Y la amistad no viene de ahora,
esta amistad ya es añeja, de aquella época en la que con
Rodríguez Serrano de presidente del primer equipo de la
Ciudad, Juan Vivas era el hombre de los números y Domingo
Ramos era el secretario del club.
Afortunadamente, cuando en aquella época, todos éramos más
jóvenes, tuve la suerte de compartir horas y horas de viajes
con Domingo. Aquello le gustaba, allí se sentía feliz, pero
esa era una actividad, en una etapa de su vida, en la que
estuvo colaborando con unos amigos que se lo pidieron, y con
ello llenaba esas horas libres que hay veces que no se sabe
como llenarlas un poco más. Él del fútbol no esperaba nada y
ahí está lo que digo.
Las amistades que se hacen metidos en esas aficiones, que no
profesiones, suelen ser duraderas y la nuestra lo es y lo
seguirá siendo.
El pasado sábado, y bien que me alegra, fue un día feliz, de
verdad, para Domingo Ramos y para su esposa María Pilar, al
celebrar, ahí es nada, su boda por tercera vez, o lo que es
lo mismo, sus bodas de oro. ¡¡ Cincuenta años casados!!.
Llegados a este punto, muchos de los jóvenes progres
dirán:”Vaya aburrimiento, cincuenta años casados, sin
separarse”. Y es que esto, ahora se lleva poco, pero en la
formación y en la manera de ser de María Pilar y Domingo,
eso es un auténtico regalo del cielo, ver que un día, hace
cincuenta años, llegaban al altar. Entonces se llevaba eso,
de verdad. Hace 25 volvieron a renovar su cariño y
felicidad, yendo también al altar y ahora, el pasado sábado,
apadrinados por sus nietos mayores, Fernando y Carmen
volvían a hacer lo mismo. Y tengo que resaltar esto porque
hay quien habla y quiere hablar sólo de papeles, que
incluso, en algún caso, los mojan al poco tiempo.
Fernando y Carmen habrán tomado buena nota de sus abuelos y
habrán pensado, al menos, “esto es serio”, porque pasar
cincuenta años juntos es que en su día supieron elegirse,
han sabido compenetrarse, durante la mayor parte de su vida
y ahora, los muchos que les quedan, todavía, no parece que
vayan a cambiar.
El sábado, sobre la una y media del mediodía, me encontraba
con Domingo Ramos a la puerta del Parador de Ceuta, él iba
con otro señor y por detrás con unas amigas venía su esposa.
En nuestro saludo de rigor, yo no sabía nada de la boda, le
dije :“parece que vienes de boda”, por lo elegante que iba y
el señor que venía a su lado, amable, sonriente y con la
alegría de estos casos me dijo:”y además por tercera vez y
con la misma”. La frase tenía todo el buen sentido que
llevan las palabras de un amigo, además de que era una frase
que viene al pelo hoy más que nunca, cuando hay muchos que
“han pasado por la vicaría”, mejor dicho por los despachos
de ayuntamientos o juzgados, en varias ocasiones y cada vez
con una “esposa” diferente. Son cosas de los tiempos.
Por la noche, me volvía a encontrar con el “nuevo matrimonio
remozado” y María Pilar me mostraba sus nuevos anillos. Era
una recién casada, a pesar de los años de matrimonio que ya
llevaba.
Atrás han quedado ya cincuenta años, han sido tres bodas,
ahora empiezan a preparar la siguiente, en la que deseamos
que si ahora han sido apadrinados por sus nietos, para
entonces lo serán por sus bisnietos. Y uno que se alegra
siempre de todo lo bueno de sus amigos, en este caso no
podía ser menos y desde esta columna tengo que desear a
Domingo y a Maria Pilar toda la felicidad del mundo, durante
otros muchos años más. Se lo merecen.
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