La historia de la humanidad recoge
una amplia lista de desastres naturales, que han afectado a
diferentes zonas del globo terráqueo aunque, en esta
ocasión, le ha correspondido experimentarlo a un país, que
reúne condicionantes muy particulares; el más pobre del
continente americano y el que posee un mayor deterioro
ambiental, con un 98% de su territorio deforestado. Al mismo
tiempo, la ONU lo ha catalogado en el puesto 149 entre los
182 países en su Índice de Desarrollo Humano.
Desde su independencia en 1804, la República de Haití ha
experimentado una situación diametralmente opuesta a la de
su vecina, Republica Dominicana, como consecuencia del
despotismo de todos los que han ocupado alguna
responsabilidad de Gobierno quienes, han esquilmado sus
escasas riquezas, relegando con ello, a la inmensa mayoría
de sus habitantes, a la más absoluta pobreza. Un territorio,
carente de las estructuras básicas y de los recursos
necesarios para hacer frente a la vida cotidiana y por
supuesto, en mayor medida a la tragedia humanitaria sufrida
en los últimos días.
Circunstancias, que ha multiplicado considerablemente los
efectos de un terremoto de magnitud 7, que sacudió en las
primeras horas de la tarde del pasado día 12 de enero, el
oeste de Haití provocando el derrumbe de cientos de
edificios en su capital, Puerto Príncipe, enterrando a miles
de personas en su interior. La destrucción, la muerte, el
caos y la violencia acechan letalmente a quienes han
sobrevivido tanto al primero como al segundo movimiento
sísmico. Hoy, sin ninguna duda, este número de
supervivientes habrá experimentado una considerable
disminución.
Por todo ello, hoy más que nunca, con la única intención de
evitar la muerte segura de miles de indefensos haitianos,
nuestros semejantes, se hace totalmente necesaria la
solidaridad internacional de los que afortunadamente
disfrutamos del llamado Estado del Bienestar. Un mínimo de
nuestro tiempo, una módica cantidad ingresada en cualquiera
de las cuentas habilitadas al efecto, puede significar la
esperanza para cientos de personas desesperadas, que esperan
con urgencia la ayuda internacional. Yo, he colaborado
personalmente con el ingreso de una modesta ayuda.
Solidarízate tu también.
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