Trata de hacernos creer que
vivimos en una ciudad cuyas noches son muy peligrosas. Uno,
que a veces piensa, apuesta porque intenta demostrar que se
venden más periódicos contándoles a la gente historias de
miedo. Y, por lo tanto, ha dado en la manía de propalar
-durante su corta etapa sustituyendo a la compañera que
tampoco le va a la zaga-, con su habitual talante
catastrofista, que los ceutíes viven acollonados por la
inseguridad ciudadana.
Y hasta se habrá hecho ilusiones de asustar a los noctívagos
para que éstos se planteen la necesidad de quedarse en casa,
viendo la televisión, porque se sienten más seguros que en
los restaurantes, bares, locales de copas, o simplemente en
la calle, paseando. Y seguro que da por descontado que sus
artículos conseguirán asustar a las familias para que éstas
no pisen la calle en cuanto oscurezca.
El sujeto, que siempre ha dado muestra de un infantilismo
polimorfo, se ha emperrado en decirnos que aquí se está
desbordando la delincuencia, y pronto aconsejará que es
necesario echar mano de los antiguos somatenes o voluntarios
armados y controlados para que apoyen a las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad, que no dan abasto.
Cualquiera que haya leído lo que ha venido escribiendo el
sujeto, en relación con los peligros que encierra frecuentar
de noche cierta zona de la ciudad, habrá pensado que en ese
sitio siempre sacan tajadas los violadores; hacen su agosto
los carteristas y los tironeros de bolsos; y las grescas son
de tal calibre que todas acaban con un arma blanca
incrustada en el músculo más preciado de uno de los
participantes en las reyertas continuas.
El sujeto –lo nomino así porque no firma sus artículos tan
sesudos, de tanto contenido, y tan apreciados como punto
vital de referencia en esta ciudad- se ha propuesto
quitarles la razón a cuantos han salido ya llevándole la
contraria. Pues parece ser que a él no le merecen ningún
respeto lo que digan los Jefes de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, ni lo aclarado por el Consejo de Seguridad
Ciudadana, ni el sursum corda que le demostrara con hechos
su tremendo error.
Con el sujeto he trabajado yo. Y creo conocerle lo
suficiente como para darme cuenta de que sus debilidades son
todos los comisarios de la Policía Nacional en Ceuta. Con
todos ellos ha querido intimar para llevárselos al huerto de
sus necesidades. Tal y como hizo con Antonio Rosino
en su día.
Por lo cual deduzco que José Luis Torres, actual
comisario, no desea tenerle como confidente de nada. Y el
sujeto está que trina. Y no cesa de comportarse como el niño
enrabietado que es. E intenta hacerle daño al comisario.
Aunque seguro que habrá alguien en Comisaría, poco amigo de
su jefe, que esté instando al sujeto para ver si éste
consigue dañar la imagen de Torres.
En fin, que este periódico, según mi punto de vista, hace
muy bien en seguir con su línea editorial, opuesta a cundir
alarma social porque sí. Sin venir a cuento. Ahora bien, si
el sujeto sigue obsesionado con arremeter contra esta Casa,
yo no tendría el menor inconveniente en describir escenas de
un comisario impotente, necesitado de estímulos apropiados
para superar su decaimiento transitorio. Entre otros
asuntos, que el sujeto sabe que a él le conviene que
mantengamos en silencio.
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