O, tal vez, es que las carreteras
han mejorado tanto que ya ese cáncer que era la carretera se
está convirtiendo en una enfermedad de las fácilmente
curables.
Con todo, la cifra esa de 1897 muertos en accidentes de
circulación, a lo largo del pasado año, no es ninguna broma,
pero sí que es una buena señal que las cifras se hayan
rebajado a las del año 1964, cuando por unas vías de
comunicación estrechas y parcheadas, es cierto, tan sólo
circulaban los famosos “600”, los “dos caballos”, algún
“cuatro latas” y muy poco más.
Aquellas cifras, en 1964 eran alarmantes, esa misma cifra
hoy, con la circulación tan tremenda que hay, puede
considerarse muy positiva, a pesar de que nunca debemos
considerar positiva una faceta en la que mueren tantas
decenas de personas.
Y en lo que sí hay que ver como positivo es en que en los
últimos años, seis o siete, haya habido un descenso de casi
11 muertos diarios a poco más de 5, en la actualidad.
Yo, a lo largo de los últimos años, en más de una ocasión,
he censurado ciertos anuncios, especialmente en esta época
del año, que consideraba macabros, como era el que se
recordaran los números de fallecidos, en esas mismas fechas,
los años anteriores. Eso no me gustaba y me sigue sin
gustar, aunque es posible que el miedo, así como el
seguimiento riguroso a llevar el cinturón de seguridad o a
utilizar el casco, hayan rebajado, tan considerablemente,
esas cifras.
Algo menos malo, porque de bueno no podemos hablar, hay que
reseñar del año que ya hemos dejado atrás, un año siniestro
que ha pasado ya a la historia y que se recordará, siempre,
como un mal año para nuestra población.
El ministro Pérez Rubalcaba, que en pocas ocasiones ha
podido sacar pecho, durante todo el 2009, hablaba de “7419
vidas ahorradas entre todos y a las que no hay que citar por
su propio nombre”.
De algo no tan nefasto hay que hablar cuando la situación es
complicada y, por eso, Pérez Rubalcaba, directa o
indirectamente, se apuntaba este tanto a su favor en estos
términos:” ¿Qué habría pasado si nadie hubiera hecho nada?”.
La frase barre tanto para casa que debe tener su réplica y
esa réplica es que ” si no van a hacer nada ¿Para qué
queremos altos ejecutivos políticos que cuestan un ojo de la
cara?”.
Reconocemos, no nos duelen prendas en hacerlo, lo que se
viene haciendo, pero lo vemos como el cumplimiento, un buen
cumplimiento, de sus obligaciones que para eso tienen esos
cargos, a los que han llegado, únicamente, por pertenecer a
un partido político que ganó unas elecciones.
Y en todo este éxito, porque hay que tildarlo así, aunque
hayan existido docenas de muertos, no podemos dejar de lado
la labor llevada a cabo por Tráfico, pero sabiendo ejecutar,
sobre el terreno, los agentes, especialmente, todo aquello
que se diseñaba en los despachos.
La función de Tráfico, repito, sus agentes, en los últimos
años, ha sido sensacional, concienciando a las personas y,
más que eso, haciendo que por las buenas o por lo que
significa “tener que meter la mano en el bolsillo”, los
abusos en la circulación se hayan reducido de una forma muy
positiva. Uso de cinturón de seguridad, uso del casco,
controles de alcoholemia y reducción del exceso de
velocidad, fueron las líneas maestras que hicieron disminuir
las víctimas.
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