Puerto Príncipe está cambiando de color. En el ‘Campo Base’
de la Federación Internacional de la Cruz Roja y Media Luna
Roja, y en todos los idiomas los delegados del Movimiento
internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja afirman no
entender nada las informaciones que se están difundiendo en
torno a la ayuda humanitaria. No entienden por qué, si Cruz
Roja lleva implicada desde el primer día esta catástrofe de
brutales magnitudes, se siga insistiendo en el hecho que esa
ayuda no llegue a la población.
A pesar de los sinsabores que procura saber que se esta
trabajando en la buena dirección pero que se transmite algo
diferente, la Delegación de Cruz Roja Española ha decidido
que el reparto de agua empezaría por el hospital general. Y
entonces, algo sucede. La tierra tiembla de nuevo en Haití.
Parecería como si todavía no tuviese suficiente, como si
necesitase más horror y más desastres para contentarse.
“Todos lo hemos notado. En mi caso he tenido la rara
sensación de que yo me estaba mareando, y no he tenido
consciencia de que algo estaba ocurriendo”, relataba el
responsable de Comunicación de la entidad humanitaria,
Germinal Castillo.
Confirman que el seísmo ha sido de 6,1 en la escala de
Richter. Varias miradas se cruzan en la Delegación de la
Cruz Roja Española y las reflexiones son automáticas: “¿otra
vez?, ¿habrá afectado a más personas?, ¿es la tragedia
repetida?”. Y, tras estas preguntas de auténtica
preocupación ajena, se generaliza otra preocupación: la
familia. Todo el campamento asalta literalmente la débil
línea de comunicación para reconfortar a los familiares más
directos. Las llamadas son muy breves pero tajantes: “Estoy
bien, no ha pasado nada aquí. Se puede escuchar en holandés,
español, finés, inglés, japonés, noruego, danés y en decenas
más de idiomas”, explicaba Castillo. La naturaleza ha hecho
pagar caro al hombre su osadía de desafiarla. Al entrar en
el hospital, algo ha cambiado; los Marines controlan el
hospital y, por ende, las entradas y las salidas. “Como no
podía ser de otra forma, no ponen impedimento a la entrada
del camión cuba de Cruz Roja Española, pero la presencia de
todo un pelotón de Marines armados hasta los dientes no es
precisamente una imágen tranquilizante”, confesaba. Los
haitianos también lo perciben, y los nervios afloran. Donde
jamás se habían visto disputas serias ahora se oyen
discusiones airadas de los ciudadanos de Puerto Príncipe con
chavales de apenas 18 años vestidos de camuflaje y que
portan suficientes armas para terminar de derrumbar lo que
queda del centro sanitario. Algunas miradas podrían derretir
el hielo, otras son un grito de desesperación y las más
reflejan el vacío, ese que sólo sabe procurar el horror. “Me
han contactado para una entrevista en directo, sin embargo,
una decisión tomada en inglés va a cambiarlo todo. El
ejército norteamericano ha decidido, por una cuestión de
‘seguridad perimetral, invitar’ a la prensa a dejar el
campamento. La diplomacia española ofrece una salida:
repatriar periodistas. Muchos se inscriben para partir de
inmediato. Otros deciden probar suerte, pero, en realidad,
nadie sabe nada. Estas son, sin lugar a dudas, las otras
réplicas del seísmo”, concluía Castillo, desde Haití.
|