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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 6 DE ENERO DE 2010

 
OPINIÓN / COLABORACION

Poder a Vivas

Por Abdelmalik


El mercado político de invierno se mueve sin rumbo claro, aunque en la acción desplegada se vislumbra un deseo irrefrenable de quitar poder al PP y a Juan Vivas.

Esto es como aquello que escribió Komatsu en la entrada de su factoría, haciéndolo motivo de culto: “Poder a Caterpillar”, una forma de alentar a sus huestes a fin de restarle mercado a su competidor aventajado.

“Poder a Vivas”, sería el caso.

Aún siendo parcelas distintas, más fácil lo tuvo Komatsu, que obtuvo una gran cuota de mercado, posicionándose como número 2 en el mundo. Se acercó mucho, pero no lo suficiente, Fue así que no pudo con Caterpillar.

Sin embargo, en la proclama de Komatsu no subyace el deseo de aniquilamiento de su competidor más inmediato; antes bien, lo que Komatsu pretende es mantener encendida la vela de la tensión, no ya porque busque el desmoronamiento de su competencia más activa, sino porque su propia acción corporativa precisa de ella, una acción en la que hasta el más insignificante de los actores tiene su guión y lugar predominante. Se trata de mantener los ojos bien abiertos en todos los niveles y la mejor forma de conseguirlo es mirando permanentemente a su competencia, aquella con la que no puede descuidarse.

La oferta del PSOE a UDCE refleja un comportamiento parecido, aunque sólo en términos de estrategia, pues la idea del PSOE no es otra que restarle poder al PP y a Juan Vivas, al tiempo que se lo pone muy caro a quien formula propuesta de unión y buenaventura: su disolución y liquidación absoluta. Una andanada cruel y digna de rechazo para quienes postulan mediante principios éticos y morales, posición que parece nunca abrazaron algunos terratenientes de UDCE, a la vista de que a los pocas horas formularon cónclave con fumata blanca incluida.

Por un lado, Komatsu con su poder a Caterpillar, Carracao con su poder a Vivas y Ali con su poder a las bases.

Tanto a Komatsu como a Carracao les asiste el derecho de la opción a restar poder a sus competidores. Una acción que legitiman los mercados, tanto comerciales como políticos; sin embargo, a quien no asiste el derecho es a Ali con su decisión de restarle poder a sus bases, a sus propias siglas. Hacer desaparecer un partido sólo porque lo pide otro hace el efecto de atentado de lesa dignidad. Puede que su acción no sea más que el resultado de una búsqueda permanente de un perfil propio nunca encontrado, una forma de manifestar su cansancio, una forma de explicar un declive anunciado, un fin en el calendario.

En el mundo de las empresas el trámite de la liquidación es mucho más estricto que el de la disolución. En el de los partidos políticos es al revés, cuando menos en la UDCE.
 

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