El sistema sanitario español se comenzó a reformar allá por
1984, fundamentalmente a nivel de atención primaria. Desde
entonces, la responsabilidad de los profesionales de
atención primaria no se ha limitado a los aspectos curativos
(cuidados) de los problemas de salud, sino que se han
extendido al ámbito de la prevención y promoción de la
salud, tanto a nivel del individuo como de la comunidad.
La Ley General de Sanidad de 1986 refrendó la estrategia de
desarrollar de forma conjunta los servicios y actividades
curativas y de prevención, aunque muchos años después de la
promulgación de la Ley, todavía no se había conseguido un
grado óptimo de integración de ambos ámbitos.
Fue necesario realizar grandes esfuerzos para conseguir una
adecuada priorización de estas actividades, tanto por los
planificadores y gestores de la sanidad como por los propios
profesionales de los equipos de salud, a menudo reacios a
abandonar un sistema de salud por cupos, obsoleto y
masificado, que se ceñía exclusivamente a la demanda de la
población, con una nula dedicación a las actividades
preventivas y de educación para la salud.
Por otro lado, el trabajo en equipo del personal sanitario,
permite una atención integral del individuo, actuando
también en su entorno familiar y comunitario. Todo ello ha
favorecido el nivel de información de la población y se
había traducido en un aumento de la satisfacción de los
usuarios de los centros de salud.
Este arduo trabajo, este cambio en la mentalidad, tanto de
la población como de los profesionales sanitarios, ha sido
lento y progresivo, pero, sin duda alguna, fructífero y
esperanzador.
Los profesionales de atención primaria han tenido que
enfrentarse a la insuficiencia de medios, de
infraestructuras e incluso de tiempo. Pero ahora, tras
luchar contra viento y marea, los profesionales sanitarios y
no sanitarios chocan con el muro infranqueable de una mala
gestión que ha llevado a la atención primaria de vuelta a
los modelos de antaño que tanto nos costó desterrar.
La falta de sustitución del personal fuerza continuamente a
cambios en la actividad programada, tanto de la enfermería
como de los médicos, llegando a desaparecer casi por
completo. Se da el caso de que las revisiones de niño sano,
primordiales en la atención preventiva, se posponen una y
otra vez (bien por los permisos y bajas no sustituidas o
bien por los salientes de guardia que el INGESA tiene que
otorgar a quienes realizan los refuerzos del Servicio Normal
de Urgencias).
Y la última puñalada mortal a la primaria ha sido la nueva
“organización” que ha ordenado el Director de Atención
Primaria de nuestra Ciudad, según la cual un mínimo de un
71% de la jornada laboral de los facultativos debe dedicarse
a la atención de la demanda y de la consulta de “no
demorables” (lo que la gente llama “urgencias”).
…Adiós a la consulta programada, adiós a la prevención y a
la promoción de la salud, adiós a la educación sanitaria y
al trabajo en equipo…Lo único que parece importar es el
aumento de las estadísticas. Es decir, más pacientes en,
cada vez, menos tiempo. Y aunque quieren más avisos a
domicilio, una enfermería sobrecargada se ve obligada a
dejar la actividad programada a domicilio en pro de la
puramente asistencial (extracciones de sangre, inyectables o
curas).
Mientras, el personal, más descontento, más desmotivado y
más ¡agredido!…, como si de ellos dependiera atender
aglomeraciones en tiempo record. Si no hay suficiente
personal el tiempo de espera se multiplica, y la impaciencia
del usuario se desborda, culpabilizando a unos trabajadores
que ya bastante tienen con tener que cargar con su trabajo y
con el de los compañeros no sustituidos, para encima, tener
que soportar las quejas de los usuarios que quizás deberían
dirigir a la Delegación del Gobierno o al Ministerio
correspondiente, a ver si así no caen en saco roto.
La experiencia de las últimas décadas muestra como los
principios que integran la atención primaria producen
resultados mejores y más eficientes, tanto a nivel
individual como para la salud pública. A pesar de ello, y
después de tantos sacrificios por levantar un modelo de
salud basado en la atención integral, para lograr
comunidades y familias saludables, esta Dirección ha
conseguido destruir, en poco tiempo, todo lo conseguido.
Gracias a todos los Profesionales de Atención Primaria del
Área de Salud de Ceuta por su esfuerzo y dedicación durante
tantos años y Réquiem por el alma de una Atención Primaria
muerta.
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