Todos los días me acuerdo de él. Y
todos los días suelo preguntar por él a sus más íntimos. Y
es que mis relaciones con Mustafa Mizzian fueron
siempre muy buenas. Y puedo decir que jamás, ni siquiera
cuando yo no estaba de acuerdo con su modo de actuar, y lo
hacía público, tuve por parte suya ni un mal gesto ni, mucho
menos, la menor muestra de desaprobación.
Mustafa Mizzian está pasando por un mal trance. Una
enfermedad lo tiene recluido en su casa. Y todos los que le
apreciamos, de verdad, estamos deseando que se produzca...
lo que se tiene que producir para seguir charlando con él
todos los días. De cuanto se encarte. Sobre todo de
cuestiones políticas. Que es conversación a la que siempre
se apunta quien ha sido fundador del Partido Demócrata y
Social de Ceuta.
En cuanto me toca hablar de MM, no puedo por menos que
acordarme de aquella noche de junio, de 1999, en la que el
GIL arrasaba en las urnas y parecía que caminaba con paso
firme hacia la conquista de una mayoría que le permitiera
gobernar sin que nadie le tosiera.
En la sede del PP, entonces en Real 90, a medida que
avanzaba la noche e iban llegando las actas de las mesas
electorales, cundía el pesimismo. La derrota de los
populares se estaba produciendo y desde ese preciso momento
empezaron a desatarse las iras contra Jesús Fortes. Quien
permanecía en la Delegación del Gobierno junto a Luis
Vicente Moro.
Aquella noche de junio, en el patio del edificio que
albergaba la sede de los populares, a mí me toco oír
opiniones contrarias a un JF que hasta entonces había sido
adorado por los mismos que ante la más que segura derrota no
dudaban ya de sacarle la piel a tiras. Pero no crean que
quienes despellejaban a JF eran militantes populares de
decir amén a todo, sino cargos destacados que empezaban a
darse cuenta de que se les estaba acabando el chollo de
mandar. No todos, ¿eh?; que los había fieles al jefe en
momentos donde los votantes del GIL atronaban las calles con
sus gritos de entusiasmo y sus cánticos de victoria.
Pero esa noche de junio a mí se me ocurrió decirle a
alguien, cuyo nombre debo reservarme en estos momentos, que
dejara el pesimismo a un lado porque los votantes del PDSC
no habían dicho la última palabra. Y a fe que acerté. Una
vez más mi intuición me había puesto en el buen camino. De
ahí que, una hora más tarde, sentí una enorme alegría al
percibir con toda claridad, desde el patio del edificio de
Real 90, donde estaba la sede del PP, la explosión de júbilo
expresada por los componentes de una caravana de coches,
todos seguidores de MM, porque habían obtenido tres escaños.
Los que, junto a los dos obtenidos por los socialistas,
darían a Jesús Fortes la oportunidad de seguir siendo
presidente de la Ciudad.
Mustafa Mizzian, Mohamed Chaib y Hakim Abdeselam, tres
políticos de religión musulmana, tuvieron la oportunidad, a
partir de esa noche de junio, de aceptar mucho dinero por
parte de quienes querían asegurarse el poder omnímodo en la
ciudad; es decir, el GIL. Pero los tres decidieron ayudar a
Ceuta, por encima de todo, poniéndose al servicio del PP.
Los tres pagaron caro su comportamiento. Los dos primeros
fueron enjuiciados. Y ambos se han resentido físicamente.
¿Casualidad...? Vaya usted a saber.
(Artículo escrito horas antes del conocimiento de la
muerte de Mustafa Mizzian)
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