Una cuestión fundamental en la
vida de uno es no perder contacto con la sociedad y mantener
los lazos de unión de las amistades que se van cosechando.
Aparte del entorno familiar, que es el primero y más grande
cobijo del cariño, está el grupo de amigos e incondicionales
que con cierta frecuencia se reúne.
En ello estamos, en las reuniones del Casinet se saca un
montón de experiencia con los comentarios, opiniones y
narraciones de los contertulios, con anécdotas que podrían
agruparse en un formidable libro.
En la última tertulia que hemos celebrado, con sendos vasos
de café y licores esparcidos por las dos mesas que
habitualmente rodeamos, no se ha parado de hablar del
terremoto del Caribe ni del obispo Munilla.
Estoy totalmente de acuerdo con el autor de “Teología de la
liberación”, Juan José Tamayo, al describir a José Ignacio
Munilla como el sacerdote y el levita del Evangelio, que
pasaron de largo ante una persona malherida y no como el
buen samaritano. En alusión a las palabras del obispo sobre
los “inocentes haitianos”.
Estoy de acuerdo porque las siguientes palabras de Munilla,
“… el mal que sufren esos inocentes no tiene la última
palabra, Dios ha prometido la felicidad eterna” no valoran
la vida humana.
He preguntado a Dios si es verdad que ha prometido la vida
eterna.
La respuesta me ha llegado con la indicación de que se lo
pregunte a Alá, que de vidas eternas sabe un montón. Además
incita a que se hagan voluntarios a ella.
Dios nunca promete nada, los que si prometen son los
políticos (entre los que incluyo a la curia) como tampoco
tiene participación alguna en los picores de la Tierra.
No se da cuenta Munilla, al que me cuesta llamarlo monseñor,
que estamos en la generación de los “ninis” y sus palabras
abren aún más la ya enorme brecha del distanciamiento con su
iglesia.
Se habló, en la tertulia, también del oportunismo de los
peperos en relación con la desgracia haitiana.
Nadie debe ni debería tragarse esa estúpida bola de que
exijan al Gobierno que ayuden.
El Gobierno ya ayuda de antemano.
Lo que queremos saber es: ¿qué hacen los peperos por la
desgracia de ese país caribeño?, con bonitas palabras no se
desentierra a nadie sepultado bajo una montaña de cascotes.
¿Por qué no abren una cuenta los peperos entre los suyos?
Para recabar fondos de ayuda a Haití, no para recabar fondos
de sus campañas electorales y no electorales.
Hablamos de la estupidez de algún medio de comunicación
visual. ¿Qué creen que están haciendo al reportar noticias
desde puntos increíblemente estúpidos?
Que la reportera pretenda ganar protagonismo metiéndose de
lleno en los agujeros de los derrumbes, desde donde comenta
las vicisitudes de los haitianos, y poniéndose entre los
bomberos y sanitarios, preguntándoles tonterías,
entorpeciéndoles en su labor de no parar de salvar vidas me
parece de una estupidez complementada por la imbecilidad
absoluta.
No les basta con tener de fondo las escenas, terribles
escenas, de la hecatombe.
Prefiere hacerlo encima de un cadáver, pisoteándolo por lo
demás.
El morbo está servido.
No suelo aportar absolutamente nada a esas cuentas bancarias
depositarias de solicitudes de donaciones.
La experiencia me ha demostrado que muchos aprovechan esas
cuentas para liquidar deudas promovidas por la crisis. Como
nadie las controlan…
Es chocante que ahora la ONU se vuelque con Haití. Parece
que quieren reconstruir “su” país.
Para mí, la ONU no tiene credibilidad absoluta. Es una
organización al servicio de un solo país, ya lo adivinan
Vds., al que se rinde vasallaje como en los tiempos
medievales.
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