La indignación del joven padre era evidente. “No son
formas”, expresaba en la redacción de EL PUEBLO, para
explicar que acudió angustiado por el estado de su pequeña.
Lo primer que hizo nada más amanecer, después del
seguimiento a su hija de madrugada, fue trasladarla al
centro de salud sin imaginar el episodio “lamentable” que
tuvo que soportar “y el disgusto que me llevé por la
impotencia de no hallar una explicación aceptable por no
querer atender a mi hija”, manifestó el ususario.
Ante una situación como ésta, “en la que un médico no te
quiere atender a tu hija pequeña con fiebre, por un
formulismo administrativo y sin importarle la condición de
urgente, se pierden los nervios”, reconoce.
La ofuscación fue mayor ante la postura de la pediatra que
mostró su enfado “porque dijo siempre salía la última del
centro”. Así se dirigió a una de las celadoras “a la que
bronqueó”.
El coordinador del centro de salud se puso a su disposición
al conocer el incidente, reconoció el usuario.
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