Sobre el citado análisis hago la
síntesis de dos párrafos: “¿Hay alguna esperanza que las
cuestiones referentes a la educación alcancen una solución
satisfactoria? Debo confesar que personalmente tengo muy
poca. Y esto contrasta con mi actitud habitual, que está
marcada por una considerable confianza en las posibilidades
humanas, y más concretamente de los españoles. Mi pesimismo
en asuntos educativos se funda en que no advierto demasiada
voluntad de mejorarlos. Rara vez se los plantea después de
una reflexión sobre las posibilidades y las necesidades, que
son los dos factores decisivos. El crecimiento numérico de
los que reciben diversos grados de educación, desde
principio de siglo hasta ahora es espectacular y debe
reconocerse. La calidad de la educación ha ido descendiendo
desde la Guerra Civil, con algunas mejoras excepcionales,
localizadas y de poca duración”…. “No creo que los problemas
de la educación sean más difíciles de resolver que otros.
Pero la condición inexorable es que sean planteados con
buena fe y un mínimo de responsabilidad. La esperanza es lo
último que se pierde; pero acaso se pierde al final.”
Hago esta introducción para exponer y comentar la marcha del
llamado Pacto Educativo, que se encamina hacia su final, ya
que el Sr. Ministro de Educación, en estos momentos, se
encuentra en conversaciones con las partes comprometidas y
sus deseos son que para el final de este mes esté resuelto.
Para el partido de la oposición, PP, los pilares
fundamentales de la propuesta del Pacto Educativo recoge las
siguientes: reducir en un año la duración de la ESO para
hacer un bachillerato de tres años, uno de formación general
y dos de modalidades, por lo que en definitiva, la ESO se
estructuraría en dos ciclos: General, de tres años de
duración (12-15 años) y Superior, también de tres años
(16-18 años) y con dos vías: Bachillerato y Formación
Profesional.
En cuanto a la asignatura, EpC, conviene tener en cuenta,
que en el documento remitido por el Ministerio a las
autonomías queda fuera de debate; los populares defienden
que se suprima en Primaria y sólo se imparta Educación
Cívica de forma transversal, que se mantenga en la ESO con
programas diferentes, que proporcionen a los alumnos el
conocimiento de la Constitución y sus valores. Asimismo,
apuestan por recuperar en bachillerato la dimensión clásica
de la Filosofía, ahora unida a Ciudadanía.
Por otra parte, se intenta buscar con el pacto un horizonte
de al menos diez años y, estos sí que tiene significado: la
defensa del idioma como elemento esencial, autoridad del
maestro… y que el Sr. Presidente, por falta de credibilidad,
no intervenga.
Conocedor el Sr. Ministro de la propuesta de los populares,
da la réplica consiguiente: “Las propuestas siempre son
válidas y valiosas si se hacen dentro de un contexto”; para
llegar a un acuerdo y “no se esgrimen como bandera electoral
o como si fueran un programa electoral”. Y advirtió: no es
el momento de mostrar los programas electorales sin hacer
valer los puntos en común. “Y por último, aseguró que hay
algunas aportaciones del PP que ya están en la mesa del
análisis del Pacto, otras abren nuevos debates y algunas son
más programa electoral.”
Obviamente, según el Sr. Ministro, se analizarán las
propuestas de todas las autonomías con el interés y cuidado
para buscar un “texto base” para el consenso, interesándose
por el tipo de Bachillerato que se quiera, las posibilidades
formativas del último año de la enseñanza obligatoria o el
concepto de curriculum necesario para que la cohesión de
todos los sistemas educativos sean compatible. “Espero que
sobre esas cosas, seamos capaces de encontrar acuerdo. Yo
siempre confío en el acuerdo y trabajo por él”.
El Sr. Ministro considerará todas las iniciativas, siempre y
cuando sean respetuosas y de carácter educativo. Que no se
aprovechen del momento para exhibir sus programas políticos,
porque un Pacto no es la oposición de programas electorales,
sino el encuentro de aquello que es común”.
Y dentro del optimismo patológico del Sr. Ministro, piensa
que el pacto se puede alcanzar teniendo en cuenta las
conversaciones con las fuerzas políticas, los agentes
sociales y los representantes de los padres y alumnos que
continuarán todo el mes de Febrero, para que al final se
pudiera tener un texto con viabilidad y consenso
suficientes, aunque “todo depende la voluntad política”.
Y a todo esto el PP, que si bien ha mostrado su buena
disposición al Pacto, lo condiciona a que se acepten sus
“principios irrenunciables” y se reconozca el fracaso de la
Logse. De lo contrario, manifiestan, “se hablaría de
acuerdos puntuales”, nunca de Pacto, y además “hacer un
Pacto para nada, no tiene sentido.”
Entre las 104 iniciativas presentadas por el Sr. Ministro,
destaca la consideración de 4º de la ESO como orientación
hacia el Bachillerato; una prueba de evaluación en 6º de
Primaria y 3º de Secundaria y el reconocimiento de la
autoridad del profesor. En cuanto a la Lengua Española, el
texto no hace referencia concreta, el Sr. Ministro reiteró
“que la constitución la protege y su enseñanza será objeto
de evaluación”.
El Sr. Ministro recalca que los cambios normativos y las
modificaciones que se deriven del posible pacto, precisarán
una mayoría parlamentaria de los dos tercios, ¿cómo se
llevará a efecto si sólo con los dos partidos mayoritarios
se puede realizar? ¿Y si los populares dicen no? ¡Adiós al
pacto! Y estoy convencido que así será.
Retomando la introducción –artículo de Julián Marías- es
significativo que la fecha de su publicación coincide con la
publicación de la nefasta LOGSE, en gran parte culpable de
la situación que vive la enseñanza actual, posteriormente
refrendada por su sustituta LOE. El Sr. Marías se adelanta a
las grandes dificultades para ponernos de acuerdo en la
enseñanza.
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