Pese a ser prestaciones que protegen a las personas con
discapacidad, el paso de la primera Ley de Integración
Social de Minusválidos (LISMI) a la pensiones no
contributivas no convence a los mayores ceutíes ya que la
primera sólo atiende a la renta personal mientras que la
segunda, a la familiar por lo que los baremos son difíciles
de compatibilizar.
“Cualquier incidencia de algún familiar que conviva,
trabaje o le pase algo influye en la pensión no contributiva
porque mira la renta familiar mientras que en la LISMI, sólo
se valora la personal”, argumentó el director del IMSERSO,
Fernando Jimeno, para aclarar por qué a los mayores ceutíes
les cuesta asimilar que en caso de desaparición del cónyuge,
sólo prevalece la prestación que uno de los dos ha recibido
de manera individual aún en el caso de que “entre menos
dinero en el núcleo familiar”.
Alrededor de 1.738 ceutíes reciben actualmente una pensión
no contributiva. Esto es, prestaciones económicas que se
reconocen a aquellos ciudadanos que, encontrándose en
situación de necesidad protegible, carecen de recursos
suficientes para su subsistencia en los términos legalmente
establecidos, aun cuando no hayan cotizado nunca o el tiempo
suficiente para alcanzar las prestaciones del nivel
contributivo. En Ceuta recibieron dicha ayuda 883
beneficiarios por jubilación y unos 855 por invalidez,
alcanzando el importe de la nómina los 593.599 euros a cargo
del IMSERSO.
Sin embargo, esta prestación social está íntimamente ligada
a la Ley de Integración Social de Minusválidos (LISMI), cuya
nómina el pasado mes ascendió a los 22.667 euros, que
llegaron a unos 116 ciudadanos, que reciben de forma
residual una cuantía de 149 euros mensuales. Dicha ley nació
en 1983 y su vigencia concluía con la entrada en vigor de
las pensiones no contributivas, en 1992. “Pero hay una serie
de personas que han ido pasando progresivamente de una a
otra, entre 400 y 500 personas en la ciudad autónoma. Hay un
grupo residual que no pide la no contributiva porque esta,
para concederla, se tiene en cuenta las rentas familiares
mientras que la LISMI sólo las personales”, explicó Fernando
Jimeno, director del IMSERSO. La LISMI permanecerá vigente
“hasta que fallezca el último beneficiario y su origen
estuvo motivado en la protección de la persona con
discapacidad”, aclaró Jimeno, Pero el problema del paso de
una a otra son los parámetros para su valoración y posterior
aprobación, lo que crea incertidumbre entre sus
solicitantes.
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