Parece casi de ciencia ficción el
que, en un par de meses, hayamos tenido siete borrascas.
¿Cambio climático? ¿Efecto invernadero?. Vale, pero también
una pavorosa falta de previsión por parte de la
Administración.
¿Cómo vamos a poner “buena cara” ante las imágenes que se
repiten, año tras año, de las ciudades y los pueblos
inundados? Salen los vecinos, como gatos rabiando y acusan
de las deficiencias del alcantarillado, de idénticos ríos
que se desbordan sin que se realicen obras en los cauces, de
playas y paseos marítimos destrozados por el temporal y
espigones sin hacer. Como siempre. Nada que nos extrañe y
encima las aguas se desaprovechan porque no se construyen
pantanos. Eso sí, con el Plan ZP se han creado empleos
eventuales levantando aceras y churreteando cuando, a mi
entender, que es tosco pero sensato, sería más rentable
emplear a las criaturas en grandes obras públicas, como
pantanos, diques y espigones, obras de autopistas,
saneamiento, reforestación para atenuar el envite de las
riadas y encauzamiento de ríos y de arroyos. Y a todo esto
promover seguros privados para las comunidades de
propietarios que sean específicos para desastres naturales.
Y hacer respetar, insistiendo, los estados de alerta.
Y lo digo con conocimiento directo de causa, no en vano vivo
en Málaga, ciudad con gran tradición de “riás” y de
inundaciones ¿Cómo conseguirán en las ciudades de la
lluviosa Europa no estar inundados todo el puto día? Para mí
que, si fueran como nosotros ya estarían ahogados. Porque
una cosa es el fenómeno “gota fría” con lluvias torrenciales
o son los huracanes y otras las borrascas atlánticas
“normalitas”. Pienso que, para eso está Obras Públicas e
Infraestructuras y existen los ingenieros y los hidrógrafos
y si no existen que les contraten que, la mitad de los
recién licenciados están a la que salta por un empleo, las
enfermeras y los médicos miran para Portugal y para
Inglaterra, los arquitectos y aparejadores, amen de todos
los peritos, se encandilan con las maravillas que la grandes
constructoras están haciendo en el tranquilo, próspero y
seguro Reino de Marruecos, los ingenieros y los científicos
reciben ofertas de Australia y los que no, se apuntan al
Erasmus para tratar de buscarse la vida en otras latitudes.
¿Qué les estamos ofreciendo a lo mejor de España, con
permiso de os ancianos, que son los jóvenes? ¿Poner al mal
tiempo buena cara y largarse de aquí?. ¿Qué dicen? ¿Qué en
Melbourne no existe “la riá”? Vale. Pero nuestros chicos y
chicas no huyen de “riás” ni de malas carreteras donde hacer
aguaplaning, sino de la incertidumbre y de la falta de
perspectivas laborales. Eso en un país capitalista donde los
que se forran son los banqueros y los inquietantes “cargos
de confianza” del politiquerío patrio, ¿Qué gruñen? ¿Qué si
a “patrio” puede añadírsele “la madre que les parió”? Pues
añadan y mejor por teléfono o por e mail, para que les
espíen ilegalmente los del SITEL y se enteren de por donde
soplan los vientos y de donde vienen las levanteras en el
reinado del “Sálvame de luxe” donde gana más en un día la
Belén Esteban, en plan “Obamesa” que lo que levanta un
científico en tres meses delante del microscopio.
Pero, “al mal tiempo, buena cara” y recuerden la
sintetización ideal de los principios de la sabiduría
budista y practíquenlo, se trata de poner las manos
extendidas hacia arriba, cerrar fuertemente los puños
“Maestro, ¿en que se resume todo lo que he aprendido en
estos años de práctica y de estudio?” Y el maestro abre el
puño y muestra la palma de la mano “Todo…” y abre el otro
puño y muestra la ora mano abierta “…pasa”. Esto también
pasará.
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