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OPINIÓN - MARTES, 9 DE FEBRERO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mustafa Mizzian
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Todos los días me acuerdo de él. Y todos los días suelo preguntar por él a sus más íntimos. Y es que mis relaciones con Mustafa Mizzian fueron siempre muy buenas. Y puedo decir que jamás, ni siquiera cuando yo no estaba de acuerdo con su modo de actuar, y lo hacía público, tuve por parte suya ni un mal gesto ni, mucho menos, la menor muestra de desaprobación.

Mustafa Mizzian está pasando por un mal trance. Una enfermedad lo tiene recluido en su casa. Y todos los que le apreciamos, de verdad, estamos deseando que se produzca... lo que se tiene que producir para seguir charlando con él todos los días. De cuanto se encarte. Sobre todo de cuestiones políticas. Que es conversación a la que siempre se apunta quien ha sido fundador del Partido Demócrata y Social de Ceuta.

En cuanto me toca hablar de MM, no puedo por menos que acordarme de aquella noche de junio, de 1999, en la que el GIL arrasaba en las urnas y parecía que caminaba con paso firme hacia la conquista de una mayoría que le permitiera gobernar sin que nadie le tosiera.

En la sede del PP, entonces en Real 90, a medida que avanzaba la noche e iban llegando las actas de las mesas electorales, cundía el pesimismo. La derrota de los populares se estaba produciendo y desde ese preciso momento empezaron a desatarse las iras contra Jesús Fortes. Quien permanecía en la Delegación del Gobierno junto a Luis Vicente Moro.

Aquella noche de junio, en el patio del edificio que albergaba la sede de los populares, a mí me toco oír opiniones contrarias a un JF que hasta entonces había sido adorado por los mismos que ante la más que segura derrota no dudaban ya de sacarle la piel a tiras. Pero no crean que quienes despellejaban a JF eran militantes populares de decir amén a todo, sino cargos destacados que empezaban a darse cuenta de que se les estaba acabando el chollo de mandar. No todos, ¿eh?; que los había fieles al jefe en momentos donde los votantes del GIL atronaban las calles con sus gritos de entusiasmo y sus cánticos de victoria.

Pero esa noche de junio a mí se me ocurrió decirle a alguien, cuyo nombre debo reservarme en estos momentos, que dejara el pesimismo a un lado porque los votantes del PDSC no habían dicho la última palabra. Y a fe que acerté. Una vez más mi intuición me había puesto en el buen camino. De ahí que, una hora más tarde, sentí una enorme alegría al percibir con toda claridad, desde el patio del edificio de Real 90, donde estaba la sede del PP, la explosión de júbilo expresada por los componentes de una caravana de coches, todos seguidores de MM, porque habían obtenido tres escaños. Los que, junto a los dos obtenidos por los socialistas, darían a Jesús Fortes la oportunidad de seguir siendo presidente de la Ciudad.

Mustafa Mizzian, Mohamed Chaib y Hakim Abdeselam, tres políticos de religión musulmana, tuvieron la oportunidad, a partir de esa noche de junio, de aceptar mucho dinero por parte de quienes querían asegurarse el poder omnímodo en la ciudad; es decir, el GIL. Pero los tres decidieron ayudar a Ceuta, por encima de todo, poniéndose al servicio del PP. Los tres pagaron caro su comportamiento. Los dos primeros fueron enjuiciados. Y ambos se han resentido físicamente. ¿Casualidad...? Vaya usted a saber.

(Artículo escrito horas antes del conocimiento de la muerte de Mustafa Mizzian)
 

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