Tener un amigo periodista nunca
está de más. Contar con el favor de toda la prensa es, sin
duda, la solución para pasar por estrella en cualquier
actividad aunque uno sea una medianía. La consecución de lo
primero es fácil. Para acceder a lo segundo, sin embargo, se
necesitan unas relaciones públicas que funcionen de manera
tan extraordinaria como para concitar todas las opiniones
favorables hacia la persona representada. De modo que hay
que destacar la enorme labor que viene desempeñando el
representante artístico de Iker Casillas.
Decía, no ha mucho, el portero del Arsenal, español por los
cuatro costados, que si a él le realzaran sus cualidades y
le minimizaran sus defectos, sería tenido por el mejor
portero del mundo. Pero Manuel Almunia carece de ese
encanto que hace posible venderles a las señoras que es el
mejor yerno que pudieran tener.
Casillas demostró en el campo de Osasuna, una vez más, que
sus cantadas no cesan y que, como dice David Gistau
en el ‘Diario El Mundo’, obliga a preguntarse si está para
que se le encomiende el Mundial. Gistau, a quien
Francisco Umbral le dio la alternativa como escritor de
periódicos, ha tardado mucho en darse cuenta de que el
portero del Madrid es un protegido de los medios y que se ha
estancado hasta el punto de que sus actuaciones terminarán
por causarle daños irreparables a su equipo.
Pero dejaré a Casillas, de quien opiné nada más verle, y ya
ha llovido, que estábamos ante un bluf, para pronunciarme,
tal y como lo hice el verano pasado, sobre Xabi Alonso.
Otro futbolista a quien se le perdonan todos los desaciertos
y, en cambio, le son ensalzados los tres o cuatro cambios de
orientación que hace durante noventa minutos. Poco bagaje
para que se le trate como si hubiera inventado el fútbol.
Xabi Alonso, fíjense detenidamente en él, sólo ocupa una
franja de terreno comprendida entre treinta o cuarenta
metros y casi nunca se desvía de la línea perpendicular. Así
que es incapaz de ir a los lados con el fin de ayudar a los
compañeros. Y, lo que es peor aún, suele desfondarse en cada
partido durante el tramo final. Aunque lo más grave, y así
lo escribí hace ya su tiempo, es que está propiciando que
Lass se vea destinado a cumplir una misión que le impide
mostrarse en todo su esplendor.
Es inadmisible que Pellegrini le haya encomendado situarse
en un corto espacio de campo con el fin de que se vea
obligado a ser más bien escudero de Sergio Ramos que
otra cosa. Misión errónea. Con la que está consiguiendo que
el jugador francés, tan hecho para cubrir grandes espacios,
esté encajonado y frustrado y no podamos verle en esa
plenitud arrolladora, que causaba admiración entre propios y
extraños.
Parece mentira que el entrenador chileno se obstine en
cometer semejante despropósito táctico. Con lo fácil que
sería que Lass jugara por delante de la defensa y Alonso más
avanzado. Mas nunca al revés. Y otro error de bulto es
seguir con Arbeloa como lateral zurdo. Pues ni
siquiera el buen oficio y la entrega del futbolista hacen
posible que su rendimiento no se vea mermado por tener la
pierna izquierda sólo para sostenerse. La distribución
racional de los jugadores es inexistente en el Madrid. Lo
cual no deja de ser una fuerte rémora para el buen
funcionamiento de un equipo donde imperan otros desaciertos.
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