Me para un arquitecto de cuyo
nombre siento no acordarme en estos momentos, aunque sé que
es muy amigo de Antonio Francia, para decirme, dado
que me lee todos los días, que hay un par de caricatos que
tratan de hacer reír en una televisión local. Y que basan su
programa en contar mentiras.
De uno me ha dicho que es nacido en Guipúzcoa y que bizquea
más que ganas de matar tienen los etarras de por allí. Pero
amén de meter un ojo para adentro, que tampoco es una
desgracia, si acaso no tiene demostrado que es gafe, es
también lechón. De los que huelen un montón. Lo del pareado
es a propósito. Del otro, del otro caricato, ninguna pista
me ha dado; aunque me ha insinuado que puede ser propenso a
soltar aceite por la junta de culata de los glúteos
desgastados por tanto ir del puente a la alameda buscando a
ver qué encuentra a horas intempestivas.
Pues bien, como eso de contar mentiras tralala se me da a mí
más que bien; pues no en vano fueron varios los fuegos de
campamento que pasé en mi niñez, he decidido, tras lo que me
ha contado el arquitecto amigo de Antonio Francia, dar un
curso de ellas.
Del primero, es decir del que bizquea más que ganas de matar
tienen los etarras de su tierra, debo decir que llegó a
Ceuta con una mano detrás y otra delante y escupiendo por un
colmillo. Parecía haber inventado el periodismo y lucía unas
maneras tan sutiles como delicadas. En realidad, causaba
tanta risa que a mí me dio incluso por salir en su defensa.
Al segundo me lo imagino como perdido. Más bien buscando su
sitio en una sociedad donde todavía cuesta trabajo admitir
que alguien se decida a salir del armario. Pobrecito mío. Lo
mucho que debe de estar sufriendo. De todos modos, seguro
que tiene en su compañero de programa un alma dispuesta a
ofrecerle toda su ayuda y en todos los sentidos.
Del primer caricato, recuerdo yo lo mal que hablaba de
Juan Vivas y de esta ciudad. Todo el día se lo pasaba
largando de cómo la prensa estaba vendida y, por tanto,
sometida a un gobierno de extrema derecha que era la ruina
de Ceuta. Ya dejaba entrever que iba a pertenecer a la tribu
de Aróstegui y compañía.
Del segundo caricato, en vista de que no me han dado pistas
sobre él, tendré que preguntar si se le nota mucho la pluma.
Y si es gracioso y se contonea tan bien como para poder
ofrecerle que baile la danza del vientre en una fiesta que
daré próximamente para celebrar que este periódico se
imprime en Ceuta y llega a todos los sitios muy de mañana.
Sin tener que estar pendiente de los barcos. ¡Qué pasada...!
Al muchacho nacido en Guipúzcoa, que bizquea más que ganas
de matar tienen los etarras de esa provincia, y que en sus
comienzos ponía a Vivas como chupa de dómine y decía que
esta ciudad era el culo del mundo, habré de recordarle cómo
no tuvo el menor inconveniente en trabajar para la
televisión pública. Haciendo de bufón callejero. ¿Te
acuerdas guipuzcoano el día que quisiste preguntarme en el
Puente del Cristo y te mandé a tomar por el culo?
En cuanto al muchacho que tiene estropeada la junta de
culata, lo único que puedo decirle es que nadie es perfecto.
(He aquí dos intelectuales destacados de esta tierra: J.
Manuel González Navarro y Javier Sacona González).
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