Acostumbrarse a que lo que único que puede mantenerlos con
vida es un riñón artificial. Asumir esa idea y convencerse.
Con esta actitud afrontan muchos enfermos renales de la
ciudad las cuatro horas diarias durante tres jornadas a la
semana que deben pasar conectados a una máquina de diálisis.
“Puede resultar incómodo, pero más lo es vivir sin riñones”,
apunta Mercedes Medina, de la asociación de enfermos
renales, Alzer.
En la Ciudad Autónoma de Ceuta ochenta personas acuden
periódicamente al centro de hemodiálisis del Polígono Virgen
de África, que dirige el nefrólogo Guillermo Gorostiza.
Veintisiete puestos de diálisis distribuidos en dos salas
que insuflan vida cada semana a quienes se les han ido
apagando los riñones. Los efectos que la máquina dializadora
pueda tener sobre los pacientes depende del estado en que se
llega a esta terapia de reemplazo renal. “Quienes acuden con
sus dietas y sus tratamientos no tienen por qué presentar
complicaciones. Pero si estás mal cuando empiezas la
diálisis la máquina termina de deteriorar a la persona”,
prosigue explicando Medina.
la hemodiálisis es un método para eliminar de la sangre
residuos como potasio y urea, así como agua en exceso cuando
los riñones son incapaces de hacerlo. Cuando se entiende que
existe una falla renal.
Además, del centro ubicado en el Polígono Virgen de África,
el nuevo Hospital Universitario de Ceuta posee otros doce
puestos de tratamiento. Sin embargo, el Instituto Nacional
de Gestión Sanitaria (Ingesa) no tiene la previsión de
deshacerse de aquellas otras instalaciones periféricas. “El
contrato todavía tiene algunos años de vigencia”, explicaron
desde el Instituto Sanitario.
Los pacientes se encuentran satisfechos con el centro.
Excepto por las dilatadas esperas que deben padecer para que
una ambulancia los devuelva de regreso a casa. Se trata de
vehículo de transporte colectivo que debe hacer su recorrido
cada jornada para ir recogiendo de sus domicilios a los
pacientes que necesitan drenar su sangre. Lo peor viene
después, hasta esperas de dos horas para que los devuelvan
de regreso a casa tras pasar cuatro atados a la máquina
dializadora. “Estamos pendientes de una reunión con el
director territorial del Ingesa, Jesús Lopera, para que
solucione el problema del transporte entre el centro de
hemodiálisis y los domicilios de los pacientes. Considerando
que se encuentran inmersos en las labores de traslado del
hospital civil, les daremos un margen de tiempo para que
atiendan nuestra reclamación”, prosiguió explicando Mercedes
Medina.
Cuando los riñones ya no quieren funcionar, la única opción
que les queda a los enfermos renales es el trasplante. Una
opción a la que no todos tienen acceso. Si posee otras
patologías asociadas a la falla renal el paciente puede no
ser apto. Otros aguardan a los resultados de las pruebas
para dilucidar que lo son. Otros, simplemente, permanecen en
lista de espera de un donante de órganos que sea compatible
con él.
Según continuaron exponiendo desde Alzer, en Ceuta existen
en la actualidad unas quince personas esperando la donación
de un riñón que sea compatible con su organismo. En todo
caso, en el supuesto de encontrar el riñón adecuado, deben
salir de la ciudad autónoma para someterse al trasplante.
La coordinadora de trasplantes del Hospital Civil de Ceuta,
Irene Martínez, explicó que el mayor número de este tipo de
intervenciones se realizan en el hospital de Málaga, porque
las instalaciones de la ciudad sólo están preparadas para el
trasplante de córnea.
La extirpación de un riñón defectuoso generalmente no
reviste más complicación si se tiene el otro sano. Sin
embargo, como informó EL PUEBLO, hace justo una semana, una
paciente de treinta y cuatro años murió en el quirófano
donde se le practicó la nefrectomía.
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