A primera hora de la mañana, dado
que mis más conocidos saben que me echo abajo de la cama muy
pronto, recibo una llamada para decirme que este periódico
está en la calle a las siete. Y quien me lo comunica quiere
enterarse de cómo ha sido posible semejante milagro. En
principio, le respondo así: si ‘El Pueblo de Ceuta’ está a
las siete de la mañana en la calle es, sin ánimo de
presunción, porque su editor no desea que el reparto se haga
mucho antes. En realidad, la Casa considera que tampoco
conviene salirse de madre. Que hay otra forma de hacerse
notar sin tener que recurrir a las ostentaciones.
Pero mi interlocutor, que anda siempre queriendo estar al
tanto de cuanto se cuece en la ciudad, desea que le cuente
si acaso hemos contratado un cacharro volador o se nos está
imprimiendo en territorio cercano. Y como yo no quiero
hablar del asunto, porque no me apetece sacar pecho, le
contesto que a lo mejor nos hemos aprovechado de la
navegación de un buque fantasma. Y, claro, ni corto ni
perezoso, mi conocido me dice que el único barco fantasma
está suprimido desde el martes pasado.
Y en vista de que yo estoy poco ducho en cuestiones de
tráfico marítimo y de la mucha o escasa rentabilidad de las
compañías navieras, pido una aclaración. Y me pone al tanto
de que Euroferrys es la compañía que decidió interrumpir su
viaje a buena mañana por carecer de rentabilidad.
Y además se extiende: Mira, Manolo, Euroferrys hará
la travesía Algeciras-Ceuta sólo los lunes. Porque hacer ese
servicio diariamente es ruinoso. En realidad, venían cuatro
personas y los periódicos que se hacían en la Península. Con
lo cual se aumentaban los costes de manera absurda. Y las
empresas no están ideadas para satisfacer al interés
particular sino al general.
Fíjate, fulano, cómo es posible que yo no haya caído en lo
que tú me estás diciendo. Es más, incluso estuve a punto de
dejarme llevar por un artículo en el cual se acusa a la
compañía de mantener el servicio de los lunes para
beneficiar a los funcionarios que pasan el fin de semana en
Algeciras y que deben incorporarse muy temprano a su
trabajo.
Pues no, Manolo, en realidad, ese ataque a los funcionarios
es la peor manera de conducirse en una ciudad donde el
sector terciario, quiérase o no, es primordial para la
economía de esta tierra. Y, sobre todo, lo peor de esa
opinión es confundir las churras con las merinas. Porque
Euroferrys está en su derecho de no prestar un servicio
inútil por falta de rentabilidad. Aunque semejante decisión
deje con el trasero al aire a cualquier empresario que no
haya previsto invertir para mejorar la productividad.
Ah, querido conocido, ahora sí que trataré de serte más
explícito. Verás. Es la historia de dos empresarios. Uno ha
vivido convencido de que la mamandurria estaba asegurada sin
exponer nada. Mientras otro se ha preocupado por hacer lo
que se conoce como ahorro interno de una empresa y que le
sirve para proporcionar fondos a la misma y renovar o
aumentar su capital. Y el resultado es el siguiente: se
puede permitir el lujo de repartir su periódico a las siete
de la mañana o muchas cosas más. Porque ha invertido en
maquinarias que le conceden autonomía. De modo que bien
haría el otro en dejar en paz a Euroferrys y a los
funcionarios. Ya que en casos así, sólo cabe ajo y agua.
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