Es lo que se deduce de las
catástrofes que proporciona la propia naturaleza y que se
ceban con los que menos tienen, con lo que, por tanto, no
podrán salir de su penuria.
Y para que esto no vaya solo, ahí están las ayudas que,
desde medio mundo, dicen, que se han dirigido hacia Haití,
pero que los habitantes de ese país, totalmente, destruido
no las están recibiendo, o si es que llegan, lo hacen con
cuentagotas.
Es de suponer que será muy complicado organizar un
territorio roto por completo y más organizar a unas gentes
que, sin nada, querrán que haya algo que llegue a sus manos.
El orden es difícil de mantenerlo y sin ese orden los
repartos se hacen casi imposibles, aunque sea una simple
botella de agua.
Ahora mismo, los que somos escépticos sobre la efectividad y
ayuda, en serio, de ciertos grupos de los que se dice que
están entregados a ayudar a los demás, nos volvemos a
plantear la verdadera eficacia de esos grupos y la actividad
y solvencia a la hora de que las ayudas se hagan efectivas.
Desde hace días, yo que soy “alérgico” a las televisiones,
me he vuelto más reacio, si cabe, a seguir las informaciones
que nos llegan desde Haití, y me he vuelto más reacio,
porque veo, en los informativos, dos polos totalmente
contrapuestos, por un lado el de los que “predican” esas
ayudas, con una publicidad de sí mismos vergonzosa y frente
a esto la cruda realidad de las imágenes que nos llegan
desde el país arrasado por el terremoto.
¿Dónde está la verdad?. Es posible que en ninguna parte,
porque hay unos que hablan de envíos de docenas y docenas de
toneladas de ... no sé qué y, por otra parte, en más de una
ocasión nos debemos encontrar con imágenes trucadas que
acrecientan, incluso, la gran desgracia del país afectado.
Y he hablado del orden, sí de ese orden necesario para que
funcione algo, que muy mal puede funcionar si está arrasado.
Aun así, vemos, salvo que haya imágenes falsas, fuerzas
militares para restablecer, o intentar restablecer la
situación o para impedir el pillaje o el acopio indebido.
Para eso, si es así, bien venidas sean a Haití esas fuerzas,
pero si tras esa recuperación de la normalidad,
aparentemente, y mientras se restablece, poco a poco, el
país, esas fuerzas siguen ahí, nos podemos encontrar con que
esos que nada tienen, que nada les ha quedado, cuando
quieran abrir los ojos no tengan, ni siquiera, país, porque
quienes lo han defendido, lo han puesto en orden, han
impedido los saqueos, se han hecho dueños del mismo.
Ahora, de verdad, lo primero que pediríamos es que esas
“ayudas” lleguen, pronto y bien, a sus destinos; que los
alimentos se repartan, dentro de lo posible, para que no
quede nadie privado de ellos y, además, y sobre todo, que
los alimentos que llegan estén en perfecto estado y en
condiciones aptas para ser consumidos.
Es loable la ayuda, desde un euro hasta cientos de euros; es
de agradecer el envío de comida y de ropas, pero que esa
comida, especialmente, sea apta para el consumo, porque
hartos estamos de haber visto, en otras catástrofes
similares, y parece que ahora, también, hay algo de eso, que
hubo alimentos enviados que habían caducado ya. Eso no,
mejor es no dar nada, pero no cubrir una imagen con algo que
no sirve.
¿Hasta cuando durará la tragedia?. De momento, ahí está,
atenuarla un poco es labor de todos, reconstruir el país
será cosa de más de una generación.
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