La decisión de la Universidad de
Sevilla de impedir que los profesores expulsen de sus aulas
a los alumnos que sorprendan copiando y consagrar el derecho
de los estudiantes a terminar el examen, ha sido criticada
por el Gobierno Central, por la Junta de Andalucía y por
casi la totalidad de los partidos políticos.
Gabilondo, ministro de Educación, ha manifestado que “copiar
es engañarse”, apostando por buscar “forma de examen que no
dependa tanto de asuntos memorísticos ni de copiar o no
copiar”.
Las llamadas “chuletas” han existido y existirán mientras
haya alumnos que se presenten a un examen. Naturalmente que
con el paso del tiempo, las llamadas “chuletas” se han
sofisticado de tal forma que, algunas de ellas, son dignas
de cerebros privilegiados. Estos cerebros privilegiados, por
supuesto, no son de los estudiantes que se dedican a copiar,
si no de quienes han sido capaces de crear esos métodos.
Todos los estudiantes sabíamos que si nos cogían copiando
éramos expulsados del examen y, por tanto, la nota era de
suspenso. Pues aún con esos conocimientos, de que nos
jugábamos el suspenso, había muchos que se la jugaban en
algunos exámenes finales.
La picaresca ha existido siempre en todos los órdenes de la
vida en nuestra sociedad, y los estudiantes no iban ser
menos en tardar en aplicarla. Era el jugarse el todo por el
todo, con la ventaja de que si salía bien habías aprobado lo
que no habías estudiado, y si salía mal, de todas formas era
algo que se esperaba. Por qué no jugársela.
La Universidad Hispalense se defiende diciendo “que es una
garantía para ese 2% al que se suspende injustamente”. Hasta
como chiste es malo. Si ellos consideran que se suspende
injustamente a ese 2%, por qué lo hacen. Con darles el
aprobado, se evita que se pueda copiar en un examen, puesto
que los que copian, con toda seguridad, no entran en ese 2%
que se suspende injustamente, según sus propias
manifestaciones. Esa defensa de que pueden copiar cae por su
propio peso.
Cierto que el sistema educativo que tenemos, no está para
tirar cohetes, porque desde mi personal opinión, es malo con
avaricia. No entiendo como un alumno puede pasar al curso
siguiente sin saber sumar, cuando al pasar de curso tiene
que hacer cuentas de restar o bien que por decisión paterna
el profesor lo tenga que aprobar. Eso no se le ocurre ni al
que asó la manteca colora. Si a esto le añadimos la decisión
de la Universidad de Sevilla, que se puede copiar en los
exámenes, apaga y vámonos.
Los que copian, si menor duda, es que no tienen conocimiento
alguno de la materia de la que se están examinando y, por
tanto, no creo que se les tenga que permitir que terminen un
examen del que no tienen ni p… idea.
En caso de aprobarles se le está haciendo un flaco favor a
la profesión a la que se quieran dedicar, porque su falta de
conocimientos les llevará a equivocarse y, en algunas
carreras, hasta poner en peligro la vida de algún semejante.
Doctores tiene la Universidad, pero el que ha tenido la idea
no llega ni a meritorio.
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