PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 13 DE ENERO DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El final de una odisea especial
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

No cabe duda de que las gentes que pasan tantos meses en la mar, desde siempre, han corrido con una serie de peligros que desconocemos quienes, ni siquiera somos aficionados a esa parcela.

La antigüedad disfrazándolo de mito o haciendo de este tipo de peripecias obras de arte, al menos en lo literario (véase la Odisea, siglo VII antes de Cristo) nos ha dejado innumerables pasajes en los que el marinero, navegante, osado aventurero tuvo que superar multitud de aventuras llenas de peligros, aunque al final, casi siempre, terminaron en un desenlace feliz.

Pocas veces la literatura antigua, al narrar algún tipo de aventura de esas, hace que la narración termine en un desastre, a diferencia de lo que hoy, a cada paso, nos encontramos con el “mar devorador de vidas humanas”, cuando se trata de esos otros “aventureros” en busca del Edén de Europa que tratan de llegar al continente europeo en todo tipo de “barquichuelos”, a veces, preparados para que la aventura no llegue a su final feliz, por desalmados que antes de entregar ese tipo de embarcación y “esos papeles mojados”, logran un pago anticipado como si fueran a hacer una travesía de lujo.

La odisea a la que ahora me estoy refiriendo es de otro calado, en su origen, luego, en su desarrollo y final, termina casi como los otros, y si no ha terminado en tragedia es porque el, ya famoso en Ceuta, Rhone, en su día llegó a nuestro puerto, en el que ha permanecido varios meses, y permanecerá todavía más, aunque sus marinos ya hayan emprendido el regreso a su casa.

Hace un par de días que los últimos siete tripulantes del barco turco abandonaron la Ciudad Autónoma. No se van todos, se han ido siete y queda, todavía, uno por exigencias del Gobierno turco.

Y llegados a este punto, lo primero que se me ocurre pensar es: ¿Qué exigencias puede poner un Gobierno, sea al turco o el que sea, a unas personas que han quedado abandonadas a su suerte?.

Naturalmente, cada actividad tiene sus leyes y sus normas, pero aquí la vida de una serie de personas ha estado a expensas de la bondad, la generosidad y la caridad de determinadas personas y organismos de Ceuta, para con esos marineros.

También aquí el nombre de Ceuta ha quedado ondeando por encima de cualquier tipo de bandera y los tripulantes y marinos del “Rhone”, en su despedida, y deseosos de encontrarse con sus gentes, nos dejan expresiones que hay que saber guardar, desde hoy y para siempre:” Me llevo la amabilidad y la simpatía de esta preciosa ciudad y su gente”, es una de esas declaraciones que Ceuta podrá exhibir en cualquier parte, así como:” Dar las gracias a todas las personas que nos han ayudado”.

Bastan estas dos manifestaciones de despedida de unas gentes que se han encontrado con algo que muy pocos en tierra, en mar o en aire podrán comprender, como es eso de:”Nunca hemos vivido una situación similar, en la que el armador haya abandonado el barco y a su tripulación”.

Aquí el abandono es lo más extraño que nos podemos encontrar, al tratarse del propio armador el que deja a la ventura a los tripulantes de su barco y al propio barco. Uno solo se queda en el Rhone, el barco, pues, no ha quedado abandonado por parte de quienes lo sacaron de puerto. Estamos ante la historia de unos marineros abandonados al capricho del destino y que está llegando al final. Es la Odisea en versión del siglo XXI.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto