Después de situar en el primer peldaño informativo lo
sucedido el pasado fin de semana en el pabellón del Dáz
Flor, con el objetivo de ponderar en su justa medida la
importancia trascedental de cualquier vida humana por encima
de otras circunstancias, nos hemos encontrado con
afirmaciones que dejan mucho que desear, y con una ‘caza de
brujas’ como respuesta por quienes, teniendo responsabilidad
en la acción, han optado por no querer mirar en su propio
alrededor y buscar en terceros a los culpables. Lo que más
llama la atención es la caza a quien se ha atrevido a decir
las cosas como han sido. Es decir, al padre del chaval. Al
final resultará que fue el padre el culpable por haber
tenido un hijo que quiso jugar a esto del fútbol en un club
de supuesta solvencia como el Ceuta (absolutamente
subvencionado, por cierto, con el dinero de los ceutíes),
donde además el presidente del club no llamó para
preocuparse por lo ocurrido el mismo día de los hechos. Algo
más importante estaría haciendo, como por ejemplo, apuntar a
la criminalidad de los titulares de EL PUEBLO. El padre está
indignado, pues claro. Ya le han criticado el hecho de haber
declarado que en la Federación no se pueden atender ciertos
aspectos por el ‘agujero’ existente. Es el mundo al revés.
Mucho más honesto hubiera sido asumir responsabilidades y
tomar decisiones ‘ipso facto’, como hizo el Gobierno de
Ceuta en una muestra de capacidad. Los demás, han quedado
bien retratados.
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