Tenemos un hospital nuevo que se
llama “Hospital Universitario de Ceuta”. Hasta aquí todo
perfecto porque, sin lugar a duda alguna, Ceuta necesitaba
por su aumento de población un hospital acorde con los
tiempos que corren y donde, una vez por todas, desaparezca
los hacinamientos de las salas donde se tenían tres camas
por cada una de ellas. Algo que se quiera o no daba la
sensación de tercermundistas.
Gracias al nuevo hospital este hacinamiento va a desaparecer
y, con ello, los enfermos, estarán mucho más cómodos, sin
necesidad que al alargar el brazo le pegue, sin querer, al
enfermo de la cama continua.
De momento, cuando se produzca el traslado de los enfermos
al nuevo hospital, eso habremos ganado en comodidad para los
enfermos y para los familiares que acudan a visitarlos.
Menos da una piedra.
Hablando del nuevo hospital me viene a la memoria una
conversación mantenida por dos señoras, mientras realizaban
unas compras. Una de ellas, toda enojada, le comentaba a la
otra que había ido a una consulta al hospital antiguo, que
la habían atendido tres médicos extranjeros que no sabían
hablar bien el castellano. Vamos, en una palabra, que ella
no había podido entenderse con esos doctores.
Igual la señora, pensé, porque de vez en cuando me da por
pensar, que la señora en vez de ir al hospital, se había
trasladado a la ONU, por un suponer. Oiga, aquí, como en
Granada, todo es posible.
Y uno, si es verdad lo que contaba la señora, se pregunta;
Cómo uno de estos doctores extranjeros que no conoce nuestro
idioma se puede entender con el paciente que, a su vez,
ignora la lengua del doctor.
Y en el caso de que le pongan, al doctor, un traductor,
quién es ese señor para enterarse de las interioridades que
el enfermo le va a contar a su médico, en la plena confianza
de que este es algo así como un confesor y va a guardar,
todo cuanto le cuenta, como secreto profesional.
La verdad, por más que lo pienso, esto es un lío que no hay
un dios que lo entienda. Imagínense, que uno de estos
doctores que desconocen el idioma, le receta unos
medicamentos, en los que le dice que se tiene que tomar tres
gotas cada quince horas. Y uno que es más bruto que una “arao”,
entiende que le ha dicho que se tiene que tomar quince gotas
cada tres horas. ¿Quién me compra un lío?.
En fin como todo tiene arreglo, menos el estirar la pata,
pues con el tiempo todo se arreglará y nos entenderemos con
esos doctores extranjeros que están siendo contratados,
mientras los médicos y ATS españoles, están siendo pagados a
precio de oro en Inglaterra o el mismísimo Portugal.
Por cierto que con las lluvias que hemos tenido, el hospital
nuevo, se ha calado más que un paraguas de un euro. Y en
tiempo de lluvia, los pacientes que han de ir a sus
consultas, con anterioridad, deberán pedir cita a su médico
de cabecera, porque le tendrá que recetar algo para la media
pulmonía que van a coger, al atravesar la jartá de metros,
al descubierto, desde donde le deja le autobús, hasta la
entrada.
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