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OPINIÓN - DOMINGO, 7 DE FEBRERO DE 2010

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

En memoria de los generales
Millán Astray y Galera Paniagua

 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Con lema “Viva la Muerte” junto al de ¡A mi La Legión!, el General Don José Millán-Astray y Terreros quiso diferenciar el nuevo Cuerpo de Ejército que en el año 1920 se creara a instancias del mismo por Orden de 28 de enero de 1920, precisamente en Ceuta, el llamado Tercio de Extranjeros, embrión de lo que posteriormente vendría a ser La Legión, cuya filosofía, plasmada en el Credo Legionario, sería la base espiritual del nuevo Cuerpo.

El General Millán-Astray, curtido en mil batallas entre las que se cuentan las llevadas a cabo en el antiguo Protectorado de España en Marruecos (al que tantos desvelos para su pacificación y mejoramiento de vida empeñó el Estado Español) y en Filipinas (en defensa del último bastión de nuestro país en el lejano oriente), bizarro general que tantas veces había visto pasar la muerte por su lado en los campos de batalla, distinguido con las mas altas condecoraciones del Estado en tiempos de gobiernos monárquicos y republicanos (dos Medallas Militares Individuales, entre otras) por sus hechos de gran arrojo y valentía, sufriendo cuatro heridas como consecuencia de una de las cuales perdió el brazo izquierdo que se le amputó en el Hospital Militar de Tetuán y, de otra, perdiendo el ojo derecho. Ha sido ahora, según leemos en la prensa nacional, “recompensado” retirándose, con nocturnidad y alevosía, por el Ayuntamiento de La Coruña, el monumento a su figura que se erigía en la plaza de su nombre en la citada capital gallega y llevado a un almacén municipal.

“Este bizarro general, que tantas veces había visto cruzar la muerte por su lado en los campos de batalla, escribe, en la madrugada del día 1º de enero de l954 la última página de su vida, el día que Dios Nuestro Señor fue servido disponer que la escribiese. No quiso solemnidades ni honores fúnebres de ningún tipo. Tan solo los legionarios de su escolta fueron los encargados de darle sepultura en el madrileño cementerio de La Almudena. Sobre su tumba, una lápida de granito con esta lacónica inscripción: MILLÁN ASTRAY. LEGIONARIO”. (Francisco A. Cañete. Comandante de Infantería y Legionario de Honor).

En Ceuta tenemos otro ejemplo de retirada de placa en la plaza que llevaba el nombre del General Don Alfredo Galera Paniagua, soldado ejemplar, de buen sentido y excelentes dotes de mando, nombrado en 1956 Teniente General Jefe de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire España en el Norte de África y del Gobierno General de las Plazas de Soberanía, quien dirigió el repliegue de las tropas españolas en Marruecos trayendo a Ceuta el honor, el respeto, el afecto y el reconocimiento en su persona por el pueblo marroquí de como la nación española supo cumplir con los compromisos contraídos por su carácter auténticamente proteccionista de la nación vecina, creando escuelas, hospitales, fábricas, construyendo modernas edificaciones, llevando a cabo numerosas obras de infraestructuras como puentes, carreteras, líneas de ferrocarril y permitiendo a los ciudadanos marroquíes, hasta aquel entonces dedicados casi en exclusiva a la agricultura y a los oficios artesanales, una mejoría tanto asistencial como económica, Fue, asimismo, el que dirigió la transferencia de los efectivos, humanos y materiales, que sirvieron de base para la creación de un moderno ejército marroquí, experimentando Ceuta, por el repliegue de las tropas a esta ciudad y por la acción directa del Teniente General Galera, un auge jamás conocido.

Todas estas acciones, al igual que ha hecho la ciudad de la Coruña con el General Millán Astray, se las “reconoció” (¿) la ciudad de Ceuta al Teniente General Galera Paniagua, quitando el nombre de la plaza y llevando la placa con su efigie a un almacén municipal de donde, según tenemos entendido, sus hijos la recogieron y llevaron a su ciudad natal. No merecen los coruñeses (milenaria ciudad patria de María Pita, Emilia Pardo o Ramón Menéndez Pidal) y ceutíes (pueblo noble, leal y agradecido) que se les “distinga” por estos hechos fruto, pensamos, de acciones retrógradas propias de tiempos pasados. Bien merecían los ilustres generales citados, se les hubieran mantenido los monumentos erigidos en su memoria por el respeto y admiración que ante los españoles tienen acreditados.
 

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