LUNES. 18
Veo salir del Ayuntamiento a Ángel Javier Díez Nieto,
consejero de Recursos Humanos, y lo espero para invitarle a
tomar el aperitivo. Y es que el periodismo, señores y
señoras, se hace en la calle. Y Díez Nieto, a quien aprecio
de veras, por circunstancias que no vienen al caso airear,
acepta. Y nos ponemos a charlar mientras bebemos un vino y
saboreamos las tapas correspondientes. Y, cuando estamos en
lo mejor de la conversación, aparece Manuel González
Bolorino. Quien se suma a los comentarios. Y puedo decir
que no tenemos el menor inconveniente en sacar a relucir
asuntos que son tan verídicos como dignos de ser repasados
de vez en cuando para que nadie se olvide de lo que no debe
olvidarse. Y, metidos en faena, no sé por qué motivo la
conversación desemboca en cuestiones concernientes a
Internet. Ese mundo en el cual te puedes encontrar de todo;
es decir, desde cobardes que escriben con seudónimos a
páginas donde se hace proselitismo del ‘folleteo amigos’. Y
salen a relucir nombres de conocidos. Silencio.
MARTES. 19
Antonio García Gaona es presidente de la Federación
de Fútbol de Ceuta. Es asesor muy principal de la Asociación
Deportiva Ceuta. Y, por si fuera poco, me dicen que también
factura al equipo de sus amores. Así que tendré que
preguntarle si es verdad que está cometiendo tamaño
disparate. A no ser que las normas hayan cambiado. O bien
los dirigentes se pasen éstas por el forro. En la misma
conversación, uno de los participantes dice que García Gaona
se ha quedado como presidente de la federación porque
necesita cobrar todos los dineros que el organismo le debe
de cuando estaba el presidente que era su amigo. Y, cuando
oigo semejante disparate, me encojo. Y pienso: ¿de qué le
debe la federación dinero a García Gaona? ¿Acaso porque no
le pagaban su sueldo como vicepresidente que era? Y, de
pronto, se me viene a la memoria el nombre de Nicolás
Rodríguez. Un eterno aspirante a la presidencia y que
terminó formando parte de la directiva de García Gaona. A
fin de consultarle al respecto. Mas alguien me cuenta que
Nicolás, harto de ver lo que no debe en la federación, ha
decidido irse. De cualquier manera, trataré de ponerme en
contacto con él para ver si se atreve a hablarme con
claridad de ese agujero negro que hay en la Federación de
Fútbol de Ceuta.
MIÉRCOLES. 20
Pablo Ferreras Guerra es un joven empresario que
lleva casi once años destacando en negocios que tratan de
que la noche colme las apetencias de ocio de sus clientes.
Los que acuden a “El Refugio de Buda o bien a “El Ático”.
Hablar con Pablo es siempre un placer. Porque goza de una
juventud revestida de madurez. Es tan agradable como ameno.
Hoy, tras saludarnos, hablamos de cómo le van las cosas. Y
me cuenta que está dolido y preocupado. Porque, de un tiempo
a esta parte, más o menos desde que inauguró “El Ático”,
viene notando comportamientos muy extraños hacia su persona
y, sobre todo, hacia este pub. O sea, que el negocio está
siendo sometido a una especie de persecución por parte de
alguien que quiere quedarse con él a toda costa. Y trata de
causarle trastornos para ver si se aburre y lo deja. Ya que
“El Ático” lo tiene en condición de alquiler. En fin, que
dejo que Pablo se desahogue. Porque comprendo su
preocupación. Esperamos que todo sea una falsa alarma.
JUEVES. 21
Mustafa Mizzian, durante su etapa como hombre fuerte
del Partido Demócrata y Social de Ceuta, nunca dudó a la
hora de llegar a acuerdos con el Partido Popular. Todavía
recuerdo cómo desechó los ofrecimientos del GIL, que no eran
moco de pavo, para que los populares pudiesen gobernar. Sus
decisiones estuvieron siempre encaminadas a conseguir el
equilibrio del gobierno, en una ciudad necesitada de calma.
Y sobre todo actuó siempre pensando en el bien general y
tratando por todos los medios de ayudar a las personas más
necesitadas. Lo cual no significa, de ningún modo, que como
político fuera un dechado de perfección. Puesto que no
existen mirlos blancos entre quienes participan en la vida
pública. Aunque a Mizzian hay que reconocerle que desempeñó
su labor de manera notable. En estos momentos, Mustafa
Mizzian está pasando por un difícil trance. Y le deseamos
pronta recuperación. Aunque no olvidamos decirle que ha de
ser él quien le eche al asunto toneladas de valor y decida
ganarle la partida al contratiempo. Con el arma de la fe
ciega.
VIERNES. 22
Me saluda Javier Arnáiz, arquitecto municipal, y nos
ponemos a charlar. Y lo primero que se le ocurre decirme es
que mis lectores aumentan debido a que les estoy contando
cosas muy sabrosas. Que estoy manteniendo el interés de la
gente que disfruta mucho con los personajes de los que les
vengo hablando últimamente. Se refiere, claro está, a la
fea, feísima de la muerte; al sablista y al toro suelto.
¿Los conoces tú, Javier? Hombre, por supuesto que sí, me
dice. Y allá que seguimos hablando de otro asunto mientras
andamos unos metros y nos despedimos. Dejar a Javier y
tropezarme con Pepe Ríos fue cuestión de pocos
minutos. Y Pepe, tras intercambiar unos comentarios sobre el
Madrid, el equipo que nos tiene comida la sesera a los dos,
no duda en decirme: Manolo, desearía que me dijeras quién es
la fea, feísima de la muerte; el sablista y el toro suelto
¿Por qué quieres saberlo, Pepe? Verás, Manolo, porque
te oigo hablar de ellos todos los días y mis conocidos me
han dicho que te pregunte. Bueno, para eso estás tú, querido
Pepe, para sacarles de dudas. Y es que los lectores están
entusiasmados.
SÁBADO. 23
Del doctor Molina les hablé la semana pasada. Pues
bien, este sábado nos hemos vuelto a ver en el mismo sitio y
a la misma hora. Y lo primero que me dice es que como siga
dándole disgustos al toro suelto, seguramente le voy a
ocasionar trastornos graves. Dado que está seguro de que al
astado le sobran muchos kilos y que es bebedor compulsivo de
cerveza y morapio. Amén de que será de tensión alta. El
doctor Molina trata de sonsacarme en relación con el toro
suelto. Y le doy la siguiente pista: de pequeño era tenido
por niño repelente. Y es tan feo como la mujer que ejerce de
jefa en un medio local. Que ya es difícil. Pero el doctor
Molina me responde que las pistas ofrecidas no le son
válidas. Que sigue sin saber quién puede ser la persona a la
que yo califico de toro suelto. Y como, a pesar de su
insistencia, sigo sin soltar prendas, cambia de tercio.
Bueno, al menos deberías aclararme qué tienen que ver en
este enredo Higinio Molina y José Antonio
Rodríguez. Y le respondo que el toro suelto, que se las
da de artista consagrado, los exhibe a cada paso en su
rincón de seguridad. Y salen tan favorecidos ambos, que
están dispuestos a pedirle una copia del asunto para hacerle
un marco y lucirlas en la salita de estar de su casa.
Seguro, me contesta, el doctor Molina, harto ya de mí, que
Molina y Rodríguez terminarán acordándose de todos los
muertos del toro suelto.
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