Un vecino ceutí está sufriendo las amenazas de su casero.
Lleva desde junio del año pasado viviendo junto a su mujer y
su madre en unas condiciones lamentables, que el dueño de la
casa prometió solventar lo antes posible. Sin embargo, esos
arreglos no llegaron y ahora J.L. se niega a pagar los meses
que le debe si no cumple con lo estipulado.
Alquilar se ha convertido en un deporte de riesgo. Y si no
que se lo digan a J.L., que lleva esperando desde junio del
año pasado a que su casero arregle todos los desperfectos
que le prometió en su momento que solventaría.
En agosto, J.L. se quedó en paro y dejó de pagar a su
arrendatario los 600 euros mensuales que habían pactado:
“Incluso vinieron a amenazarme con que me iban a quemar la
casa”. Y es que, J.L. vive con su mujer, que está en paro y
con su madre, la cual está muy enferma y necesita de los
máximos cuidados sanitarios. La madre de J.L. no puede vivir
en las condiciones insalubres en las que se encuentra la
casa. Un familiar del alquilado, R.C., considera que “si
pasa un poco más de tiempo, se les va a caer el techo de la
casa”.
Sin agua caliente, sin gas y sin las necesidades básicas,
esta familia ceutí sigue esperando la orden de desahucio del
juez: “El casero me aseguró que la orden de desahucio estaba
en camino, amenazándome, pero todavía no ha llegado nada”.
Y es que J.L. se niega a pagar los meses que debe “hasta que
no me arregle la casa, como prometió”.
Por otra parte, J.L. ya ha conseguido trabajo y cobra unos
750 euros al mes. Con esa cantidad de dinero tienen que
vivir tres personas y pagar los 600 euros del alquiler. ¿Y
qué les queda para comer?. Esa es la situación por la que
están pasando muchas familias españolas con pocos recursos
económicos y que viven de alquiler.
Y si unimos a ello un casero que no cumple con la promesa de
acomodar la casa a las necesidades básicas del alquilado, la
mezcla es preocupante.
El error cometido en muchas ocasiones por las personas que
alquilan una vivienda, es el de firmar un contrato que roza
la ilegalidad. Y es que, J.L., como tantos otros paga “bajo
mano” su alquiler.
El dinero negro está a la orden del día en este tipo de
operaciones y desde aquí se hace un llamamiento a la gente
que busque alquilar un piso: no se fíen y lean antes todas
las condiciones del contrato además de que sobre todo, y
ante todo, sea legal para así poder acudir a las
instituciones pertinentes y estar protegido.
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