectivo)
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