Mis queridos diocesanos:
El día 17 de enero próximo la Iglesia celebra la 96 Jornada
Mundial del Emigrante y del Refugiado. Se nos presenta una
buena oportunidad para estar al lado y salir al encuentro de
todos los hermanos y hermanas inmigrantes que viven en los
barrios y pueblos de nuestra Diócesis de Cádiz y de Ceuta.
1. La dimensión del fenómeno migratorio
El fenómeno migratorio ha adquirido un gran relieve y una
gran importancia en nuestros tiempos y hemos de contemplarlo
con una mirada de fe, sabiendo leer e interpretar con una
especial solicitud pastoral estos nuevos signos de los
tiempos actuales.
Unos cincuenta mil ciudadanos extranjeros residen en nuestra
tierra. Muchos de ellos vinieron hasta aquí buscando un
empleo y un nuevo futuro para ellos y para sus familias y
son inmigrantes, mujeres y hombres trabajadores, que viven
como primeras víctimas las dolorosas consecuencias de la
actual crisis económica que tan gravemente está afectando en
nuestra Diócesis.
Como decía el Papa Benedicto XVI, en su alocución a los
participantes en el Congreso Mundial sobre la Pastoral de
los Emigrantes y los Refugiados, celebrado el pasado mes de
noviembre, en Roma, “este fenómeno afecta a casi todos los
países del mundo y se inserta en el vasto proceso de la
globalización. Millones de mujeres, hombres, niños, jóvenes
y ancianos afrontan los dramas de la emigración a veces por
sobrevivir, más que para buscar mejores condiciones de vida
para ellos y para sus familiares.
Va creciendo, cada vez más, la brecha económica entre los
países pobres y los industrializados. La crisis económica
mundial, con el enorme incremento del desempleo, reduce las
posibilidades del trabajo y aumenta el número de los que no
logran encontrar ni siquiera un empleo precario. Por este
motivo, muchos se ven forzados a abandonar su propia tierra
y sus comunidades de origen; están dispuestos a aceptar
trabajos en condiciones para nada conformes a la dignidad
humana y su inserción en las sociedades que los acogen es
dificil a causa de la diversidad de lengua, de cultura y de
ordenamientos sociales”.
2. Preocupación constante de la Iglesia por los que viven la
experiencia de la emigración
El Papa Benedicto XVI, en su Encíclica Caritas in Veritate,
afirma que “el emigrante es un ser humano con derechos
fundamentales inalienables que todos deben de respetar
siempre” y manifiesta la solicitud constante de la Iglesia
por los que viven, de distintas maneras, la experiencia de
la emigración, “se trata de un fenómeno que impresiona por
el número, las personas implicadas, por las problemáticas
sociales, económicas, políticas, culturales y religiosas que
plantea y por los desafíos dramáticos que supone para las
comunidades nacionales e internacional”.
Ante esta realidad, hemos de reflexionar sobre las causas y
las consecuencias de este fenómeno también presente entre
nosotros, ya que no existe ni una sola localidad en nuestra
Diócesis donde no residan los trabajadores inmigrantes y sus
familias, y abrir nuestras Comunidades y Parroquias para que
todos se sientan acogidos como en su propia casa.
La presencia de los inmigrantes y de sus familias entre
nosotros es un reto y un desafío para la Iglesia y una
oportunidad para que las Comunidades y las Parroquias
dinamicen una auténtica pastoral misionera, saliendo fuera
para ir al encuentro de tantos hermanos allá donde se
encuentren.
En el Mensaje de la Jornada Mundial de Migraciones de 2009,
nos decía el Papa Benedicto XVI que “las migraciones nos
invitan a poner de relieve la unidad de la familia humana y
el valor de la acogida, de la hospitalidad y del amor al
prójimo. Pero esto debe traducirse en gestos diarios de
comunión, de participación y de solicitud por los demás,
especialmente por los más necesitados”.
En este marco de preocupación por los que viven la
experiencia de la emigración, hemos de hacernos eco de las
inquietudes de muchos inmigrantes y de un amplio grupo de
organizaciones por la reforma de la Ley de Extranjería,
recientemente aprobada en el Parlamento español.
En este sentido, comparto el Mensaje de los obispos de la
Comisión Episcopal de Migraciones que en referencia a la
Reforma de la Ley de Extranjería y a la luz del Magisterio
de la Iglesia, al tiempo que reconocen los aspectos
positivos y los avances, también señalan con preocupación
las nuevas dificultades planteadas por la Ley al pleno
ejercicio de algunos de los derechos y garantías. Y expreso
el deseo de que, en la futura reglamentación que ha de darse
y en su aplicación, los impedimentos puestos al derecho de
reagrupación familiar queden suavizados; el plazo ampliado
para el internamiento de los inmigrantes en los C.I.E. no se
lleve a efecto y se vea reducido al mínimo en su aplicación;
y no se penalice a quienes en un claro ejercicio de la
solidaridad practican el deber humano y cristiano de la
acogida y de la hospitalidad.
3. Los emigrantes y refugiados menores de edad
El Papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la 96 Jornada
Mundial del Emigrante y el Refugiado, nos propone un tema de
reflexión que supone un importante desafío social y pastoral
para la Iglesia y la sociedad “Los emigrantes y los
refugiados menores de edad” y nos invita a acercarnos a esta
realidad de los menores de edad que pueden vivir dramáticas
condiciones de abandono y, en ocasiones, correr el riesgo de
ser explotados.
La Convención de los Derechos del Niño, aprobada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas, afirma con claridad
que hay que salvarguardar siempre el interés del menor , al
cual hay que reconocer siempre los derechos fundamentales de
la persona de la misma manera que se le reconocen al adulto.
La situación de abandono y los riesgos de exclusión y de
explotación que pueden estar sufriendo muchos menores en el
mundo fue denunciada por el Santo Padre Juan Pablo II en el
mensaje enviado al Secretario General de las Naciones Unidas
con ocasión de la Cumbre Mundial para los Niños, celebrada
en el mes de septiembre de 1990. “He sido testigo – escribió
– de la desgarradora tragedia de millones de niños en los
distintos continentes. Ellos son los más vulnerables porque
son los que menos pueden hacer oir su voz”.
El Papa Benedicto XVI, en su Mensaje de este año 2010, ha
querido insistir en la responsabilidad de los cristianos de
tomar conciencia del desafío pastoral y social que plantea
la condición de los menores inmigrantes y refugiados.
Resuenan en nuestro corazón, escribe el Papa, las palabras
de Jesús: Era forastero y me acogisteis ; como también el
mandamiento central que Él nos dejó: amar a Dios con todo el
corazón, pero unido al amor al prójimo. El propio Jesús de
pequeño vivió la experiencia del emigrante porque, como
narra el Evangelio, para huir de la amenaza de Herodes tuvo
que refugiarse en Egipto junto con José y María.
4. La presencia de menores inmigrantes en nuestra tierra
Según la última revisión del padrón municipal del año 2009,
en la provincia de Cádiz hay registrados 6.714 extranjeros
menores de 16 años, de los que 3.457 son varones y 3.257
mujeres, que en su mayoría viven con sus propias familias o
con alguno de sus padres. Respecto de los menores no
acompañados, los datos que hemos podido obtener tienen como
fuente el Ministerio de Trabajo e Inmigración que, a fecha
de 31 de Marzo de 2009, contabilizaba en Andalucía a 835
menores de un conjunto de 5.158 residentes en España.
Cobra relieve, en nuestro caso, que las entradas más
importantes de menores no acompañados, desde África hacia
España, pueden estar dándose entre el Puerto de Algeciras,
las costas de Granada y Almería, y la frontera de Ceuta y
Melilla con Marruecos.
Los estudios sobre el tránsito de menores extranjeros
revelan que tras la decisión de salir de su tierra y
emprender el viaje hacia un nuevo país pueden existir muy
diferentes causas: situación económica de pobreza en el
entorno familiar y la voluntad expresa de querer ayudar a la
familia; mejora de expectativas personales sociales y
culturales, entre ellas poder ganarse la vida y triunfar en
Europa; conflictos familiares – familias separadas o
desestructuradas, violencia en la familia; conflictos
generacionales –, necesidad de libertad -, etc.
De todas las realidades y causas descritas, lo que resulta
más preocupante y debiera ser objeto de mayor control y de
un más exhaustivo seguimiento por parte de las autoridades
pertinentes es la terrible situación de las jóvenes
subsaharianas que acceden por los puntos señalados
anteriormente, que pudieran ser menores de edad y que tal
vez se esté interpretando que son mayores y puedan ser
víctimas de trata en diferentes ciudades españolas o
europeas. En este sentido, es de esperar que la ratificación
y entrada en vigor en nuestro país de las obligaciones
dimanantes del Convenio del Consejo de Europa sobre la lucha
contra la trata de seres humanos contribuya no sólo a
perseguir las actividades delictivas que se producen en
estas situaciones, sino también y especialmente, a proteger
a las jóvenes que se encuentran ante este drama.
5. ¿Cómo acompañar a todos estos menores inmigrantes y
refugiados?
La inmensa mayoría de los adolescentes y menores extranjeros
que viven entre nosotros son compañeros de estudios de
nuestros niños y jóvenes y sus familias se relacionan
habitualmente con nuestras familias.
Por ello, la Comisión Episcopal de Migraciones apunta en el
lema escogido para la Campaña de este año el mensaje de hoy
acogemos, mañana compartimos. Se nos está animando no sólo a
la acogida, sino también a trabajar la integración de estos
adolescentes y menores en todos los ámbitos de la vida.
En la Iglesia y, especialmente, en las Comunidades
Parroquiales y en los Colegios Religiosos se puede realizar
un trabajo extraordinario de acogida y de acompañamiento que
potencie la integración de todos estos niños y jóvenes,
junto a los demas niños y jóvenes de nuestra sociedad. El
área de Pastoral de Juventud en coordinación con la de
Pastoral de Migraciones tiene un gran reto y un gran desafío
para acompañar y dar respuesta a todos estos menores y
adolescentes en el marco de una pastoral general de jóvenes.
Se hace necesario que en nuestra sociedad y en nuestra
Iglesia se dedique la debida atención de acogida y
acompañamiento a los emigrantes menores de edad que
necesitan un ambiente social que permita y favorezca su
desarrollo físico, cultural, espiritual y moral.
6. Seguir potenciando la acogida y el acompañamiento de los
inmigrantes desde las Comunidades Parroquiales
Quiero agradecer las numerosas iniciativas y los esfuerzos
generosos de tantos seglares, parroquias, asociaciones e
instituciones, comunidades e institutos de vida consagrada,
que coordinados por los Servicios diocesanos de la Pastoral
de Migraciones están acompañando pastoralmente a los
inmigrantes y, al mismo tiempo, realizan una extraordinaria
labor en la promoción social y humana y en la defensa de sus
derechos, en estos tiempos de especiales dificultades.
Asimismo, deseo reiterar lo que ya decía en mi Carta
Pastoral de Migraciones de 2009, que la gran tarea y el
servicio de la Pastoral de las Migraciones tiene un lugar
central en nuestras Comunidades Parroquiales, que han de
ofrecer un claro testimonio de acogida y prestar el
acompañamiento pastoral y espiritual de nuestros hermanos
inmigrantes, dedicando esfuerzos especiales en la atención
de los menores inmigrantes por su situación de
vulnerabilidad.
La Parroquia sigue siendo el espacio más idóneo para la
acción pastoral con los inmigrantes y el lugar natural para
el encuentro y la comunión de los migrantes y de los
distintos grupos étnicos católicos, así como un apoyo muy
adecuado para la integración social en el barrio y en la
ciudad de todos los inmigrantes, independientemente de cual
sea su creencia y procedencia.
Os animo a seguir esforzándonos para que la Parroquia sea la
casa común de todos y para fortalecer la fraternidad en
nuestras Comunidades Parroquiales.
Hago también una llamada a los inmigrantes católicos
presentes en nuestra Diócesis para que se incorporen y
participen de manera activa en las Comunidades Parroquiales
de sus barrios y pueblos, y adquieran el compromiso y la
misión de ser apóstoles y misioneros entre sus compatriotas
y en el seno de sus familias.
Que la Sagrada Familia de Nazaret, que conoció la
experiencia de la emigración, nos dé su luz y su fuerza para
comprender las dificultades de los que están lejos de su
patria y para acompañar en estos tiempos dificiles a
nuestros hermanos inmigrantes.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
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